La UEFA tolera el final más indigno a la Eurocopa 2020

La lamentable puesta en escena de la Superliga solo podía superarse por los argumentos esgrimidos contra ese torneo por parte de la UEFA. Mientras Florentino Pérez paseaba con nocturnidad su idea, la UEFA cargaba contra todos los equipos miembro amenazando con multas y prohibiciones. Pero el gran error fue aquello de “el fútbol es de los fans”. Ese lema se ha grabado a fuego entre los aficionados y ahora es el momento de pasar factura a Ceferin.
La Eurocopa 2020 se ha celebrado porque los contratos con la televisión y los patrocinadores obligaban a jugar esos partidos. Con más o menos público el espectáculo debía continuar, aunque fuera en medio de una pandemia que cada país afronta como quiere. Desde estadios medios vacíos como el de La Cartuja a recordar tiempos mejores con Budapest abarrotado. La UEFA hizo el gesto de complacer a Europa por el Brexit retirando de Londres el centro de prensa para ubicarlo en Ámsterdam. No fue capaz de hacer nada más porque el objetivo era la gran final de Wembley y no querían enfadar a Boris Johnson y a sus chicos.

Los partidos se han jugado como se ha podido. Bastante se ha hecho comparado con la que estaba cayendo hace un año. Pero los desplazamientos se han limitado mucho, aunque la Organización Mundial de la Salud ya ha apuntado a la Eurocopa 2020 como culpable del repunte de casos en el viejo continente. Aficionados sin mascarillas, celebraciones en las grandes ciudades… la pandemia se ha hecho muy larga y la gente quiere volver a alguna normalidad. La que sea.
Pero llegaba el colofón al torneo. Las semifinales y la gran final en Londres. Todo ello aderezado por las duras restricciones del Gobierno inglés a los extranjeros que quieran entrar en su territorio y, de postre, una UEFA que ha doblado la rodilla ante Inglaterra como agradecimiento a que sus equipos saltaran del barco de la Superliga los primeros.
Si Reino Unido pide 10 días de cuarentena a cualquiera que entre en su territorio, la UEFA calla. Aunque se pueda reducir a cinco con una PCR negativa. La multa por saltarse la norma es de 10.000 libras. La prensa puede entrar con un test negativo realizado 72 horas antes, aunque en Wembley vuelven a pasar por otro test y, si todo va bien, los mandan al hotel sin salir hasta la hora del España-Italia o del Inglaterra-Dinamarca.

La RFEF ha hecho un llamamiento por redes sociales con el lema #WeNeedYou para que la colonia española en Gran Bretaña acuda al partido. Los precios bajan según se aproxima la fecha porque los 60.000 asientos que permite la UEFA se pueden quedar vacíos. De 240 euros ya han bajado a 80. Los italianos ganarían a los españoles por población en la isla.
La mayor vergüenza para Ceferin son los aficionados de primera y de segunda que ha creado para los dos últimos partidos. El Gobierno inglés permitirá a 2.500 invitados exclusivos acudir a los partidos sin guardar cuarentena. Apenas una PCR negativa, vuelo, partido y de vuelta a casa. Lo que suelen hacer los aficionados de segunda que, encima, se pagan el viaje.

Dicen los ingleses que es Europa la que está separada de ellos. Sus normas se cumplen o se cumplen. Mientras al Gobierno de Sánchez se lo ventilaron en una tarde con lo de San Mamés, con Johnson han pasado por el aro. Las leyes vascas eran mucho más duras porque incluían el habitual recelo de la bandera española, pero la UEFA ni discutió. Ofreció dinero y algún torneo menor para evitar quejas. Con la cuarentena de Inglaterra ni han batallado. Si el aficionado no puede ir, allá cada uno. Lo importante es que vayan los VIP.
Es posible que los invitados de los patrocinadores, los directivos, presidentes, gente influyente… que acudan en esa burbuja hayan sido importantes para celebrar el torneo y pagar los premios. Pero hay que igualar por arriba y permitir el mismo protocolo al resto de seguidores de Italia, España o Dinamarca.

Ceferin escupió hacia arriba con la Superliga y ahora le caen sus propios argumentos encima. El fútbol no es de los fans. Ni de los de la UEFA, ni de LaLiga, ni de Florentino Pérez. Es un negocio que se pone en manos de mecenas que quieren cobrarse la deuda con creces. El aficionado es un mal necesario que da color y ruido a la grada a cambio de gastar su dinero en viajes, hoteles, comidas, entradas… el negocio solo es de unos pocos.