Irak niega su implicación en el contrabando de petróleo iraní y acusa a Teherán

La tensión entre Irak e Irán crece en medio de la presión estadounidense sobre el régimen iraní
Bandera iraní con un gráfico de la Bolsa y un modelo en miniatura de un gato de bomba de petróleo - REUTERS/DADO RUVIC
Bandera iraní con un gráfico de la Bolsa y un modelo en miniatura de un gato de bomba de petróleo - REUTERS/DADO RUVIC 

En un giro inesperado, el gobierno iraquí ha negado rotundamente cualquier implicación en el contrabando de petróleo iraní, acusando directamente a Teherán de utilizar documentos falsificados para evadir las sanciones impuestas por Estados Unidos. Estas declaraciones, emitidas por el ministro de Petróleo iraquí, Hayan Abdul-Ghani, reflejan un cambio significativo en el discurso oficial de Bagdad hacia su vecino oriental, evidenciando la creciente presión que enfrenta Irak por parte de Washington.

Abdul-Ghani afirmó que los petroleros iraníes interceptados en el Golfo por la Marina estadounidense portaban documentos iraquíes falsos. "Explicamos a las autoridades competentes con total transparencia que estos petroleros pertenecían a la República Islámica de Irán y utilizaban documentos falsificados", declaró el ministro, subrayando que la Compañía Iraquí de Comercialización del Petróleo (SOMO) opera con total transparencia, vendiendo crudo exclusivamente a empresas con refinerías propias y monitoreando sus exportaciones mediante satélite.

La postura adoptada por Bagdad marca una evidente renuencia a cargar con las consecuencias de las sanciones impuestas por Estados Unidos a Irán, especialmente en un contexto donde la administración estadounidense ha retomado su política de "máxima presión" sobre Teherán. Esta política busca aislar a Irán de la economía global y cortar sus ingresos petroleros para frenar el desarrollo de armas nucleares.

El delicado equilibrio de Irak se complica por su dependencia energética de Irán. Bagdad importa electricidad y gas iraní para mantener su red eléctrica, lo que lo pone en una situación difícil tras la decisión de Washington de no renovar la exención que le permitía continuar estas importaciones. A esto se suma la acusación de que Irak está facilitando el desvío de dólares estadounidenses hacia Irán, operaciones supuestamente supervisadas por fuerzas locales leales a Teherán.

Las llamas emergen de las chimeneas de los yacimientos petrolíferos de Kirkuk, Irak - REUTERS/ ALAA AL-MARJANIA
Las llamas emergen de las chimeneas de los yacimientos petrolíferos de Kirkuk, Irak - REUTERS/ ALAA AL-MARJANIA

Por su parte, Irán ha negado categóricamente las acusaciones. Ali Mohammad Mousavi, viceministro iraní de Petróleo para Asuntos Internacionales, sostuvo que el comercio de petróleo iraní cumple con todas las regulaciones internacionales y que las afirmaciones iraquíes se basan en acusaciones infundadas de funcionarios estadounidenses.

Mientras tanto, la política de máxima presión de Estados Unidos continúa. Recientemente, el Departamento del Tesoro impuso nuevas sanciones contra Irán, incluyendo a una refinería china y varios buques sospechosos de transportar petróleo iraní. Washington ha dejado claro que su objetivo es frenar el programa nuclear iraní, limitar su desarrollo de misiles balísticos y cortar el apoyo a grupos considerados terroristas.

Según fuentes de Reuters, una compleja red de contrabando de combustible se ha desarrollado en Irak en los últimos años, operando mediante el uso de documentos falsificados y generando al menos mil millones de dólares anuales para Irán y sus aliados. La implicación de redes locales en estas actividades ha puesto a Bagdad en el centro de las tensiones internacionales.

Bandera de Irán en uno de los campos de petróleo del norte del país - PHOTO/ARCHIVO
Bandera de Irán en uno de los campos de petróleo del norte del país - PHOTO/ARCHIVO

En medio de este complejo panorama, Irak intenta mantener un delicado equilibrio entre sus alianzas con Washington y Teherán. La dependencia energética de Irán y la presión política interna ejercida por facciones proiraníes complican las decisiones del gobierno iraquí, que ahora debe encontrar rápidamente alternativas energéticas antes del verano o arriesgarse a una crisis de proporciones mayores.

La situación se intensifica mientras Bagdad busca distanciarse de las acusaciones de contrabando y reafirmar su compromiso con la transparencia en sus exportaciones petroleras, a la vez que intenta evitar convertirse en el objetivo de la política estadounidense hacia Teherán. La tensión entre los dos vecinos y las presiones externas dibujan un escenario complejo para el futuro inmediato de Irak.