
El fallecimiento el pasado lunes 12 de Silvio Berlusconi, cuatro veces primer ministro y el hombre más influyente en la política italiana desde hace tres décadas, deja en el aire numerosos interrogantes que el tiempo se encargara de resolver. Y es que hay que recordar que “Il Cavaliere” no quiso designar sucesor: no lo ha hecho en favor de uno de sus cinco hijos; tampoco lo ha hecho en favor de las principales figuras del centroderecha (la “premier” Meloni y su viceprimer ministro Salvini); y lo único que se ha limitado a hacer, fundamentalmente en razón de su avanzada edad, es dejar el partido cada vez más en manos del actual viceprimer ministro y titular de Asuntos Exteriores (Antonio Tajani).
Desde el punto de vista de la gobernabilidad del país, donde la romana Meloni preside el Consejo de Ministros desde el pasado 22 de octubre, el fallecimiento de Berlusconi, en principio, no altera en ningún elemento significativo la relación de fuerzas dentro del Ejecutivo: al haber obtenido tan sólo el 8,1% de los votos en las elecciones del pasado mes de septiembre, Forza Italia no dispone de ministros en carteras clave como Economía y Finanzas (en manos del “legista” Giorgetti), Justicia (a cargo del prestigioso exmagistrado Nordio, puesto ahí por Meloni), Interior (en manos de Matteo Piantedosi, un funcionario de este ministerio que lleva trabajando en estos temas desde finales de los ochenta) e, incluso, Defensa (cuyo titular es Guido Crosetto, cofundador con Meloni de Fratelli d´Italia). Así que lo previsible es que Forza Italia siga apoyando el Gobierno Meloni, toda vez que ésta ha transitado en los últimos meses del euroescepticismo al europeísmo.
Otro tema es qué va a suceder con Forza Italia en sí. Porque, con el fallecimiento de “Il Cavaliere”, que aglutinaba todos los elementos en torno a su persona, ahora nos encontramos con que esta formación se encuentra, en la actualidad, fuertemente endeudada y que si seguía activa era porque Berlusconi avalaba con su patrimonio personal (valorado en unos 6.000 millones de euros) el partido que él mismo había fundado a comienzos del año 1994. Y es que hay que tener presente que ninguno de los hijos de “Il Cavaliere” no sólo no han entrado en la política, sino que no han manifestado el más mínimo interés en tomar el relevo de su padre: a día de hoy, parece que los cinco vástagos del empresario y político lombardo prefieren dedicarse al mundo empresarial, que era precisamente al que se había dedicado su padre antes de entrar en política: luego está por ver que sus principales herederos quieran seguir poniendo dinero en una formación política que está por ver si tiene un futuro real.
Antonio Tajani, europarlamentario desde 1994, presidente de esta misma Cámara entre enero de 2017 y junio de 2019 y ahora, como hemos dicho, viceprimer ministro y titular de Exteriores, ya ha manifestado que el partido seguirá en activo, asumiendo él personalmente el liderazgo del mismo. Pero está por ver que el votante de Berlusconi vea en Tajani a su auténtico sucesor, algo que podremos comprobar en la convocatoria de elecciones al gobierno de diferentes regiones en meses venideros (Abruzzos, Molise, Cerdeña, etc.). Tajani parte con la ventaja de que el partido estaba en mínimos de apoyo electoral (básicamente, ahora mismo las encuestas la dan entre un 7 y un 7,5% de voto), y, lógicamente, en una persona poco conocida como él porque ha pasado la mayor parte de su trayectoria política en las instituciones europeas, tendrá que multiplicar su presencia en medios de comunicación para darse a conocer a unos votantes que en los últimos años le han visto mucho por tierras transalpinas, pero del que apenas saben.
Suponiendo que Tajani ni siquiera sea capaz de acercarse al 8,1% logrado en las elecciones generales del pasado mes de septiembre, entonces no será de extrañar ver una constante fuga de parlamentarios del partido hacia otras formaciones. La mayoría es de esperar que se vayan con Meloni, que a fin de cuentas goza en este momento de elevados niveles de popularidad y se está sabiendo manejar con habilidad tanto en el mundo nacional como internacional. Otra posibilidad es recalar en el partido de Matteo Salvini, viceprimer ministro y titular de Infraestructuras, pero Salvini lleva ya muchos meses en horas bajas y, además, su partido ha sido tradicionalmente muy antieuropeísta, mientras Forza Italia, recordémoslo, ha formado parte desde hace décadas del Partido Popular Europeo (PPE), el mayoritario dentro de la Eurocámara.
