
La evolución de las relaciones bilaterales entre Argelia y Marruecos se vislumbra más en los pequeños gestos simbólicos, que en las grandes declaraciones. Una serie de indicios surgidos en tiempos de la COVID-19 indican que se están dando pequeños pasos en el acercamiento entre los dos países pivotes del Magreb.
Al mensaje enviado por el presidente argelino al rey Mohammed Vi el 18 de junio, felicitándose del éxito de la operación quirúrgica hecha al soberano alauita cuatro días antes en el Palacio Real de Rabat, en el que Abdelmadjid Tebboune añade al tratamiento protocolario el calificativo de “querido hermano”, el rey marroquí respondió días después felicitando al presidente Tebboune por el aniversario de la independencia del país el 5 de julio de 1962, recordando en el texto que “los lazos de amistad entre los dos pueblos se han reafirmado con la solidaridad fraternal que marcó la lucha heroica por la libertad y la independencia, y la firme convicción de la unidad de destino magrebí común”. Mohammed VI recuerda que Marruecos fue no solo un apoyo político y una retaguardia segura para la dirección militar argelina, sino que en su país se fabricaba armamento y explosivos destinados a la guerrilla.
Al tono de distensión que marcan ambos mensajes, lejos de “estamos en un país enemigo” que soltó abruptamente el cónsul marroquí en Oran semanas atrás y que acarreó su despido del puesto y repatriación a Marruecos, se añade el nombramiento del nuevo embajador marroquí en Argel, Mohamed Ait Ouali, un experto diplomático “muy cercano a Palacio”, buen conocedor del mundo árabe y hábil en resolver conflictos.
También es un pequeño gesto simbólico el que el portal de noticias Afrik.com, que desde hace años defiende la postura argelina en el conflicto del Sáhara Occidental, cambie de formato y elimine la bandera de la RASD (República saharaui) dejando solo el Sáhara como “país”; un portal que durante años se ha hecho eco de todas las noticias y declaraciones que criticaban “la ocupación marroquí de la excolonia española”, y que hoy saca un amplio panegírico del príncipe heredero marroquí Mulay El Hassan, “orgullo de su hermana Lalla Jadiya, del rey Mohammed VI y de su familia”.
En cuanto a los mensajes más directos hay que señalar la petición del presidente argelino a que Marruecos “formule una propuesta concreta” para avanzar en la solución del contencioso bilateral. Algo que hace ya siete meses había hecho el rey Mohammed VI cuando propuso “nuevos mecanismos de concertación bilateral sin condiciones”.
Abdelmadjid Tebboune está ahora en mejores condiciones de abordar el complejo problema bilateral, en el que el conflicto del Sáhara es solo una pieza más, ya que la situación de poder se está estabilizando. Los juicios por corrupción contra los ex primeros ministros Abdelmalek Sellal y Ahmed Uyahia, y el que está en vías contra Said Bouteflika, el hermano del presidente defenestrado, por “usurpación de funciones”; así como las detenciones y juicios militares contra el generalato que el antiguo jefe de Estado Mayor, Ahmed Gaïd Salah fallecido hace seis meses, encumbró al poder militar y de los servicios de espionaje, dejan ya un amplio margen al presidente para asumir sus funciones constitucionales y tomar en mano las riendas de la política exterior y de las relaciones estratégicas internacionales.
Sin embargo, tanto en Argel como en Rabat, hay sectores que temen perder poder, influencias y ventajas si las relaciones bilaterales se normalizan; Tebboune y Mohammed VI tienen ante sí una tarea previa, antes de dar pasos mayores en el reacercamiento magrebí.