Sevilla se convierte durante la presente semana en la capital europea e iberoamericana del sector espacial. Hasta la ciudad del Guadalquivir llegan entre el 6 y el 10 de noviembre la plana mayor de la Agencia Espacial Europea (ESA) y los ministros de los países miembros de la ESA y la Unión Europea que rigen la política espacial en sus respectivas naciones, todos ellos acompañados por los directores de sus agencias.
También acuden los comisarios y altos funcionarios de Bruselas vinculados con la industria espacial, así como cerca de un centenar de ejecutivos y emprendedores de compañías y start-ups que desarrollan productos y servicios en el ámbito de las aplicaciones ultraterrestres.
La ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, ha invitado en esas fechas a ministros y jefes de las agencias espaciales de países iberoamericanos para mantener un encuentro y abrir “un nuevo puente de colaboración entre Europa y las naciones americanas”. Está previsto que asista el director ejecutivo de la Agencia Espacial de Argentina (CONAE), Raúl Kulichevsky; el presidente de la Agencia Espacial Brasileira (AEB), Carlos Augusto Teixeira de Moura y autoridades de Chile y Colombia.

También se ha montado una importante reunión con representantes de grandes entidades bancarias ‒por ejemplo, Banco Mundial, Iberoamericano de Desarrollo‒ para tratar sobre los requisitos para financiar proyectos. A los diferentes eventos ya citados y otros más hay que añadir el Congreso Nacional del Espacio, con alrededor de medio millar de profesionales y autoridades nacionales, que se ha retrasado más de un año para hacerlo coincidir con la semana de los conclaves ministeriales.
¿A qué se debe tal concentración de altos directivos del sector espacial internacional de uno y otro confín? La titular de la cartera de Ciencia e Innovación, Diana Morant, que es también la presidenta de la Agencia Espacial Española (AEE), ha querido tirar la casa por la ventana en el marco de la presidencia de turno española del Consejo de la Unión Europea, que abarca el segundo semestre del año y concluye el 31 de diciembre.

350 millones anuales para hacer competitivo al Ariane 6
Al ser Sevilla la sede de la AEE, y como refrendo de la presentación oficial de la AEE a principios de octubre en el Congreso Internacional de Astronáutica de Bakú (Azerbaiyán), Diana Morant ha organizado en la capital de Andalucía toda una pléyade de eventos ligados al espacio. Los tres más trascendentes son la reunión informal de ministros de la UE responsables de asuntos espaciales, el consejo ministerial de la ESA y la cumbre conjunta UE-ESA.
La cumbre que goza de mayor importancia es la ministerial de la ESA, organización intergubernamental de la que forman parte 22 Estados, incluidos el Reino Unido, Noruega y Suiza. Se celebra en la tarde del lunes, 6 de noviembre y, en opinión del director general de la AEE, Miguel Belló, de ella “esperamos un importante impulso político al uso del espacio para la transición verde y digital y para mitigar los efectos del cambio climático”.
Un asunto que los ministros van a tratar es un principio de acuerdo para regular la sostenibilidad de las actividades en el espacio ultraterrestre. El Ministerio de Ciencia e Innovación prepara un documento que establece los primeros pasos para regular la gestión del tráfico espacial. La intención es que, “al final de la presidencia española lo puedan suscribir todos los países europeos”, anticipa Belló.

El grupo de países capitaneados por Francia sienten la necesidad de que la ESA adquiera plena independencia en llevar seres humanos al espacio ultraterrestre y no depender de Estados Unidos que, junto con Rusia y China, dispone de lanzadores tripulados, algo que en breve conseguirá India. Belló ha aventurado que “si corremos, seremos los quintos” para, a renglón seguido, añadir que “y si no corremos, podemos ser los últimos”.
Pero hay al menos tres asuntos de la máxima relevancia que provocan importantes desacuerdos entre las naciones de la ESA: disponer de autonomía para la exploración humana del espacio, desarrollar un lanzador reutilizable y financiar con 350 millones anuales de ayudas públicas la explotación del futuro Ariane 6 para hacerlo competitivo. En este último asunto el beneficiario sería ArianeGroup, la sociedad francesa que es la contratista principal del cohete, cuyo primer despegue lleva más de tres años de retraso.

Alemania y Francia, dos intereses espaciales diferentes
El responsable ejecutivo de la AEE defiende que la ESA “tiene que empezar el camino de la exploración humana del cosmos”. La posición de España es “apoyar, porque hay un coste de oportunidad que no podemos perder”. Además, su deseo es “que se diga que fue la cumbre de Sevilla la que marcó el comienzo de los vuelos tripulados de Europa”. Pero Miguel Belló y Diana Morant son conscientes que “no es nada fácil”.
Como representante español en el órgano de dirección de la ESA, Belló sabe que quienes marcan el ritmo de la agencia europea son los Gobiernos del canciller alemán Olaf Scholz, del presidente francés Emmanuel Macron y de la primera ministra italiana Giorgia Meloni. Es consciente que “algunas naciones tienen diferentes prioridades, por ejemplo, ayudar a Ucrania”. Otros, en cambio, están “distraídos con asuntos domésticos”.

Alemania no está por la labor de entrar en una carrera espacial que implica dedicar muchos miles de millones de euros durante varias décadas. La coordinadora de política aeroespacial del Gobierno Federal desde 2022, la diputada del Bundestag Anna Christmann, es más partidaria de orientar los recursos a la puesta a punto de un lanzador reutilizable.
Christmann y su agencia DLR encabezan el grupo de naciones que quieren hacer frente al norteamericano Elon Musk y a su cohete Falcón 9, que se está comiendo la mayor parte de la tarta del mercado mundial de lanzamientos. El Ariane 5 ya no existe, el Ariane 6 volará como muy pronto a mediados de 2024 y el pequeño Vega tiene problemas que le dejan en tierra. Alemania ya piensa en el Ariane 7 y pugna para que su industria pueda concursar en su desarrollo, con empresas como OHB, Isar Aerospace y RFA. Pero en Sevilla difícilmente se llegará a ningún acuerdo al respecto.

No podía faltar la reunión de ministros del espacio de la UE, con la presencia del comisario de Mercado Interior, Thierry Bretón, alma mater de la constelación de comunicaciones seguras IRIS2. Las intervenciones versarán sobre las amenazas que acechan a las redes de transmisiones vía satélite de los países europeos. “Tenemos ataques y debemos asegurar que nuestros sistemas espaciales son resilientes y los podemos mantener con absoluta seguridad”.
Y por fin la cumbre conjunta Unión Europea-ESA. Estará centrada en la importancia para el cambio climático de las observaciones y las mediciones desde el espacio. Y en las oportunidades que aporta la constelación Copernicus, propiedad de la UE pero cuyos satélites desarrolla la ESA. Una nueva generación está en marcha y el problema que se presenta es su puesta en órbita a causa de la proliferación de la basura espacial.