El presidente argelino Abdelmadjid Tebboune se enfrenta a un espinoso problema que puede quebrar la paz social a corto plazo

Argelia estudia despidos masivos para modernizar su industria

photo_camera REUTERS/RAMZI BOUDINA - El logo de la compañía estatal de energía Sonatrach está en la sede de Argel, Argelia

El mandatario de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, se enfrenta a un espinoso problema que puede quebrar la paz social a corto plazo: para reorganizar el aparato productivo heredado de una economía de renta parasitaria y precios del petróleo superiores a los 80 dólares el barril, debe aceptar despidos de decenas de miles de empleados en una Administración pletórica y en dos de las principales empresas estatales del país: Sonatrach y Sonelgaz.

El nuevo ministro de Energía, Abdelmadjid Attar, ha expuesto ante los medios de comunicación argelinos la deplorable situación en la que se encuentra el sector. Sonelgaz, que emplea 91.000 trabajadores, está hundida financieramente. Solo sobrevive gracias a la ayuda directa del Estado. La bancarrota del gigante del gas y electricidad arrastra una crisis desde hace decenios. 

La empresa eléctrica española ENDESA, ahora con socio mayoritario en la italiana ENEL, emplea a solo 10.000 trabajadores y tiene negocio en Portugal, en otros países europeos y en un gran número de países latinoamericanos. El grupo francés EDF, productor y distribuidor de energía, y el segundo del mundo detrás de China Energy Investment, mantiene una alta rentabilidad con 70.000 empleados. 

El titular de Energía de Argelia ha dejado entender que solo un recorte drástico del número de trabajadores y una modernización de la empresa le permitirá estar en el mercado, tanto nacional como regional y africano, sobre el que Sonelgaz deposita esperanzas de expansión. 

En cuanto al grupo Sonatrach, si bien no está en bancarrota financiera como Sonelgaz, está lejos de competir en un mercado mundial del petróleo cada día más abierto. El ministro Attar cuenta con que el gigante de los hidrocarburos, gracias a su monopolio en el sector, se mantenga como pulmón y motor de la economía del país, aunque para ello serán necesarias reformas. La empresa “deberá reducir los gastos de explotación y funcionamiento”, muy por encima de la media mundial, para ser rentable y competitiva. 

La empresa monopolista argelina tiene 180.000 empleados, una gran parte en puestos administrativos. Comparado con otros gigantes petrolíferos, como Halliburton, la sociedad argelina se encuentra muy lejos de la rentabilidad internacional. La norteamericana emplea 55.000 personas y tiene un volumen de negocios de 240.000 millones de dólares; la argelina tiene seis veces menos de negocio (40.000 millones de dólares) y emplea a 3,5 veces más de trabajadores. Los demás cárteles del petróleo muestran proporciones similares a Halliburton, aunque menores. La British Petroleum tuvo en 2019 un volumen de negocios de 128.000 millones de dólares con sus 77.000 empleados. La francesa TOTAL empleaba 104.000 personas en 2018, con un volumen de negocios de 209.000 millones de dólares. 

“Para transformar estas empresas e izarlas al nivel de los estándares internacionales, será necesario prescindir de una buena parte de sus efectivos, que del punto de vista técnico-económico, no sirven absolutamente para nada”, escribe el diario digital de gran audiencia Algérie Patriotique esta semana. 

A juzgar por los obstáculos existentes, entre ellos la fuerte resistencia de los sindicatos al despido de miles de trabajadores en un país en el que escasean las ofertas de trabajo, parece una misión imposible. Sin embargo, la nueva dirigencia argelina no tendrá más remedio que hacer frente al problema para dotar al país de una economía saneada y rentable. Sin embargo, en las condiciones actuales, una fractura social de estas características presagia una inestabilidad político-institucional profunda.