El Gobierno Meloni sufre dos contundentes derrotas ante el centroizquierda en Emilia-Romagna y Umbria

<p>La primera ministra italiana, Giorgia Meloni - AFP/TIZIANA FABI</p>
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni - AFP/TIZIANA FABI
Aunque aún es pronto para llegar a conclusiones, la doble derrota del centroderecha en las elecciones que han tenido lugar este fin de semana pasado en Emilia-Romagna y Umbria dan la impresión de que el Gobierno Meloni comienza a perder popularidad en favor de un ascendente centroizquierda

Y, lo más importante, la presidenta del Consejo de Ministros pierde en menos de un mes la tercera votación consecutiva contra su contrincante de centroizquierda, la joven boloñesa Ely Schlein. Porque, como ya comentamos en un artículo anterior, en Liguria se impuso el centroderecha encabezado por el genovés Marco Bucci, pero es igualmente cierto que el PD de Schlein duplicó en número de votos a los Hermanos de Italia de Meloni: si en esta ocasión perdió el centroizquierda, fue debido a su división interna, que hizo que se presentaran sin parte del centro político (entre ellos Italia Viva y “Piu Europa”).  

Pero, en esta ocasión, el centroizquierda se ha presentado como un bloque compacto, a pesar de que aún no hay negociada una alianza concreta, y la consecuencia ha sido no sólo una previsible derrota del centroderecha en Emilia-Romagna (la región “rossa” por excelencia), sino también la inesperada pérdida del bastión de Umbria, donde la presidenta Donatella Tesei, vencedora en noviembre de 2019, ha sucumbido ante la candidata del centroizquierda (Proietti). 

Vayamos por partes. En Emilia-Romagna pensar en que pueda vencer el centroderecha es igual a pensar que el centroizquierda pueda hacerse con Lombardía o Véneto: una auténtica quimera. En las anteriores elecciones, un Salvini imparable logró el 43 % de los votos con su candidata (la senadora Luzia Borgonzoni), pero, entre el entonces inesperado movimiento de “Las sardinas” y la tradición fuertemente de izquierdas de Emilia-Romagna (de donde han salido la mayor parte de los dirigentes comunistas y socialistas del país), el entonces presidente Bonaccini (ahora eurodiputado, como su vicepresidenta Schlein miembro de la Cámara Baja) fue capaz de revalidar mandato con el 50 % de los votos. En esta ocasión, el candidato del centroizquierda era otro, De Pascale, hasta ese momento alcalde de Ravenna. Pero, a pesar del perfil bajo de De Pascale, el centroderecha tenía tan claro que no iba a ganar en Emilia-Romagna que presentó como cabeza de cartel a la filósofa Ugolini, de la que lo único que se sabía era que había sido subsecretaria de Instrucción Pública en el Gobierno Monti (2011-13).  

La consecuencia ha sido una abultadísima victoria del centroizquierda: De Pascale, el hombre de Schlein para estos comicios, se llevó el 56,77 % de los votos, al tiempo que el Movimiento Cinco Estrellas protagonizaba su enésimo fiasco (el 3,54 % que se ha llevado ha sido superado por los ecologistas y verdes de Alianza Verde e Izquierda, que han cosechado el 5,30 % de los sufragios). Mientras, Ugolini sólo era capaz de llegar al 40,07 % de los votos. A nivel nacional, Schlein se ha llevado el 42,94 % de los votos, mientras Meloni se ha quedado en el 23,74 %, lo que supone que la joven política boloñesa prácticamente ha doblado en número de votos a su rival del centroderecha. 

Pero lo que no era esperable es lo sucedido en Umbria. Porque hace cinco años la vencedora, Donatella Tesei, se llevó el 57,6 % de los votos, frente al 37,l5 % de Vincenzo Bianconi, el hombre escogido por el PD y Cinco Estrellas para encabezar la lista de centroizquierda.  

Tesei volvía a presentarse, pero esta vez lo ha hecho para perder diez puntos de apoyo con respecto a hace un lustro: se quedó en el 46,17 %. En cambio, la candidata de centroizquierda, Stefania Proietti, logró subir hasta el 51,13 %, lo que suponía un aumento de casi quince puntos respecto a las elecciones de noviembre de 2019.  

