El Real Madrid supera el trance y se mete en cuartos de final desde los once metros

Gallagher empató la eliminatoria a los 30 segundos
<p>Antonio Rüdiger (D) celebra con sus compañeros tras ganar la tanda de penaltis durante el partido de vuelta de los octavos de final de la UEFA Champions League entre el Club Atlético de Madrid y el Real Madrid CF en el estadio Metropolitano de Madrid el 12 de marzo de 2025 - REUTERS/JUAN MEDINA&nbsp;</p>
Antonio Rüdiger (D) celebra con sus compañeros tras ganar la tanda de penaltis durante el partido de vuelta de los octavos de final de la UEFA Champions League entre el Club Atlético de Madrid y el Real Madrid CF en el estadio Metropolitano de Madrid el 12 de marzo de 2025 - REUTERS/JUAN MEDINA 

El euroderbi se convirtió en una angustia insuperable. Se dieron cita 70.000 personas en las gradas del Metropolitano el día que Jesús Gil hubiera cumplido 92 años. Enrique Cerezo quería dedicarle la victoria, pero también quería que todo acabase pronto y que la gente se pudiera ir a su casa a las 11 de la noche. 

El destino tenía preparada una batalla física al más alto nivel. Imposible para aquellos que no estuvieran en plenas condiciones. Y eso era precisamente lo que les pasó a Mbappé y a Vinicius, ninguno de los dos tenía ganas de jugar. El francés arrastra misteriosos problemas físicos, aunque todo quede disfrazado de un dolor de muelas. El brasileño vive encarado a la grada y se ha convertido en un jugador tóxico para su propio vestuario. 

La bronca pública de Bellingham en la prórroga por no defender un balón con uñas y dientes, acabó en un Vinicius desconcertado que preguntaba al banquillo qué podía hacer, quizá por la falta de físico. Tampoco ayudó Ancelotti, fiel a su estilo conservador en los cambios que no dio paso a Endrick hasta el minuto 115 con los penaltis en el horizonte. 

<p>Alexander Sorloth, Marcos Llorente, César Azpilicueta y Samuel Lino del Atlético de Madrid parecen abatidos después del partido - REUTERS/SUSANA VERA </p>
Alexander Sorloth, Marcos Llorente, César Azpilicueta y Samuel Lino del Atlético de Madrid parecen abatidos después del partido - REUTERS/SUSANA VERA 

Esta desidia blanca pudo costarle caro al Real Madrid. El gol de Gallagher llegó a los 30 segundos tras un cúmulo de errores que acabaron con un remate en el área pequeña del jugador inglés. Simeone tenía el partido donde quería y, en ese momento, comenzaba a jugar sus cartas. El Atleti (como rotuló la UEFA en la televisión, en lugar de Atlético de Madrid) se encerró atrás para salir a la contra en algún error en los pases del Madrid. Los de Ancelotti movieron el parabrisas de lado a lado sin profundidad mientras que Julián Álvarez y Giuliano ponían a prueba a Courtois, que sostuvo al equipo en los peores momentos. 

El descanso fue lo mejor que le pudo pasar al Real Madrid junto con la amarilla a Tchouaméni en el 39. Algo que hiciese reaccionar a Ancelotti que tardó otros 20 minutos en hacer los cambios oportunos. Modric dejó el campo agotado y sin aportar demasiado y el propio Tchouaméni pagó la amarilla con el cambio. Entraron Lucas Vázquez y Camavinga lo que obligó a Valverde a volver al centro del campo. 

El Real Madrid se transformó y Simeone no movió a su equipo. La gasolina empezó a escasear y, por fin, el Real Madrid encontró espacios para correr. Mbappé se fue a la guerra contra dos defensas y Lenglet cometió un penalti que podría haber acabado en roja. Vinicius completó su desconexión enviando el balón a las nubes y condenando a su equipo a seguir con la agonía. 

<p>Antonio Rüdiger del Real Madrid marca un penalti y gana la tanda de penaltis - REUTERS/JUAN MEDINA </p>
Antonio Rüdiger del Real Madrid marca un penalti y gana la tanda de penaltis - REUTERS/JUAN MEDINA 

Los gestos a la grada señalando el parche de las 15 Champions le tuvieron más concentrado que el propio partido, incluso al final, tras los penaltis, decidió que era mejor exponer a la grada un plumas del Real Madrid para provocar a los aficionados que irse con sus compañeros a celebrar el pase con los 4.000 aficionados blancos que sumaban más de seis horas animando a su equipo. 

Brahim y Fran García dieron oxígeno a los blancos. Mendy se lesionó tras otro partido mediocre, unido a un flojo Rüdiger a los que ayudó Asencio, el nuevo “kaiser” de la defensa del Madrid que, sin embargo, se verá relegado al banquillo en hipotéticas finales de Copa o Champions si Militao se recupera a tiempo. Cosas de Ancelotti. El trance se prolongó en un tiempo extra dramático donde los jugadores apenas podían correr y pensar a la vez. El desgaste físico en el mes de marzo se debe a la acumulación de partidos. Liga, Copa, más Champions... todo vale con tal de alimentar una industria que no tardará en colapsar. 

<p>Julián Álvarez del Atlético de Madrid marca un penalti durante la tanda de penaltis que luego es anulado tras una revisión del VAR - REUTERS/SUSANA VERA </p>
Julián Álvarez del Atlético de Madrid marca un penalti durante la tanda de penaltis que luego es anulado tras una revisión del VAR - REUTERS/SUSANA VERA 

En los penaltis, volvió el pupas. El adjetivo que el Cholo había desterrado apareció en forma de un artículo de dos líneas del reglamento que dice que un jugador no puede tocar el balón dos veces antes de lanzar un penalti y, que si lo hace no se repite, se da por fallado. Peor imposible. Julián Álvarez rozó el balón con el pie de apoyo antes de golpear, Courtois lo vio, el banquillo del Real Madrid, también y el VAR confirmó el doble toque. Lucas Vázquez erró y empató los penaltis, pero Llorente lanzó su disparo a la madera, aunque el meta blanco había adivinado el lado. El definitivo lo tenía que lanzar Endrick, pero la cara del brasileño al conocer la noticia de boca del propio Ancelotti tuvo que ser un poema. El italiano lo detectó y “elegimos a Antonio”, que no falló. 

<p>El entrenador del Atlético de Madrid, Diego Simeone - REUTERS/SUSANA VERA </p>
El entrenador del Atlético de Madrid, Diego Simeone - REUTERS/SUSANA VERA 

Simeone quería animar a la grada. Pedirles que estuvieran al lado de su equipo por la épica derrota, pero un derbi duele, dos finales de Champions más y quedarse fuera de Europa a manos de tu eterno rival, es otra herida que tardará en cerrarse. El Real Madrid pasó sin jugar a nada, con futbolistas desconectados y con graves problemas para hacer goles. En cualquier caso, espera el Arsenal. Los de Arteta conocerán al rey de Europa, con la vuelta en el Santiago Bernabéu.