La filosofía de las enseñanzas del Islam (7)

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¿Por qué se prohíbe la carne de cerdo?

Cabe destacar en este contexto que, a través del mismo nombre del animal, Dios nos ha señalado la razón por la que se prohíbe su carne. La palabra árabe empleada para “cerdo” es “Jinzir”, nombre compuesto de “Janz” y “Ara”, que significa “lo veo muy sucio”. Así, el nombre que Dios dio a este animal señala su impureza. 

Es una coincidencia curiosa que en hindi a este animal se llame “Suar”, nombre compuesto de “Su” y “Ara”. Esto también significa “Lo veo muy sucio”. 

No es sorprendente que la palabra árabe “Su” se halle en el idioma hindi. Hemos establecido en nuestro libro Minanur Rahman que el árabe es la madre de todos los idiomas, y que muchas palabras árabes se encuentran en todos los idiomas. 

“Suar” es por lo tanto, una palabra árabe, y su equivalente en hindi es “bad”. El animal también se llama “bad” en hindi. No cabe duda de que en la época en que el árabe era el idioma universal, se conocía este animal con el nombre árabe, sinónimo de Jinzir, y así ha continuado hasta nuestros días. Es posible que en su forma sánscrita la palabra se haya transformado, pero la verdadera palabra es Jinzir, y proclama su propio sentido. 

No es necesario aquí discutir la suciedad de este animal. Todos sabemos que come cosas impuras y es totalmente desvergonzado. Por lo tanto es obvio el motivo de su prohibición, pues según las leyes naturales, su carne corrompería el cuerpo y el alma de quien lo comiera. Como ya hemos establecido, los alimentos afectan al alma de una persona, y no cabe duda de que la carne de un animal tan sucio también sería sucia. Incluso en épocas preislámicas, los médicos griegos opinaban que la carne de este animal dañaba sobre todo la facultad de modestia y producía desvergüenza. Por la misma razón la ley islámica también prohíbe el comer carroña, porque ejerce un efecto adverso sobre las cualidades morales. Y también es perjudicial para la salud física.

Aquellos animales cuya sangre permanece en su interior, como los que mueren estrangulados o matados a golpes, son, en realidad, carroña. Es obvio que la sangre de tal animal se corrompe rápidamente, corrompiendo toda la carne. Tras recientes investigaciones se ha podido demostrar que los gérmenes de la sangre extienden la corrupción por toda la carne del animal muerto.

La condición moral del hombre

La segunda parte de la reforma coránica consiste en la regulación de las condiciones naturales, con el fin de convertirlas en altas cualidades morales. Este es un tema muy amplio. Si intentáramos tratarlo detenidamente aquí, la ponencia se extendería tanto que no podríamos leer ni la décima parte en el tiempo permitido. Por lo tanto hemos de limitarnos a la exposición de algunas cualidades morales, con la esperanza de que sirvan de ejemplo.

Las cualidades morales se comprenden bajo dos epígrafes. Primero, las cualidades morales que capacitan al hombre para abstenerse del mal; y segundo, las cualidades morales que le capacitan para hacer el bien. 

La primera categoría comprende las cualidades que impiden que un hombre dañe - con su lengua, sus ojos, sus manos o por otro órgano - la vida, el honor y la propiedad del prójimo, o que albergue en su intención hacerlo. La segunda categoría comprende aquellas cualidades morales que estimulan al hombre a ayudar a los demás, con respecto a su honor y su propiedad, utilizando su lengua, sus manos, sus conocimientos o cualquier otro medio, para hacer constar la gloria o el honor del prójimo. Estas cualidades también le permiten perdonar al ofensor que le agrede del castigo físico o del impuesto financiero que justamente merece, o castigarle de tal forma que el castigo se trueque en beneficio.

Las cualidades morales relacionadas con la abstención del mal

Las cualidades morales que el verdadero Creador ha designado para la abstención del mal corresponden a cuatro nombres distintos en árabe, cuyo vocabulario proporciona una palabra específica para los distintos conceptos, modos y costumbres humanos.

