Bruselas crea el salvavidas Iris2 para reflotar la decaída industria espacial europea

- Para dar un nuevo soplo de vida al tejido espacial europeo
- Hispasat, la ESA y la solución de comunicaciones seguras de la OTAN
La Comisión Europea y la Agencia Espacial Europea (ESA) han firmado a toda prisa un par de importantes contratos de naturaleza estratégica, con los que ambas organizaciones intentan situarse a la altura de Estados Unidos y China, las dos súper potencias que compiten entre sí por el dominio mundial de las comunicaciones multimedia vía satélite.
El programa ha sido bautizado Iris2, acrónimo en inglés de “Infraestructura para la Resiliencia, la Interconectividad y la Seguridad por Satélite”. Es el tercer gran proyecto espacial en el que se sumerge Bruselas, tras Galileo, el sistema europeo de navegación por satélite que compite con el GPS de Estados Unidos, y Copernicus, el mayor programa de observación de la Tierra del mundo. Es de tal envergadura que su volumen inicial de inversión baraja del orden de 10.600 millones de euros para responder a un triple reto tecnológico, económico y de seguridad.
Por un lado, dota de comunicaciones seguras soberanas a las autoridades de las instituciones europeas y de sus Estados miembros. Se trata de dar un paso más en la búsqueda de la autonomía estratégica mediante la construcción en órbita de una gran constelación espacial de naturaleza intergubernamental, que preste servicios encriptados de conectividad de banda ancha, baja latencia y a prueba de interferencias, escuchas y obstrucciones a partir de 2030.

En segundo lugar, y tan importante o incluso más que la primera finalidad, lo que está en juego es revitalizar las dañadas líneas de producción de las industrias de satélites y cohetes del Viejo Continente y sacarlas de la seria crisis por la que atraviesa. Con la activación oficial de Iris2 hace dos semanas, Bruselas lanza un salvavidas en forma de miles de millones de euros, para evitar que las principales empresas espaciales de Alemania, Francia e Italia arrastren en su naufragio al conjunto del tejido industrial europeo.
En último término, lo que subyace es plantar cara a la mega constelación Starlink de Internet espacial del magnate Elon Musk y a la inminente red Kuiper de Amazon que en breve se comenzará a desplegar, en un intento tardío por evitar que entre ambas se coman el mercado europeo. Y, como no, también se busca hacer frente a las grandes arquitecturas que China ya ha comenzado a levantar en el espacio, las constelaciones Qianfan y Guowang, ambas programadas con miles de satélites en la órbita terrestre baja de la Tierra.

Para dar un nuevo soplo de vida al tejido espacial europeo
El proyecto Iris2 vio la luz de la mano del comisario europeo de Mercado Interior, el francés Thierry Breton, en los comienzos del primer mandato de la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen. Se ha vestido con el traje de una colaboración público-privada, en el que las empresas beneficiarias asociadas en un consorcio actúan bajo un régimen de concesión de Bruselas por un plazo inicial de doce años.
La alemana Von del Leyen y su nuevo comisario de Defensa y Espacio, el lituano Andrius Kubilius, buscan desarrollar, fabricar y poner en órbita una constelación de comunicaciones intergubernamentales de muy alta seguridad. Estará formada por no menos de 286 satélites, la mayoría en órbitas bajas o muy bajas ‒entre 1.200 y menos de 750 kilómetros de altura‒ y en torno a una veintena en órbita media a unos 8.000 kilómetros de la Tierra. Por supuesto, serán lanzados por cohetes europeos, con prioridad para el nuevo Ariane 6, contarán con avanzadas infraestructuras terrenas y sus servicios asociados. Y todo ello con un coste valorado en 10.600 millones de euros.
De tal multimillonaria cantidad, en torno a 6.000 millones ‒56,6 por ciento‒ corren a cuenta de Bruselas y los Estados miembros; unos 550 millones ‒5,2 por ciento‒ son la contribución de la ESA; y entre 4.100 y 4.400 millones ‒del orden del 38,7 por ciento‒ es la aportación de las empresas agrupadas en el consorcio multinacional SpaceRISE, la seleccionada por Bruselas en octubre pasado para concebir, lanzar al espacio y operar la constelación.

