Estados Unidos propone un nuevo enfoque para la crisis del Sáhara

Esta fotografía de archivo muestra banderas de Estados Unidos y Marruecos junto a un mapa de Marruecos autorizado por el Departamento de Estado de EE. UU. que reconoce el territorio en disputa internacional del Sáhara Occidental como parte del reino norteafricano - PHOTO/AFP
Esta fotografía de archivo muestra banderas de Estados Unidos y Marruecos junto a un mapa de Marruecos autorizado por el Departamento de Estado de EE. UU. que reconoce el territorio en disputa internacional del Sáhara Occidental (con la firma del embajador de Estados Unidos en Marruecos, David T. Fischer) como parte del reino norteafricano - PHOTO/AFP
El medio digital Mondafrique, basándose en fuentes de la Inteligencia francesa, afirma que Washington ha propuesto a António Guterres organizar una conferencia internacional reducida para abordar la crisis del Sáhara Occidental y sus escenarios de solución. 

Según el periódico en línea, en la misma deberían participar los cuatro principales protagonistas (Argelia, Mauritania, Marruecos y el Frente Polisario), y un reducido grupo de países involucrados directamente en el conflicto, a saber, España, Francia, Gran Bretaña, Rusia y Estado Unidos.

¿Es un marco apropiado para resolver el conflicto que desde hace medio siglo oponen el Gobierno de Marruecos y el movimiento Polisario acerca de la soberanía de la excolonia africana española? La cuestión merece reflexión y debate. 

La crisis en las antiguas provincias españolas (cuando España se retiró del Sáhara firmó un Acuerdo con el Reino de Marruecos y la República de Mauritania a los que trasfería la Administración del territorio en espera de realizar una consulta referendaria de la población, acuerdo que fue depositado en el registro de la ONU) ha terminado por enquistarse. 

La ONU no ha sido capaz de resolver el contencioso; no menos de siete secretarios generales se han visto obligados a tirar la toalla. Los principales protagonistas han mantenido múltiples encuentros, bilaterales Polisario-Marruecos, y generales de los cuatro, y han disentido sobre casi todos los puntos en discordia: censo, estatuto de los refugiados, papel del Frente Polisario, cese de los enfrentamientos armados, arquitectura institucional de la región... El Frente Polisario, respaldado por Argelia, se aferra a un referéndum de autodeterminación previsto en sus inicios por la ONU, pero aparcado de facto desde hace ya 20 años, mientras que el Reino de Mohamed VI ha propuesto la solución de la autonomía del territorio dentro del marco soberano marroquí, con un estatuto interno de las estructuras administrativas y gubernamentales elegidas por la población local aún por elucidar.

La propuesta hecha por la Administración demócrata de Joe Biden, de confirmarse, supondría la mejor garantía internacional para la puesta en práctica de los acuerdos a los que “las cuatro partes concernidas” pudiesen llegar. 

Marruecos no confía en que Argelia respete la posible hoja de ruta adoptada por la conferencia, ni en que el Frente Polisario acepte dejar las armas e integrarse dentro de la región autónoma en la forma que se acuerde, y que sólo sea una táctica para continuar la lucha armada por la independencia dentro del territorio en disputa.  

Por su parte, Argelia y su valido saharaui no confían en que Marruecos respete los derechos y libertades de la población del territorio en caso de implantación de la autonomía regional. Tampoco el Frente Polisario ve con buenos ojos encontrarse entre dos fuegos y ser un as en la manga de cada una de las dos potencias hegemónicas del Magreb.

En cuanto a Mauritania, teme que la minoría saharaui que habita en su territorio soberano sea utilizada como moneda de presión por los otros tres protagonistas. 

Solo se conseguirían garantías internacionales si los países terceros implicados se erigiesen como árbitros y jueces en el conflicto. Si EE. UU., Rusia, Francia, Gran Bretaña y España se limitan al papel de anfitriones, la mini conferencia internacional será un nuevo fracaso. Pero, si este quinteto de potencias se involucra e impone su control, se pueden reunir las condiciones para resolver definitivamente el conflicto y sentar las bases de un desarrollo coordinado de la región magrebí. 

La implicación de las grandes potencias, que en otros escenarios están directamente enfrentadas, puede empezar a configurar un equilibrio estratégico en la región atlántico-mediterránea y del norte de África, cara a “la negociación de los nuevos equilibrios mundiales” que  acarreará la convulsión geoestratégica internacional que está teniendo lugar.