La primera de estas cualidades se llama Ihsan, es decir castidad. Esta palabra designa la virtud que corresponde a la facultad de procreación de hombres y mujeres. Se llama castos a los hombres o mujeres que se abstienen del trato ilegal o sus preliminares, que llevan a la desgracia y la humillación de los culpables en este mundo, y al castigo en la otra vida, además de deshonrar y perjudicar a sus familiares. Por ejemplo, si un hombre intentara seducir a la esposa de otro, aunque su intento sólo constituyera la fase preliminar del adulterio, incumbiría a un marido digno el divorciarse de su esposa por haber aceptado ésta la atención de un extraño. Sus niños también se verían profundamente afectados. El marido tendría que soportar todos estos perjuicios debido a la mala conducta de un malvado.

Se ha de recordar que la cualidad moral de castidad sólo se aplica a aquellas personas que, siendo físicamente capaces de cometer el vicio, se abstienen de hacerlo. Si no poseen tal capacidad, por ser menores de edad, o impotentes, o seniles, o por estar castrados, no se puede considerar su abstención del vicio como cualidad moral. Hay, en tales casos, una condición natural de castidad, pero - como hemos señalado varias veces - las condiciones naturales no se pueden considerar como cualidades morales. Se convierten en cualidades morales sólo cuando se ejercen o son susceptibles de ser ejercidas en las ocasiones debidas, y cuando se someten a los dictados de la razón. Por lo tanto, aunque observen la castidad, los menores y los impotentes y todas aquellas personas que de alguna manera se privan a sí mismas de capacidad sexual, no merecen elogios por poseer esta cualidad moral, aunque aparentemente estén llevando vidas castas. En todos estos casos, su castidad es únicamente una condición natural. Como este vicio y sus preliminares pueden ser practicados tanto por hombres como por mujeres, el Santo Libro de Dios contiene enseñanzas para los dos acerca de este punto.

Dice:

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“Di a los hombres creyentes que recaten su mirada y guarden sus partes íntimas. Esto es lo más puro para ellos. En verdad, Al’lah sabe perfectamente lo que hacen”.

“Y di a las mujeres creyentes que recaten su mirada y protejan sus partes íntimas, y que no muestren su belleza y sus adornos, excepto lo que de ellos sea aparente; y que coloquen sus velos sobre sus pechos … Y que no caminen de manera que pueda mostrarse lo que ocultan de su belleza. Y volveos todos juntos a Al’lah, ¡oh, creyentes!, para que podáis prosperar”. (24:31-32).

Otro método de librarse del mal es volverse a Dios, rogándole la protección ante cualquier tentación. También se enseña:

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“Y no os acerquéis al adulterio” (17:33). 

Esto significa, que el hombre debe evitar las ocasiones que le arrastren hacia esa dirección y se debe apartar de todos los caminos que conduzcan a este vicio. El que se entrega a este vicio comete un acto de extrema perversidad. El camino del adulterio es un mal camino, porque obstruye el progreso del hombre hacia su meta, y dificulta el logro del objeto de la existencia. Los que no encuentran esposa deben conservar su castidad por otros medios:

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 “Y quienes no encuentren medios para el matrimonio, deben conservarse castos hasta que Al’lah les conceda medios de Su magnanimidad”. (24:34)

Como por ejemplo, ayunando, tomando alimentos ligeros o haciendo ejercicio.

Algunos adoptan el celibato, o se someten a la castración o la clausura. Dios no prescribe el monasticismo, y por eso aquellos que lo adoptaron no fueron capaces de observar su disciplina 

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“Mas la vida monástica que introdujeron –y que Nosotros no se la prescribimos–, no la practicaron de acuerdo con su verdadero espíritu”. (57:28). 

Esto significa que si el celibato y la clausura hubieran sido impuestos por Dios, todos hubieran tenido que observar tal disciplina, y la raza humana se habría extinguido hace ya tiempo. Además, la preservación de la castidad por castración u otro medio equivaldría a una crítica contra Dios, que dio al hombre la capacidad de procrear. El mérito se halla en la abstención de emplear esta capacidad cuando la ocasión es inadecuada, por temor a Dios; y se convierte en doble mérito al emplear esta capacidad en el lugar y momento debidos. Al destruir la capacidad, el hombre se priva de los dos beneficios. El mérito depende de la posesión de la capacidad, y de su regulación. ¿Qué aprecio merece la persona que ha perdido aquella capacidad, y se ha convertido de nuevo en niño? ¿Es digna de mérito la castidad de un niño?

(lpbD) – la paz y las bendiciones de Dios sean con él.

[Continuaremos con la entrega 8, donde explicaremos remedios que propone el Sagrado Corán para la abstención del mal]