Queda una tercera posibilidad que, en el fondo, no extrañaría a muchos: irse con Matteo Renzi y su partido, Italia Viva. Renzi ha hecho la mayor parte de su carrera política con el Partido Democrático (PD), gracias al cual pudo ser presidente del Consejo de Ministros en febrero de 2014 y diciembre de 2016 (su Ejecutivo ha sido el único capaz de sobrepasar los mil días de vida junto con dos presididos por Silvio Berlusconi y uno encabezado por Bettino Craxi), pero en septiembre de 2019 se marchó del PD para fundar su propio partido, Italia Viva.
Renzi ha mantenido hasta el final una muy buena relación personal con “Il Cavaliere”, con el que llegó a forjar el célebre “Pacto del Nazareno” entre enero de 2014 y enero de 2015. Le gusta recordar aquello de “yo nunca he votado a Berlusconi, pero tampoco nunca le he atacado”, y, mientras estuvo en el PD, se salió de la línea de dura confrontación con Silvio Berlusconi: decía, no sin razón, que a Berlusconi “no había que liquidarle, sino jubilarle”. Y lo más importante: Renzi es un democratacristiano clásico, que no pudo pertenecer a la Democracia Cristiana (DC) debido a su edad (este histórico partido desapareció en enero de 1993, cuando Renzi acababa de cumplir los 18 años de edad), y nunca ha sido socialista ni ha estado identificado con la línea oficial del PD, partido al que, por cierto, Berlusconi llamaba despectivamente “la formación de los catomunistas”.
Renzi sabe que cuenta con un buen número de adeptos dentro Forza Italia, entre otras cosas porque los ataques sin piedad que sufrió “Il Cavaliere” en vida también los ha sufrido personalmente este político toscano y ahora senador por Campania. Pero Renzi, hábil como pocos, sabe que aún debe esperar acontecimientos: de momento la persona “fuerte” en la política transalpina es la romana Meloni, así que es de suponer que de momento el voto de los que apoyaban a Berlusconi se dividirá entre los que ven a Tajani como sucesor natural de “Il Cavaliere” y los que consideran, en cambio, que lo importante es que la coalición de centroderecha no pierda fuerza y por ello decidan pasarse a Hermanos de Italia (el partido de la “premier” Meloni).
Otro tema es qué puede suceder dentro de un año: más en concreto, entre el 6 y el 9 de junio, que es cuando se van a celebrar elecciones europeas. Renzi lleva meses trabajando en crear una coalición fuerte donde, por un lado, queden fuera lo que él llama “soberanistas” (Meloni y Salvini), y, por el otro, los “populistas” (Partido Democrático y Movimiento Cinco Estrellas). En principio la idea de Renzi, que está dentro del grupo “Renew Europe” (liderado por el presidente de la República francesa, Emmanuelle Macron) es intentar hacerse con alguno de los puestos de mando de la Unión Europea: o ser presidente de la Comisión (como ya lo fue Romano Prodi entre 1999 y 2004), o ser designado presidente del Consejo Europeo, donde nunca ha habido un italiano al frente (de los tres que ha habido, Van Rompuy y Michel son belgas, mientras Tusk es polaco).
Pero Renzi sabe también que, para el momento de celebrarse las elecciones europeas, Meloni ya tendrá un importante nivel de desgaste: en este momento se prevé un crecimiento del 0,9-1% para el conjunto de la eurozona; Italia tendrá una abultadísima deuda nacional (aun no conocemos los datos de 2023, entre otras razones porque aún falta medio año para que concluya éste, pero sí sabemos que la deuda nacional sobre PIB, en el caso transalpino, estaba ya en 154% al acabar 2022); y además esa deuda habrá de hacer frente a las consecuencias de las subidas de tipos de interés, que acaban de alcanzar un máximo del 4%. Si Matteo Renzi, en palabras suyas, cuando era “premier” tenía que pagar unos 77.000 millones de euros en intereses de la deuda estando los tipos de interés entre el 0 y el 0,5% y con una deuda nacional sobre PIB del 132,6%, ¿cuánto va a tener que poner Meloni de cara los Presupuestos Generales del Estado para el año 2024?
