Marruecos cubrirá la mitad de sus necesidades de agua potable y de riego mediante plantas desaladoras
Las plantas desaladoras son la firme apuesta de Marruecos para hacer frente a las cada vez más acuciantes necesidades de abastecimiento de agua a las ciudades y a los cultivos agrícolas

El rey Mohamed VI lo dejó claro en el discurso conmemorativo de los 25 años de su reinado: “los retos a los que se enfrenta nuestro país nos obligan a redoblar esfuerzos y vigilancia, a diseñar soluciones innovadoras y a supeditar los modelos de gestión a las reglas del buen gobierno. Uno de estos grandes retos es la cuestión del agua, cada vez más compleja debido a la sequía, el impacto del cambio climático y el crecimiento natural de la demanda”.
Mohamed VI impulsa la toma de decisiones para acometer las obras previstas, superar los inconvenientes que provocan las competencias compartidas del agua en tres ministerios y reclamar acciones operativas y ejecutivas que permitan licitar rápidamente con empresas ya contratadas las obras correspondientes para afrontar el desafío de la gestión de un agua escasa y lograr ampliar la capacidad de las desaladoras.
- Escasez de agua
- Plantas desaladoras
- Situación de emergencia
- Objetivo: cubrir más de la mitad de las necesidades de agua
Escasez de agua
El hecho de que el rey mencionara expresamente esta cuestión en su discurso muestra la envergadura del problema del agua. Los datos que aporta el Ministerio de Agricultura marroquí no pintan precisamente un panorama muy halagüeño: para el año 2050, la sequía será continua en el país, ya que se espera que las precipitaciones se reduzcan en más de un 11 %, mientras que la temperatura media aumentará un 1,3 %.

La situación a día de hoy es muy complicada: la media de agua de las presas existentes en el país apenas alcanza el 28 %. La segunda mayor presa del país, Al Massira, con una capacidad de 2.600 millones de metros cúbicos de agua, ha disminuido sus reservas desde el 75 % que tenía en 2017 a apenas el 0,4 % actual.
El problema no sólo tiene una vertiente social (pueblos y ciudades con una escasez cada vez mayor de agua), sino también económica, ya que el 80 % de los recursos hídricos del país se destinan al sector agrícola, que emplea a un tercio de la población activa, según los datos del Ministerio de Equipamiento y Agua.
Plantas desaladoras
Ante la gravedad del problema y teniendo en cuenta que Marruecos dispone de unos 3.500 kilómetros de costa entre el frente mediterráneo y el atlántico, el país ha apostado por las plantas desaladoras como la mejor forma de hacer frente a las necesidades hídricas.
La más importante es la de es la de Agadir de Abéngoa, hoy Cox Group con capacidad para producir 275.000m3 diarios. La gran novedad es que el 60% del agua producida se destina para regadío. En funcionamiento desde hace 2 años y ampliándose a 400.000 m3 diarios. Sin embargo, el Gobierno anda enzarzado en una maraña de competencias cruzadas entre tres ministerios (Equipamiento y Agua, Agricultura y ahora con la novedad de Interior ) que retrasan la firma de la ampliación de Agadir de forma insólita e incoherente con la urgente necesidad de agua. Un retraso ya de 5 meses desde el 30 mayo que debía haberse firmado.
Para abordar las situaciones más urgentes, las autoridades están poniendo en funcionamiento plantas desaladoras móviles, con capacidad para producir hasta 3.600 metros cúbicos de agua al día.

Estas instalaciones, cuyo coste ronda los 1,3 millones de dólares por unidad, son la mejor solución para paliar las necesidades de agua en zonas cercanas a la costa. El agua desalada pasa por un tratamiento posterior para añadirle los minerales necesarios y se transporta en tanques para distribuirla a poblaciones en un radio de hasta 180 kilómetros.
Así se ha hecho en Sidi Bouchta y otras poblaciones necesitadas. Hasta abril de 2023 se han puesto en marcha 44 de estas instalaciones y se están preparando otras 219, que abastecerán las necesidades de agua de hasta tres millones de residentes en zonas rurales.
Situación de emergencia
En algunos casos, la situación ha requerido de soluciones de emergencia: la sequía que afecta a la presa de Al Massira provocó que la ciudad de Safi se quedara sin suministro de agua potable, por lo que las autoridades tuvieron que recurrir a la Compañía estatal de Fosfatos, que opera diversas plantas de fosfatos en la zona, para que construyera una planta desaladora que ayudara a solucionar el problema.

La planta se construyó en tiempo récord y comenzó a proporcionar agua potable a la ciudad en agosto de 2023, de forma parcial, y desde febrero de 2024, a pleno rendimiento.
Ahora, se estudia la posible ampliación de esta planta para que abastezca también a la ciudad de Marrakech, situada a 150 kilómetros al este, y sus alrededores, a partir del año 2026.
También se ha iniciado la construcción de seis nuevas plantas desaladoras, una de ellas en la capital económica del país, Casablanca, y se espera que comience la construcción de otras ocho, incluyendo una en Rabat.

Para abastecer las necesidades de agua de la capital administrativa de Marruecos, el Gobierno emprendió la construcción de una importante canalización, la Ruta del Agua, que consiste en un canal de 67 kilómetros de longitud, que transporte el agua procedente de la lluviosa región de Sebou hasta Rabat, y que entró en funcionamiento el pasado mes de septiembre.
Objetivo: cubrir más de la mitad de las necesidades de agua
En un reciente discurso, el rey Mohamed VI anunció el objetivo de que las nuevas plantas desaladoras proporcionen más de 1.700 millones de metros cúbicos de agua anuales, lo que servirá para cubrir la mitad de las necesidades de agua potable del país e irrigar grandes áreas agrícolas antes de finales de la presente década.

El plan contempla la construcción de 36 plantas desaladoras entre 2026 y 2027, además de plantas de tratamiento de aguas residuales. Y ello, sin dejar de construir nuevas presas.
Para ello, el Gobierno ha destinado un presupuesto de más de 14.000 millones de dólares, con el objetivo de unir las cuencas hidrográficas del norte y el sur, garantizando que el flujo de agua circule por toda la red y llegue a todos los rincones del país.