Nunca tantos han tenido motivos para estar tan agradecidos

Con un mundo que parece tambalearse entre la democracia y el autoritarismo, es posible que este Día de Acción de Gracias te sientas ensombrecido por la tristeza.
Con algunas partes del mundo desgarradas por guerras salvajes y otras asoladas por la pobreza y la desesperanza persistentes, dar las gracias puede parecer una exageración. Pero no nos equivoquemos: en este planeta vive más gente que nunca, y más gente vive mejor. Demos gracias.
Estas son las personas de una época de abundancia que se extiende desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días. En toda la historia de la humanidad, nunca tantos han disfrutado tanto.
Pertenezco a la generación más afortunada que creció tras el fin de la guerra, donde la esperanza marchaba del brazo de la prosperidad. Esperábamos que nos fuera mucho mejor que a nuestros padres en todos los sentidos, y así fue.
Esperábamos que la vida mejorara en todas sus fronteras, desde la movilidad hasta la salud, y así ha sido. Esperábamos poseer algo de valor (quizá una casa, un coche, algunos ahorros), y lo hemos hecho.
Más que nunca, hemos vivido vidas libres de carencias, repletas de cosas buenas. Hemos tenido grandes expectativas, y se han cumplido.
Mi vida y la de cientos de millones, si no miles de millones, de otras personas ha sido mejor en todos los sentidos que la de mis padres y sus contemporáneos. Sobrevivieron a la Gran Depresión, a una guerra mundial y a una vida más dura en todos los sentidos.
Las mujeres eran esclavas, a menudo confinadas al hogar, limpiando, cocinando, criando a los niños y simplemente haciendo frente a la vida. La tecnología y el activismo social liberaron a las mujeres de la esclavitud doméstica, que había sido su destino desde tiempos inmemoriales. Ahora esperan participar plenamente y en pie de igualdad en la vida, y casi siempre lo consiguen.
Tengo una movilidad que mis padres nunca soñaron. Mi madre nunca viajó en avión ni esperaba hacerlo. Murió de un cáncer que se dejó extender porque no había otra opción.
La mayor esperanza de mi padre era poder dar comida y cobijo a su familia. Tenía poco y esperaba poco. Su único capricho era fumar. Era lo que hacía suyo, un pequeño y reconfortante capricho en una dura vida de mecánico.
Cuando yo era pequeño, nuestra familia sólo podía permitirse unas vacaciones. Ahora, las vacaciones son un hecho para mucha gente, al igual que la movilidad para hacerlas especiales. Cuando estoy en un aeropuerto, me asombra toda la gente que va y viene de todos esos lugares. Esto no sólo ocurre en Estados Unidos, sino en todo el próspero mundo.
¿Qué hace posible la vida que tantos disfrutan ahora?
Lo primero y más importante es la democracia. Sí, una democracia quejumbrosa y lenta para actuar.
El autoritarismo acaba afectando al individuo, restándole libertad y no añadiéndole nada con el paso del tiempo. Los gobiernos autoritarios pronto empiezan a decir a su pueblo adónde puede viajar, en qué debe creer. Y utilizan el miedo como herramienta, siempre presente.
Los países que han disfrutado de la abundancia que ha fluido desde la Segunda Guerra Mundial son los que tienen un gobierno democrático liberal, capitalismo y una firme separación entre Iglesia y Estado. Esta trinidad es esencial. Si se obstaculiza una de ellas, toda la estructura se deforma. En esta estructura está implícito que la tecnología será adoptada, no impedida por el Estado, desautorizada por la religión o monopolizada por unos pocos.
Incluso en estos tiempos de pesimismo, muchos tienen motivos para valorar lo que tienen y estar agradecidos. El Día de Acción de Gracias como institución es estadounidense, pero el concepto de gratitud tras la cosecha es universal.
Lo que hemos cultivado en las democracias liberales es una cosecha que supera todas las expectativas. Hay motivos para dar las gracias.
Disfruta de tu reunión familiar y de la abundancia en todas partes cuando la estructura sea la adecuada.
En Twitter: @llewellynking2
Llewellyn King es productor ejecutivo y presentador de “White House Chronicle” en PBS.