UE-Mercosur, la última oportunidad

PHOTO/FILE - Banderas de la Unión Europea

Es el acuerdo potencialmente más importante en la historia tanto de la Unión Europea como del Mercado Común del Sur (Mercosur), lleva más de veinte años negociándose y puede convertirse por lo tanto en la gran palanca que catapulte el peso y la influencia en el mundo de ambos continentes, o bien convertirse en una gran frustración. 

Salió todo ello a relucir en el reciente encuentro virtual celebrado en la Casa de América de Madrid en conexión simultánea con la Cámara de Comercio de Uruguay, país fundador del Mercosur e impulsor de la firma final y ratificación del acuerdo. 

Ni Europa ni Iberoamérica son las mismas de hace ya los más de veinte años en que comenzaron las negociaciones entre la UE y el bloque conformado por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. No se han detenido en este tiempo, claro está, los flujos comerciales entre ambos, que hoy suponen 122.000 millones de euros, una cifra que podría multiplicarse por cinco de haberse concluido esta trascendental alianza, según lo cuantifica Juan Fernández Trigo, el secretario de Estado para Iberoamérica y el Caribe. 

No es muy aventurado predecir que o bien la presidencia rotatoria española de la UE de este segundo semestre consigue la firma definitiva del acuerdo o bien se habrá desaprovechado irreversiblemente la última oportunidad de lograrlo. La pugna geopolítica mundial es tan descarnada que, caso de que se frustre, será China quién intente ocupar el lugar de la UE, acentuando al máximo su penetración en el continente, en el que ha multiplicado tanto la compra masiva de materias primas como las inversiones, aunque aún no hayan alcanzado éstas el nivel de las europeas, que España las encabeza con un stock de inversión directa de 66.000 millones de euros.

La vicepresidenta de Uruguay, Beatriz Argimón, que reconoce “el avance un poco lento en la definición del acuerdo”, pone un punto de optimismo al observar “características auspiciosas” en esta fase que debería dar el impulso definitivo. 

Ciertamente no es fácil casar los intereses contrapuestos entre los respectivos proteccionismos agrícolas e industriales de la UE y el Mercosur, temerosos en ambos casos de que el desarme arancelario del acuerdo se traduzca en las correspondientes crisis, en las que los sectores afectados experimentarían un fuerte empobrecimiento con las consiguientes tensiones y turbulencias sociales. Pero, una vez aceptada la innegable realidad de que, pese a la bondad general del acuerdo, habrá perdedores, corresponde a los dirigentes políticos de uno y otro bloque mejorar la situación económica y el bienestar de los afectados. Solo así se reforzará la legitimidad de los acuerdos comerciales dentro de la UE y de Mercosur, como afirma Núria Vilanova, presidenta del Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica. 

Por otra parte, es tan vertiginoso el ritmo que han imprimido los últimos acontecimientos a la marcha del mundo que reabrir los capítulos que ya se cerraron en 2019 sería el camino más corto para que terminaran en un estrepitoso fracaso. España, que cuenta en principio con el apoyo de Portugal y Alemania, deberá hacer un gran esfuerzo por convencer a otros socios, como Francia, Polonia, Irlanda o Países Bajos, de que ya no rigen las excusas medioambientales que esgrimían, sobre todo a propósito de la preservación de la Amazonia, pretextos tras los que se escondían evidentes intereses proteccionistas. 

A su vez, el Brasil de Lula da Silva, que parece mostrarse más receptivo que su antecesor, Jair Bolsonaro, habrá de hacer lo mismo con respecto a sus propios compatriotas, además de argentinos, uruguayos y paraguayos de que “el acuerdo UE-Mercosur será la pieza clave para modernizar la matriz productiva regional, acelerar la transición verde, facilitando la transferencia de tecnologías y promoviendo cadenas de valor sostenibles a través de la cooperación europea”, en palabras de Núria Vilanova. 

El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, lo califica como “el acuerdo más importante de la Unión Europea”, capaz de aglutinar a 800 millones de personas y con un volumen de intercambios que lo auparía al quinto lugar del mundo. Pero, además, para la UE, que pelea en medio de la pugna entre Estados Unidos y China, supondría reforzar su propio papel internacional. En cuanto a Mercosur, también le serviría para salir de su estancamiento y situación periférica. Dejar pasar la ocasión sería por lo tanto desperdiciar una oportunidad que no volverá a presentarse.       

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