España se estrena como rey de Europa con un pobre empate en Serbia

Apenas tuvieron tiempo para despedirse. Un rápido adiós, un WhatsApp o una tormenta familiar en ciernes. Los jugadores de España se fueron de vacaciones desde Madrid después de celebrar el título de campeones de Europa. A Cucurella le esperaba la playa, la paella y sus rizos rojizos por una apuesta, a Fermín un oro en París y a Morata un capítulo más de su relación de amor odio con el fútbol en un peregrinaje a Milán tras un divorcio inesperado que sacudió a España.
Que la vuelta de la campeona de Europa sea en la Liga de Naciones debería ser un premio, pero nada de lo que pasa en el fútbol es normal a estas alturas. La enésima concentración con la Liga empezada, cuatro jornadas de las que apenas recordamos nada y unos jugadores que pusieron rumbo a Belgrado y, después, a Ginebra para medirse a Suiza.
Apenas 30.000 serbios en un estadio desolador, al menos, en la televisión. Ni rastro de los 53.000 que convierten ese estadio en un infierno. Quizá se espere más público en Ginebra, pero entonces ya estaremos pensando en la nueva jornada de Liga más que en los tres puntos. Y en que no se lesione nadie que con la recaída de Fermín ya tiene bastante el fútbol español.
Del partido poco que destacar. Que España volvió al amarillo deslucido que le ha plantado Adidas y que, por suerte, solo lució una vez en la Eurocopa y que De la Fuente premió a casi todos los que pudo porque a los que no alineó era porque estaban lesionados como Unai Simón o Morata.

Raya le ha puesto complicada la portería al meta vasco, pero Ayoze no parece que vaya a tumbar a Morata, aunque el madrileño no necesita más competencia que él mismo y la presión a la que se somete. Olmo lideró el centro del campo y Yamal y Williams atacaron las bandas. Pero Serbia no es Francia, ni Alemania, ni Inglaterra.
El meta Rajkovic y el delantero Jovic eran las únicas caras conocidas de los españoles por su presencia en España, pero no había más que ver en un combinado en plena fase de composición y en busca de jugadores que demuestren en las grandes ligas europeas su potencial.
España no da para más en estos partidos. Imposible motivar a un grupo que se juega mucho en Liga con sus equipos y que sabe que lo bueno con la Roja llegará en marzo con los cruces de cuartos de final, justo cuando se estén jugando la Liga con sus equipos. Después vendrá la final a cuatro y, sin bajar del avión, un Mundial de Clubes para el Real Madrid y el Atlético de Madrid que pueden llevar a sus jugadores a los 70 partidos. Si es alguno sobrevive a la inhumana paliza.
En octubre visitarán España los combinados de Dinamarca y Serbia, otro parón. En noviembre, visita a Dinamarca y nos visitará Suiza. El 7 de junio el partido más esperado del año, la finalísima mundial entre España y Argentina. Hagan juego, porque el fútbol no para.