Meloni, Salvini y el cambio de ciclo electoral

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, gesticula mientras habla durante una reunión con el primer ministro británico, Rishi Sunak, en el segundo día de la Cumbre de Seguridad sobre Inteligencia Artificial (IA) del Reino Unido en Bletchley Park, en el centro de Inglaterra, el 2 de noviembre de 2023 - PHOTO/POOL/AFP/JOE GIDDENS
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni - PHOTO/POOL/AFP/JOE GIDDENS

Celebradas hace ya casi año y medio las últimas elecciones generales, y con las europeas como comicios más importantes a celebrar durante este año 2024, llega el momento de ir renovando los gobiernos de varias regiones e incluso de algunos consistorios, aunque el más importante en juego en este momento, Florencia, es ahora solo una pequeña urbe de poco más de 200.000 habitantes. Eso sí, con un muy ilustre exalcalde, Matteo Renzi, regidor de la ciudad entre 2009 y 2014, en que pasó a la presidencia del Consejo de Ministros.

Renzi tuvo su ciclo electoral favorable entre 2014 y 2018, en que su entonces formación, el Partido Democrático (PD), llegó a controlar 18 de las 20 regiones que integran la actual República italiana. Pero, tras las elecciones generales de marzo de 2018, en la que el PD vivió una auténtica debacle, iniciándose el ciclo ganador por el Movimiento Cinco Estrellas de Luigi Di Maio y para la Liga de Matteo Salvini, que acabaron conformando el primer Ejecutivo de la XVIII Legislatura (junio de 2018-agosto de 2019).

El tiempo se encargaría de demostrar que, aunque Salvini y Di Maio ostentaban el mismo rango (ambos eran VicePrimeros ministros), el primero estaba mucho más bregado en la alta política que el segundo. Trece años mayor que Di Maio, Salvini no sólo pertenecía al que ahora es el partido más antiguo del país (la Liga fue fundada por Umberto Bossi en 1987), sino que, metido en política desde 1993 (comenzó como concejal de la capital de Lombardia), Salvini sabía mucho mejor cómo manejarse en la actividad pública que su rival Di Maio, que en el momento de convertirse en VicePrimer Ministro solo había conocido la vida parlamentaria. Salvini, que para ese momento ya sabía lo que era ser concejal, diputado, eurodiputado y a partir de marzo de 2018 senador, tuvo la astucia de hacerse con la cartera de Interior en un momento de llegadas masivas de inmigrantes irregulares. Aplicando una política de tolerancia “cero”, y negándose sistemáticamente a que ningún barco con dichos inmigrantes pudiera tocar suelo transalpino, se granjeó una enorme popularidad que le llevó a que, en las europeas de mayo de 2019, uno de cada tres italianos le otorgaran su confianza con el voto.

Mientras, Di Maio y su partido se hundían en intención de voto porque la puesta en marcha de su medida “estrella” (la controvertida “renta de ciudadanía”) conllevaba un período mucho más amplio para hacerse efectiva y, además, al afectar directísimamente al gasto público, se encontró con la oposición de la Comisión Europea, presidida por aquel entonces por el luxemburgués Jean-Claude Juncker. Como es sabido, Salvini acabó haciendo caer el gobierno que él mismo había contribuido a crear solo un año después de su puesta en marcha, pero la habilidad del presidente Mattarella, más las conveniencias personales de Matteo Renzi y la “vieja guardia” del PD, dejaron el intento de Salvini de elecciones anticipadas en “agua de borrajas”.

Aún así, la popularidad del político lombardo se mantendría intacta durante tiempo, aunque el año 2020 dibujaría una situación diferente: el centroderecha se llevó en enero de aquel año Calabria, pero no pudo con Emilia-Romagna; y en los comicios convocados para septiembre de ese año, con hasta siete regiones en liza, el centroderecha sólo logró imponerse en cuatro. En realidad, la popularidad de Salvini comenzaría a desplomarse en enero de 2022, cuando, teniendo el centroderecha claras posibilidades de sacar adelante al sucesor del Presidente de la República saliente (Sergio Mattarella), el bloqueo entre fuerzas políticas llevó a que el jurista y político siciliano tuviera que aceptar un segundo mandato (en el que sigue en este momento) y que la Liga tuviera que “tragar” con votar una demócratacristiano, cuando la Democracia Cristiana (DC) había sido históricamente el principal objeto de las críticas desde que Umberto Bossi entrara en política a mediados de los años ochenta. Todo ello dejaría muy tocado a Salvini, que, a partir de entonces, vería cómo de manera paulatina quien había sido hasta el momento el “patito feo” de la coalición (la romana Meloni) comenzaba a quitarle intención de voto, hasta el punto de que en septiembre de 2022 ésta lograría el triple de votos que su compañero de coalición Salvini.