El contrato de concesión de la UE fue firmado el 16 de diciembre por el director general de Defensa, Industria y Espacio de la Comisión Europea, el finés Timo Pesonen. Un segundo acuerdo también fue rubricado en la misma ceremonia por el director de Conectividad y Comunicaciones Seguras de la ESA, el francés Laurent Jaffart, al objeto de dar comienzo a la activación de la cadena de suministros de pequeñas y medianas empresas que deben sacar adelante Iris2.
Por parte de SpaceRISE sellaron ambos contratos los máximos directivos de las tres sociedades que lideran el consorcio: Adel Al-Saleh, de nacionalidad británico-norteamericana y desde 2018 al frente de la luxemburguesa SES, principal operador europeo de comunicaciones comerciales por satélite; Eva Berneke, la danesa al frente de la compañía francesa Eutelsat desde enero de 2022; y Miguel Ángel Panduro, que lidera la española Hispasat desde septiembre de 2019.

Hispasat, la ESA y la solución de comunicaciones seguras de la OTAN
En el reparto de inversiones acordado por los tres grandes operadores europeos con capacidades de comunicaciones seguras vía satélite que encabezan SpaceRISE, la sociedad francesa Eutelsat se ha comprometido a invertir “en torno a 2.000 millones de euros”, la luxemburguesa SES “alrededor de 1.800 millones” y la española Hispasat “hasta 600 millones”, confirman desde el operador español. Del consorcio también forman parte Airbus Defence and Space, Deutsche Telekom, OHB, Orange, Telespazio Thales Alenia Space, Thales SIX y la española Hisdesat, pero no hay constancia de sus posibles inversiones.
A tenor de la apuesta económica de cada cual, las competencias que recaen en Hispasat son diseñar, desarrollar e implementar el segmento terreno de Iris², donde Indra y GMV en especial gozan de grandes capacidades. Supone “todas las instalaciones necesarias en diferentes ubicaciones ‒centros de control, estaciones de servicios, telecomando y telemetría‒, para la gestión y operación de las diferentes capas orbitales de la constelación, así como la interconexión con las redes terrestres, todo ello bajo estrictos requisitos de seguridad y resiliencia”, asegura la compañía.

También le corresponde a Hispasat liderar la capa orbital muy baja (Low LEO) de la constelación. Serán más de una decena de satélites colocados por debajo de los 750 kilómetros de altura, en los que se embarcarán “misiones innovadoras e interconectadas con el resto de la constelación”. La sociedad española también asume el papel de prestar servicios a los Estados miembros, lo que incluye, definir “el catálogo de prestación de servicios, el diseño del concepto de operaciones y los procedimientos para su puesta en marcha”.
¿Qué papel juega la ESA en el programa Iris2? Como socio tecnológico e industrial de la UE en la esfera espacial, la Agencia asume en nombre y representación de la Comisión Europea los principales cometidos técnicos. Uno de la máxima importancia es ser la autoridad de calificación y validación del proyecto, lo que conlleva supervisar las actividades de desarrollo de los elementos críticos de los satélites, la interoperabilidad entre los distintos sistemas, los estándares 5G aplicados y sus infraestructuras terrestres.

La iniciativa Iris2 fue adoptada el 14 de febrero por el Parlamento Europeo con 603 votos a favor, 6 en contra y 39 abstenciones, es decir, casi por unanimidad, y Bruselas y la ESA acaban de dar su luz verde. Pero el programa no está exento de críticas. Una de ellas es que la Alianza Atlántica, que es evidente que para sus comunicaciones vía satélite exige un alto grado de seguridad, no se ha enfrascado en una iniciativa semejante.
Su solución es mucho más pragmática y barata: alquila capacidades a bordo de satélites de comunicaciones de naciones de la OTAN ‒por ejemplo de Francia, Italia, España, Estados Unidos, Reino Unido‒ que cumplen sus estrictos parámetros de comunicaciones encriptadas y seguras. Claro que de la Alianza no depende una industria que está en su periodo de vacas flacas…