Europa se juega en 2024 su credibilidad como potencia espacial de referencia mundial

El director general de la Agencia Espacial Europea (ESA), el austríaco Josef Aschbacher, ha utilizado todas sus dotes personales frente a un auditorio atento a cada una de sus palabras y gestos para convencer que la organización que capitanea quiere seguir siendo considerada en 2024 como una potencia espacial de referencia mundial.
El máximo responsable de la ESA ha presentado las expectativas y ambiciones para el año en curso en el cuartel general de la agencia localizado en el centro de París. Aschbacher ha estado arropado por los directores de Navegación, el español Javier Benedicto; de Observación de la Tierra, la italiana Simonetta Cheli; y el nuevo jefe de Transporte Espacial, el danés Toni Tolker-Nielsen.
Josef Aschbacher ha hecho hincapié en dos asuntos clave. En primer lugar, que la agencia europea está preparada y hace todos los esfuerzos que están en su mano para restablecer en el próximo verano sus pérdidas capacidades para acceder de manera independiente al espacio. Lo segundo que ha destacado es el elevado presupuesto para el presente año, que le van a permitir suscribir “más de 1.500 contratos, mantener en servicio 27 satélites y seguir con la preparación de más de 40 misiones espaciales”.

Los fondos aprobados para 2024 representan la más voluminosa cifra de inversiones y gastos de la historia de la organización intergubernamental. Se elevan a 7.785,1 millones de euros, que son el sumatorio de cuatro grandes capitulados y que superan en torno al 10% el presupuesto del año anterior.
La mayor partida corresponde al conjunto de contribuciones que efectúan los 22 Estados europeos miembros de la ESA, que ascienden a 5.024,9 millones, lo que supone el 64,55% del presupuesto total. Le sigue en importancia la aportación de la Unión Europea, 1.822,6 millones (23,41%), dedicados a que la agencia desarrolle y construya los nuevos satélites de las constelaciones europeas Copernicus, Galileo y los mantenga en operación. Además, para que aporte su experiencia en la constelación de comunicaciones seguras Iris2.

Más de mil millones para Galileo
A lo anterior hay que añadir los ingresos previstos por actividades y servicios que la ESA proporciona a terceros, que exigen contar con 821,2 millones (10,55%). Por último, está la asignación de 116,4 millones ‒equivalente al 1,5% del presupuesto global‒ que recibe de Eumetsat, la Organización Europea para la Explotación de Satélites Meteorológicos. Es la entidad propietaria de las plataformas Meteosat que informan a los europeos de los pronósticos atmosféricos, ingenios cuyo desarrollo, fabricación y puesta en órbita asume la ESA.
Todo el dinero recopilado por la ESA para los presupuestos de 2024 se vuelca en diferentes áreas de actividad. La más beneficiada es la relativa a los programas dedicados a observación de la Tierra, que en 2023 absorbió 1.768,7 millones, pero ahora es de 2.372,4, nada menos que el 30,5 de los fondos totales. Y es que los datos e imágenes que proporcionan los siete satélites de teledetección Sentinel de la constelación Copernicus de la Unión Europea que opera la ESA tienen una gran demanda a escala internacional.
Copernicus tiene registrados más de 100.000 suscriptores en todo el mundo, que pueden acceder a más de 65 Petabits de datos satelitales actualizados que aportan diferentes parámetros sobre la salud de la Tierra, la evolución del cambio climático y los desastres naturales. Cada Petabit equivale a 1.024 Terabits, y para 2024, Simonetta Cheli ha calculado que los satélites Sentinel “volcarán a Tierra diariamente 350 Terabits”.

El desarrollo del sistema de navegación y posicionamiento espacial Galileo, “el más preciso del mundo” según la ESA, está bajo el mando del español Javier Benedicto. Tiene una asignación de 1.051,1 millones (13,5%), para mantener y reponer los que están en órbita y fabricar una nueva generación de ingenios.
Pero en 2024 su principal reto es lanzar cuatro nuevos Galileo con el cohete norteamericano Falcón 9 de Elon Musk, “dos en abril y otros dos entre julio y septiembre”, ha confirmado Aschbacher. Con ellos se quiere reforzar la constelación y mejorar los servicios que presta a muchos millones de usuarios particulares y las empresas de todo el mundo dedicadas al transporte terrestre, marítimo y aéreo.

Un segundo semestre de gran expectación
El transporte espacial recoge 1.032,7 millones, lo que representa el 13,3% del presupuesto. La Agencia ha programado ocho misiones de lanzamientos de satélites, tres de ellas de suma importancia: la misión de defensa planetaria Hera, la de observación medioambiental de la Tierra EarthCARE y Proba-3.
Hera y EarthCARE volarán al espacio en cohetes Falcón 9 norteamericanos. Proba-3, que son dos plataformas cuyo contratista principal es la compañía española Sener Aeroespacial, serán puestas en órbita de forma simultánea desde el Centro Espacial Satish Dhawan en un lanzador PSLV de la Organización India de Investigación Espacial (ISRO). Ambos van a navegar en formación con una precisión jamás igualada para estudiar la tenue corona del Sol y su atmósfera circundante.

De los ocho despegues planeados, sólo dos serán cohetes europeos que despegarán desde Guayana. El más importante y decisivo es el tan esperado desde 2020 vuelo inaugural del Ariane 6, que está fijado entre mediados de junio y finales de julio. De diseño totalmente nuevo, su etapa superior puede reencenderse varias veces para desplegar constelaciones de satélites en distintas posiciones orbitales, capacidad con la que no contaba su antecesor, el Ariane 5, fuera de servicio desde su viaje final el 5 de julio.
También es trascendente el retorno al servicio del Vega-C, que el director de Transporte Espacial, Toni Tolker-Nielsen, ha avanzado que será “a mediados de noviembre o, como muy tarde, antes de final de año”. Tal lanzador está sometido a revisión y mejoras desde que el 21 de diciembre de 2022 fracasó su segundo lanzamiento a causa del mal funcionamiento del motor Zefiro 40 de su segunda etapa.

El tercer disparo del Vega-C está proyectado para que transporte el satélite de tecnología radar Sentinel-1C, cuyo posicionamiento urgente en el espacio debe sustituir al averiado Sentinel-1B, fuera de servicio desde agosto de 2022 por un fallo de su electrónica. Sin embargo, es muy arriesgado que el próximo vuelo del Vega-C embarque al nuevo satélite radar. Lo razonable es que lo haga un lanzador fiable, como el Falcón 9.
La directora de Observación de la Tierra, Simonetta, Cheli ha confirmado que “la ESA ha evaluado todos los riesgos, los ha trasladado a Bruselas ‒propietaria del satélite‒, y en las próximas semanas tomaremos una decisión final”. En definitiva, es muy probable que el Sentinel 1-C sea el séptimo satélite europeo que en 2024 viaje al espacio en un Falcón 9 norteamericano. Como dice el refrán español, “a la fuerza ahorcan”.