A todo ello se añade la recuperación del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Los países de centro y norte de la Unión aceptaron flexibilizar su posición, pero se aseguraron de que no se tocaran dos puntos fundamentales: un máximo de 60% de deuda sobre PIB nacional y un 3% de objetivo de déficit. A partir de ahí, el compromiso de las economías más endeudas (Italia, España, Portugal, Grecia, y una Francia que se acaba de añadir a este grupo) era el de ir reduciendo poco a poco ese nivel de deuda, lo que quiere decir que Meloni va a tener que renunciar a muchas de sus políticas sociales, y de que el malestar puede volver a la sociedad transalpina: no lo suficiente para acabar en otro catastrófico Gobierno Cinco Estrellas-Lega, pero sí lo suficiente para que la política romana sea cada vez más impopular, entre la población, y cada vez más cuestionada entre la clase política. Y, paradójicamente, en caso de que cayera el Gobierno Meloni antes de finalizar la legislatura, la presidencia del Consejo de Ministros podría recaer precisamente en Antonio Tajani: a diferencia de Salvini, tiene carrera universitaria (nunca un primer ministro italiano ha formado Ejecutivo sin tener su correspondiente “laurea” universitaria), y, además, está muy bien visto en círculos comunitarios, frente a un Salvini que ha sido tradicionalmente el principal enemigo a batir por parte de la Unión Europea.
El prestigioso periodista de la televisión pública italiana y presentador del programa “Porta a Porta”, Bruno Vespa, toda una institución en el país no sólo porque su programa sea líder de audiencia, sino porque además lleva más de 54 años trabajando en el ente público, dijo hace unos días: “Renzi es el hijo político que Berlusconi nunca ha tenido”. Misma capacidad comunicadora, misma capacidad de liderazgo, parecidos detractores, visión semejante en muchos campos y extraordinaria fortaleza mental. ¿Problema fundamental de Renzi? Se le considera “poco fiable” por los bandazos que no ha tenido más remedio que dar para poder sobrevivir en política. Pero sigue gozando del prurito de haber sido el presidente del Consejo de Ministros más joven en toda la historia republicana, y sabe que, al igual que no pueden ni verle la mayoría de los “catocomunistas”, en cambio dentro del centroderecha es bastante mejor percibido.
En todo caso, queda mucho por esperar hasta saber qué sucede con Forza Italia y con el centroderecha en su conjunto. De momento, el voto se ha repartido entre el Terzo Polo de Renzi y Calenda (7,8% de los votos en las elecciones de septiembre de 2022) y la citada Forza Italia (8,1% de los sufragios). Pero muchos saben que, lidere quien lidere este centroderecha, en realidad vale bastante más en cuanto a número de votantes: el 26% que se llevó Meloni en septiembre pasado es un cifra muy superior a la suya real (recordemos que en las anteriores elecciones generales, las de marzo de 2018, sólo le voto el 4.4% del censo), porque parte de los votantes de “Forza Italia” decidieron cambiar su voto este partido romano y centralista. La realidad es que ahora es el momento de Tajani, como “hombre fuerte” de lo que queda del partido fundado por Silvio Berlusconi a comienzos de 1994; y de la citada Meloni, que en todas las encuestas no baja del 29% de intención de voto.
Lo cierto es que el centroderecha vive un momento de tremenda orfandad: Renzi demasiado a la izquierda, Meloni claramente de derechas y Tajani constituyendo toda una incógnita. Pero este centroderecha goza de un amplísimo suelo electoral: es el que garantizó a la Democracia Cristiana (DC) el control de todos los Gobiernos entre 1945 y 1992, y el que hizo lo mismo con Silvio Berlusconi en décadas posteriores. La DC no existe desde enero de 1993, y ahora acaba de fallecer su sucesor (“Il Cavaliere”). ¿Qué sucederá con esa suerte de “terzo polo” que de momento ni siquiera Renzi ha logrado cubrir? El tiempo lo dirá, pero hay mucho en juego porque es en esta zona templada del arco ideológico es donde está la mayoría sociológica del país. Ahora toca esperar acontecimientos, a la espera del desenlace final.
Pablo Martín de Santa Olalla Saludes es profesor de la Facultad de Comunicación y Humanidades de la Universidad Camilo José Cela (UCJC) y autor del libro “Historia de la Italia republicana (1946-2021)” (Madrid, Sílex Ediciones, 2021).