Cómo la IA desafía al periodismo como nunca antes

Este artículo se basa en las observaciones que el autor hizo en el congreso anual de la Asociación de Periodistas Europeos celebrado en Vlore (Albania) la semana pasada. 

Soy periodista. Eso significa, como me explicó una vez Dan Raviv, de CBS News, que intento averiguar lo que pasa y contárselo a la gente. No conozco mejor descripción que la del trabajo. 

En mi opinión, hay dos tipos de noticias: las del día a día y las que nos acompañan durante mucho tiempo. 

Mi historia a largo plazo ha sido la energía. Empecé a cubrirla en 1970 y, todos estos años después, sigue siendo la gran historia. 

Ahora, a esa historia para mí se ha unido otra de enormes consecuencias para todos nosotros, como lo ha sido la energía desde la década de 1970. Se trata de la inteligencia artificial. 

Se cree que León Trotsky dijo: “Puede que no te interese la guerra, pero a la guerra le interesas tú”. Yo digo: “Puede que no te interese la IA, pero la IA está interesada en ti”.

Al igual que el embargo petrolero árabe de octubre de 1973 lo trastornó todo, la IA está llamada a trastornarlo todo en el futuro. 

El primer impacto en el periodismo será en la verdad. Con la desinformación generalizada, en gran parte procedente de Rusia, será más difícil determinar la veracidad de lo que leemos, de los documentos que revisamos o de los correos electrónicos que recibimos. La procedencia de la información será más difícil de determinar. 

Además, es probable que se produzcan cambios estructurales en nuestro oficio. Gran parte del trabajo más rutinario lo hará la inteligencia artificial, como registrar resultados deportivos y examinar documentos jurídicos. Y, si no tenemos cuidado, la IA escribirá historias. 

Uno de los muchos profesores a los que he entrevistado mientras informaba sobre la IA es Stuart Russell, de la Universidad de California en Berkeley, quien afirma que el primer impacto se producirá en “el lenguaje de entrada y de salida”. Es decir, el periodismo y la escritura en general, el derecho y la abogacía, y la educación. La palabra escrita es vulnerable a ser anexionada por la IA. 

El mayor impacto en la sociedad se producirá en los empleos de servicios. El único lugar seguro para el empleo pueden ser los trabajos artesanales: carpinteros, fontaneros y electricistas. 

Las cadenas de comida rápida ya están pensando en eliminar a los que toman los pedidos y a los cajeros. Gente que no se necesita, por desgracia. 

A la industria de la IA -que la hay, y crece exponencialmente- le gusta mirar a la automatización y decir: “Pero la automatización añadió puestos de trabajo”. 

Pues bien, todo indica que la IA restará puestos de trabajo en casi todos los ámbitos. Piensa en toda la gente del mundo que trabaja en atención al cliente. La mayor parte de eso lo hará en el futuro la IA. 

Cuando llame al banco, a la agencia de seguros o a los grandes almacenes, le atenderá una persona educada que no es una persona. Probablemente, la ayuda será más eficiente, pero representará la eliminación de todos esos seres humanos, a menudo en otros países, que tomaban sus pedidos, comprobaban su cuenta, le ayudaban a decidir entre opciones de servicio y a quienes informaba de sus problemas o, con la misma frecuencia, expresaba su enfado y decepción. 

El robot de IA cacareará con simpatía y dirá algo así como: “Siento oír eso. Le ayudaré si puedo, pero debo advertirle que la política de la empresa no permite devoluciones”. 

En el lado positivo, la investigación -especialmente la médica- se verá impulsada como nunca. Un investigador me dijo que un bebé nacido hoy puede esperar vivir hasta los 120 años: otra gran noticia.

Como periodistas, tendremos que seguir averiguando lo que ocurre y contárselo a la gente. Pero también tendremos que encontrar nuevas formas de marcar la verdad. Leica, por ejemplo, ha sacado una cámara que, según dice, puede autentificar el lugar y la hora en que se tomó una foto. 

Vamos a tener que encontrar nuevas salidas para nuestro trabajo en las que la gente sepa que ha sido escrito e informado por un ser humano, uno de nosotros, no un algoritmo. 

A los periodistas se nos critica constantemente por nuestros defectos, por ser supuestamente de izquierdas o de derechas políticamente, por ignorar o exagerar, pero cuando estalla la guerra, nos convertimos en héroes. 

Felicito a los valientes colegas que informan desde Gaza y Ucrania. Están haciendo el trabajo vital de averiguar lo que está pasando y contárnoslo. Diecisiete han muerto en Ucrania y 34 en Gaza. Son los nobles de nuestro oficio. 

En Twitter: @llewellynking2 

Llewellyn King es productor ejecutivo y presentador de “White House Chronicle” en PBS.