El Real Madrid sobrevive al asedio y escribe (otra vez) la historia de la Champions

“Aquí solo se puede ganar así”, decía Carlo Ancelotti tras el partido. Además, mandaba un mensaje a Bayern de Múnich, “el Real Madrid nunca muere”. Ese será su rival en semifinales, pero eso es una historia lejana después de someterse al asedio del Manchester City en un partido defensivamente impecable.
La concentración de todo el equipo blanco bien podría haber saltado las lágrimas de Simeone, que hace años que perdió esa capacidad en su equipo. El Real Madrid defendió todo lo que no fueron capaces de defender el Barça y el Atlético de Madrid 24 horas antes. Un gol de Rodrygo en el 14 sentó las bases de lo que iban a ser los siguientes 106 minutos. Es más, el Real Madrid no pisó el área rival hasta el minuto 100 y solo lanzó un córner por los casi 20 del City.
Guardiola no se quejó del entramado defensivo blanco. Sabe que no es su estilo y que si Ancelotti lo puso en marcha en ese partido fue porque quería salir mejor parado que el año pasado cuando encajó cuatro goles por un planteamiento nefasto.

Sin balón el Real Madrid fue casi perfecto. Solo un error de Rüdiger en un despeje dio lugar al gol de De Bruyne. Si al alemán no se le hubiera enredado el balón en el despeje, el City no hubiera podido marcar un solo gol. El belga tuvo otra ocasión que mandó por encima del larguero. Quizá, quiso ajustar demasiado el balón porque pensaba que Lunin llegaría a pararlo.
El ucraniano se está ganando una renovación a lo grande. Jorge Mendes se frota las manos preparando su asalto a las oficinas del Bernabéu el próximo verano, pero lo único que queda de todo esto es que Ancelotti se quería deshacer de él en la gira americana y hoy le ha quitado el puesto a Kepa y ya es un héroe, pase lo que pase en la portería blanca cuando se recupere Courtois.

El entrenador italiano no quería hacer cambios. El español del City, tampoco. Solo el cansancio extremo hizo que salieran Vinicius o Rodrygo, además de Kroos, lo que entraba no era pólvora, pero suplentes como Modric, Lucas Vázquez o Brahim tienen algo especial que no les coloca un peldaño por debajo del resto, simplemente son titulares que se sientan en un banquillo donde no hay pólvora, aunque no era el mejor día para poner a Joselu. No hacía falta.
El Manchester City hizo todo lo que pudo para marcar el segundo gol. Las estadísticas son las de una apisonadora que, sin embargo, se encontró con un tal Rüdiger a los mandos de la defensa y que contó con la ayuda de Militao, casi convaleciente, cuando Carvajal ya no podía más. Los minutos pasaban lentos y los últimos cinco de la prórroga eran un clamor de jugadores arrastrados por el campo que no tenían ni a Haaland de referente porque el delantero volvió a frustrarse ante el Real Madrid y acabó lesionado en el banquillo.
Lunin, Llopis y Kepa decidieron que el ucraniano se quedará quieto en el penalti de Bernardo Silva y que se lanzara a la derecha en el de Kovacic. Pleno de aciertos. Solo quedaba meter el último. El que debería ser para un experto como Brahim. Por allí apareció un destartalado Rüdiger, otra vez, que cogió el balón y lanzó al interior del palo derecho. El balón entró y el Real Madrid escribió otra página histórica de la Champions. Porque la historia de esta competición, que tanto maltrata a su rey, la escribe el club blanco. Queda un capítulo, el del Bayern de Múnich con el partido de vuelta en casa y, quién sabe, si el 1 de junio la leyenda se hará más grande.