El conflicto en Siria provoca el auge de las acciones de empresas constructoras turcas
Yusuf Dogan, jefe de Investigación de Mercados Globales de Data Yatrim, señaló que habrá importantes oportunidades para las empresas turcas en los sectores de la construcción, el cemento y el acero tras el conflicto desarrollado en Siria y la salida del poder del presidente Bashar Al-Assad tras ser derrocado por los rebeldes sirios.
El 9 de diciembre se registraron alzas en las acciones de compañías turcas dedicadas a la construcción.
Oyak Cimento, propiedad del Fondo de Pensiones del Ejército de Turquía, vio aumentar el valor de sus acciones en un 9,9%, alcanzando las 20,92 liras (0,60 dólares). También, las acciones de Cimsa, compañía productora de cemento con participación mayoritaria de Sabanci Holding, tuvo un alza aproximadamente de un 10% hace escasas fechas.
Otras empresas turcas como Isdemir, compañía dedicada a la producción de acero, y Limak Dogu Cimento, fabricante de cemento, también registraron un aumento en sus acciones, siendo este de un 10%.
Fatih Yucelik, presidente de la industria de cemento TurkCimento, expresó: “Nuestra industria puede adaptarse eficazmente a la nueva situación sobre el terreno”, pero también mencionó que serán capaces de contribuir una vez que la situación se estabilice.
De esta misma manera, Hakan Fidan, ministro de Asuntos Exteriores de Turquía, enfatizó la dedicación de Turquía para facilitar el “retorno seguro y voluntario de los sirios y la reconstrucción del país”.
La destrucción por los conflictos en Siria
En el año 2011, Siria se encontraba en una mala situación económica por la recesión mundial y la imposibilidad para desarrollar un sector industrial moderno. Se estima que más de la mitad del producto nacional provenía de agricultura y minería, mientras que la industria sólo representaba un 3 o 4% del total.
Tras el estallido de la guerra civil de 2011, la economía del país se vio afectada rápidamente y un hecho importante fue la caída de los recursos petroleros en manos del Estado Islámico de Irak y Siria y las fuerzas kurdas, generando una recesión debido a las sanciones y devastación.
Además, también se produjo la destrucción de la infraestructura de Siria, como los edificios residenciales y comerciales y complejos industriales. Esto ha causado tanto una pérdida de ingresos, como la pobreza de millones de personas.
En 2018, un informe de UNITAR y la UNESCO documentó daños en más de 33.500 estructuras en Alepo en 2016 y una estimación del Banco Mundial sobre los daños a la infraestructura indica que se cuadruplicaron entre 2014 y 2016.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, expone el problema posicionando a Siria en el puesto 157 de 189 países, en el Índice de Desarrollo Humano del año 2022.
El derrocamiento de Bashar Al-Assad
Tras una manifestación pacífica en favor de la democracia y en contra de Bashar Al-Assad, en el año 2011 se inició el conflicto. Esta manifestación se convirtió en una guerra civil y fallecieron más de medio millón de personas y 12 millones tuvieron que irse al exilio.
Esto dio comienzo a una guerra que involucró a varios actores regionales y mundiales, pero esta parecía haber terminado antes de la ofensiva del pasado 27 de noviembre, ya que el Gobierno recuperó varias ciudades sirias con el apoyo de Rusia, Irán y grupos apoyados por Teherán. Sin embargo, algunas zonas del norte estaban controladas por otros grupos rebeldes.
El foco, según fuentes de la BBC, se encuentra en Idlib, una ciudad situada al noroeste de Siria debido a que fuerzas del Gobierno intentaban recuperar el control. En 2020, Turquía y Rusia pactaron un alto al fuego en esta ciudad y la tregua se había mantenido hasta la ofensiva de noviembre.
El 27 de noviembre, Hayar Tahrir al Sham (HTS), Organización para la Liberación del Levante, lanzó una ofensiva acusando al Gobierno y aliados de intensificar los ataques contra los civiles. Finalmente tomaron Damasco proclamando la “victoria” y derrocamiento de Bashar Al-Assad.
Los daños sufridos por las ciudades e industrias sirias desde la guerra civil en 2011 se estiman, según un estudio del Banco Mundial publicado a finales de 2022, en 11.400 millones de dólares. Estos daños principalmente se atribuyen a la destrucción de infraestructura e instalaciones básicas de las ciudades.
