El poder de Irán y la advertencia de Trump

Preocupa y mucho que Trump, y en general la Casa Blanca, crean que así podría conseguirse los resultados que están buscando. No veo a los iraníes de brazos cruzados y por eso quisiera referirme a este país, a su pueblo y a su sistema político, pues podrían estar errando acerca de su auténtica dimensión en las relaciones internacionales contemporáneas, las que podrían aparecer a los ojos de mis lectores, un país lejano.
Conviene precisar que los iraníes no son árabes, sino persas y que, junto a Israel, son los Estados más poderosos del Medio Oriente, definiendo con objetividad las dimensiones geopolíticas en esa región que incluye a Arabia Saudí.
Irán es un Estado teocrático, es decir, el poder político yace en manos del ayatolá, el mayor líder religioso en el país, y que dirige sus destinos desde que llegaran al poder por la denominada Revolución Islámica del 1 de febrero de 1979 que acabó con la monarquía de la dinastía Pahlavi, presidida por el sah Mohammad Reza Pahlavi, adicto a Occidente, que fue derrocado en esta fecha, debiendo huir hacia Egipto y América.
En este marco volvió triunfante al país el ayatolá Ruhollah Jomeini, el clérigo que terminó de posicionarse políticamente y hasta su muerte en 1989, tras liderar desde el exilio y con éxito la referida revolución de carácter religioso que lo consolidó en el poder.
Desde entonces, Irán, la nación chií más poderosa de Medio Oriente con 89,20 millones de habitantes, mantiene un sistema político fundado en la referida teocracia. En este país persa, de origen histórico ario, la primera autoridad no es –como en la mayoría de los países del mundo– el presidente, que lo tiene –Masoud Pezeshkian, desde el 28 de julio de 2024–, sino la omnipresente y totalizadora persona del ayatolá Alí Hoseiní Jamenei, el denominado Líder Supremo de Irán, que en la práctica es la máxima autoridad religiosa, política, económica, judicial, etc., en el país y quien decidirá qué hacer ante la posibilidad de un inminente ataque estadounidense por su reciente amenaza.
Precisamente, por su altísima membresía, el ayatolá es considerado una verdadera fuente de emulación del chiismo, una de las dos ramas del islam –la otra es el sunismo–, religión monoteísta que fuera fundada por Mahoma en el 622 d.C. Irán tiene poder, pero no se conoce su verdadero tamaño, y esa sola realidad disuade, por lo que no debería ser soslayado política o militarmente. ¡Cuidado con eso!
Artículo publicado previamente en el medio Expreso.