Y aquí de nuevo Schlein ganó claramente a Meloni: para la primera, el 30,23 % de los votos, mientras la segunda se quedaba en el 19,44 %. Y Cinco Estrellas, nuevo ridículo de un partido que sigue completamente desdibujado: se quedó en el 4,71 %. Una vez más, queda acreditado que el Movimiento Cinco Estrellas no sólo no tiene ningún futuro, sino que sin “renta de ciudadanía” no lo votan ni siquiera en dos bastiones tradicionalmente de la izquierda como son Emilia-Romagna y Umbria. A lo que se añade lo sucedido hace unas semanas en Liguria: en las tres elecciones, Cinco Estrellas no ha sido capaz, en ningún caso, de superar el 5 % de los votos (en Umbria el Partido Democrático ha multiplicado por seis los votos de Cinco Estrellas). 

Y es, en el caso de Meloni, no resulta compatible tener la prima de riesgo en el entorno de los 120 puntos y al mismo tiempo que el Ejecutivo goce de popularidad. Desde que el pasado 15 de octubre el Gobierno presentara el borrador o anteproyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE), la prima de riesgo sólo ha pasado una vez de la barrera de los 130 puntos (sucedió el pasado 6 de noviembre), lo que quiere decir que la antaño “euroescéptica” Meloni, sigue al pie de la letra todo lo que le dicta la “troika” (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y Comisión Europea).  

Y es que no hay Ejecutivo transalpino que se atreva a desafiar a las autoridades comunitarias cuando aún tienen comprometidos unos 120.000 millones de euros del “Recovery Fund”. En ese sentido, Meloni hizo sus clásicos gestos de “cara a la galería”, como no votar la actual Comisión Europea (lo que ha puesto en enormes dificultades al demócratacristiano Raffaelle Fitto para lograr la vicepresidencia de la Comisión, a pesar de tratarse de un acreditado europeísta), o apoyar a Santiago Abascal, líder de VOX, para que lidere la derecha europea “amiga” del recién elegido presidente Donald Trump.  

Los datos de crecimiento del Gobierno Meloni son sencillamente paupérrimos: en los tres primeros trimestres del año, solo ha sido capaz de sumar un 0,5 %, frente a la vecina España que, con un Gobierno bloqueado y sin presupuestos, ha visto crecer su Producto Interior Bruto un 2,4 %, recordando, además, que la Comisión Europea ha decidido revisar la cifra dada a España en su momento para darle hasta 0,9 % más, esperando que la cuarta economía de la eurozona crezca en 2024 un 3 %, muy por encima de la media europea, situada en el 0,8 %. 

La ventaja para Meloni sigue siendo su abultada mayoría parlamentaria, con un centroderecha que hará todo lo que pueda para agotar la legislatura tras once años de “travesía por el desierto”. Pero no resulta descartable que, con un Gobierno de tan bajo nivel, y con Fitto a punto de marcharse a las instituciones comunitarias, veamos en semanas venideras nombrar un “Gobierno Meloni II”. Como decimos, aún es pronto para llegar a conclusiones claras, pero que la caída de popularidad de Meloni es una realidad; que no hay líder alternativo en el centroderecha; y que muy seguramente esta legislatura, iniciada en octubre de 2022, se quedará seguramente en cuatro y no en cinco años de vida, comienza a verse como algo real. Y es que Meloni comienza a parecerse cada vez más a sus dos compañeros de generación (Renzi y Salvini), ambos liquidados políticamente y a la espera de que la política romana se una a ellos. Seguramente sea solo cuestión de tiempo, aunque en el plazo de dos años cierto es que se puede vivir una sensible mejora, sobre todo si el problema energético y de encarecimiento de las materias primas finaliza. El tiempo lo dirá. 

Pablo Martín de Santa Olalla Saludes es profesor en la Universidad Camilo José Cela (UCJC) y autor del libro “Italia, 2018-2023. De la esperanza a la desafección” (Madrid, Liber Factory, 2023).