Lógicamente, el Presidente Mattarella encargó formar gobierno a Meloni, quien el 22 de octubre de 2022 se convertía en la trigésimo tercera (la primera mujer) Presidenta del Consejo de Ministros, repitiendo Salvini como Viceprimer Ministro pero en esta ocasión no controlando Interior (ahora en manos de Matteo Piantedosi, hombre muy bregado en el “Viminale”, sede de este ministerio), sino Infraestructuras. Además, la presidencia del Senado pasó a estar controlada por un veterano de la confianza de Meloni (Ignazio La Russa) aunque Salvini sí logró colocar a Lorenzo Fontana como Presidente de la cámara baja.

A lo largo de 2023 hubo comicios para renovar el gobierno de dos regiones, y ambas de la máxima importancia. En efecto, el 13 de febrero se conoció el nombre del Presidente de Lombardía y del Lazio. Aquí nuevamente no hubo problema para el reparto de poder. En Lombardía ya estaba al frente de la región el “legista” Attilio Fontana, quien, a pesar de recibir muchas críticas por su gestión durante la época del “coronavirus”, pudo revalidar mandato aunque llamó la atención lo que creció el voto del partido de Meloni en detrimento del de Salvini. Mientras, en el Lazio, que llevaba tiempo gobernada por el PD (el gobernador había sido el fallido Secretario General Nicola Zingaretti, quien solo duró dos años al frente de la principal formación del centroizquierda), se imponía la candidatura de Boccia, un hombre del partido de Meloni, que tenía todas las ganar ya que su formación, Hermanos de Italia, tiene su núcleo fundacional en Roma (la misma Meloni intentó ser, sin éxito, alcaldesa de la “ciudad eterna” en junio de 2016).

El problema para Salvini es que, casi año y medio después de que Meloni le triplicara en número de votos en las últimas elecciones generales (septiembre de 2022), la “premier” romana no sólo no ha perdido intención de voto, sino que en este momento se mueve entre el 29 y el 30% (cuando en las generales de año y medio le votó el 26% del electorado) de apoyo. Y vuelven a celebrarse elecciones para renovar el gobierno de tres regiones: Abruzzos, Basilicata y Cerdeña. Tres regiones meridionales en donde Salvini literalmente arrasó hace cinco años pero donde ahora se ve un claro trasvase de voto hacia el partido de Meloni, todo ello sin olvidar las elecciones municipales que han de celebrarse en los meses de mayo-junio, en las que puede darse ese mismo trasvase electoral.

Aunque Salvini tiene la vista puesta en las elecciones europeas, sabiendo que el malestar sigue campando por algunos países de la Unión (la victoria del antieuropeísta Wilders en Países Bajos es la muestra más clara, al tiempo que los socialdemócratas se hunden en Alemania, Macron no ha tenido más remedio que cambiar su gobierno dado que se encuentra en máximos de impopularidad, y en Italia las tres principales fuerzas europeístas (Forza Italia, Italia Viva y Azione) no suman entre ellas siquiera el 15% de intención de voto), se encuentra ante la posibilidad de perder parte sustancial de su poder territorial. Y es que en este momento la romana Meloni es la política más popular con diferencia, a pesar de que en 2023 obtuvo un bajo nivel de crecimiento y que se espera que en el año que acaba de comenzar sea aún más bajo, en un país donde las desigualdades crecen cada vez más y donde el futuro no resulta particularmente esperanzador dado el envejecimiento de la población y el acusado “invierno demográfico”, con una natalidad ya por primera vez por debajo de los 400.000 nacimientos anuales, frente al 1.100.000 de media de los años setenta.

La realidad es que el cambio de ciclo electoral es claro. El centroderecha lleva por delante del centroizquierda casi una década, pero ahora los votantes no se inclinan por Salvini, sino por Meloni. Pero Meloni ha de andar con prudencia, porque su “maggioranza” solo es real con los votos de su compañero de coalición Salvini. Llega el momento de elegir el candidato para Cerdeña, y las espadas están en todo lo alto. ¿Quién le iba a decir al actual VicePrimer Ministro hace cinco años que se encontraría en semejante tesitura? La realidad es, una vez más, tozuda.

Pablo Martín de Santa Olalla Saludes es Profesor en la Facultad de Comunicación y Humanidades de la Universidad Camilo José Cela (UCJC) y autor del libro Italia, 2018-2023. De la esperanza a la desafección (Líber Factory, 2023).