Kishida no aguanta la presión y anuncia su dimisión

Parlamentario por la emblemática prefectura de Hiroshima desde 1993, Kishida sucedió en el escaño a su padre y a su abuelo, lo que da una idea cabal del peso de la tradición en la política nipona.
Al anunciar su renuncia este miércoles, Fumio Kishida la justifico en que “en esta elección para encumbrar al líder del PLD, es necesario mostrarle al pueblo que nuestra formación política está cambiando, y el primer paso para ello es mi propia renuncia. Tomo esta dura decisión con la firme convicción de que la actividad política solo es posible si se tiene la confianza del pueblo”.
A la cabeza de la facción más débil del PLD, Kishida hubo de hacer múltiples concesiones desde su toma de posesión en 2021 a las más fuertes del partido, en especial al ala ultranacionalista, liderada hasta su asesinato por el ex primer ministro Shinzo Abe, mentor a su vez del propio Kishida, que jamás logró aproximarse al carisma de su antecesor.
Más allá de sus propias palabras, los dos grandes motivos de la próxima dimisión de Kishida son su muy debilitada popularidad (apenas un 25% aprueba su gestión, según sondeo de la NHK), y los escándalos financieros que sacuden al partido, especialmente a lo largo del último año. Su pérdida de popularidad se debe fundamentalmente al fracaso de su Plan de Estímulos de noviembre de 2023, en que decretó un paquete de medidas e inversiones por valor de 17 billones de yenes (106.000 millones de euros), que no han logrado reducir los elevados precios de las importaciones japonesas, especialmente los alimentos, cuya casi totalidad proviene del exterior. Pese a tan formidable inyección financiera, Japón tampoco logró enderezar su producción industrial, que ha registrado incluso una caída del 0,7% en el primer trimestre de 2024. Y, con respecto a la propia divisa del país, el yen fue una de las más castigadas a lo largo de 2023, con una fuerte depreciación (10,14%), respecto del euro y el dólar.
En cuanto a los escándalos financieros de su partido, estos se centran en los presuntos pagos que habrían ido a parar presuntamente al bolsillo de varios miembros del PLD. Estos están acusados de haber sobrepasado los límites legales en la recolecta de fondos, lo que en sí mismo estaría fuera de la ley, al margen de a dónde fuera a parar ese presunto exceso de recaudación.
A sus 67 años y más de la mitad dedicados a la política, Fumio Kishida deja, sin embargo, una fortalecida política internacional de Japón. Ha establecido las mejores relaciones con Corea del Sur desde la Segunda Guerra Mundial, y ha fortalecido los lazos con Estados Unidos. El pasado mes de abril firmó 70 grandes acuerdos de Defensa con Washington, incluyendo capítulos específicos de cooperación tecnológica avanzada, desde la construcción de misiles a alunizajes de naves conjuntas, hasta el diseño de acciones y estrategias comunes para la contención de China en sus mares Meridional y Oriental, todo ello con el propósito obvio de impedir que Pekín intente apoderarse de Taiwán, a la que considera “isla rebelde, inalienable parte de China”.
El acuerdo de Washington, que sería reforzado a continuación con la inclusión de Filipinas en la arquitectura de contención, provocó el inmediato enfado del presidente chino, Xi Jinping, cuyos portavoces acusaron a Washington y Tokio de “haber conformado una alianza para difamar y atacar a China”.
Kishida también se avino a crear con Estados Unidos y Australia una arquitectura aérea de misiles y de defensa, al tiempo que esbozó la puesta en marcha de ejercicios militares trilaterales con Estados Unidos y el Reino Unido.
Todo este andamiaje se lo dejará Kishida a su sucesor al lanzar la carrera que ha de culminar en septiembre. El todavía primer ministro japonés dijo “esperar que los candidatos [a liderar el PLD, y consiguientemente el Gobierno] tengan las cualidades precisas para comprometerse a disputarse el puesto en un debate serio”, aludiendo a los grandes cambios que precisa un partido hegemónico como el PLD, que no se ha apeado del poder desde 1945.