Las decenas de ministros y altos responsables de los asuntos espaciales de la Unión Europea y de la Agencia Espacial Europea (ESA) ya están de regreso en sus respectivas capitales después de haber cumplido con su papel en Sevilla el 6 y 7 de noviembre. Pero unos los han consumado más que otros.
La delegación de Alemania presidida por el director general de su agencia espacial (DLR), Walther Pelzer, y la amplia de Francia, capitaneada por el presidente del Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES), Philippe Baptiste, han partido de la capital de Andalucía con sus objetivos estratégicos e industriales conseguidos, centrados en reafirmar el acceso autónomo y sostenible de Europa al espacio exterior.
También se ha marchado satisfecha de la ciudad de la Giralda la nutrida representación de Italia, al frente del ministro de Empresas y Made in Italy, Adolfo Urso, acompañado por el presidente de la Agencia Espacial italiana (ASI), Teodoro Valente, con escasos cuatro meses en el cargo.

Todos ellos aterrizaron en Sevilla en la tarde del domingo, 5 de noviembre, con las cartas marcadas. Poco antes de la cumbre andaluza, los ministros responsables de los temas espaciales de Alemania (Robert Habeck), Francia (Bruno Le Maire) e Italia ‒el ya citado Adolfo Urso‒, se habían reunido en Roma para pactar a marchas forzadas un acuerdo a tres bandas y solventar cerca de medio año de desencuentros en sus planteamientos tácticos y estratégicos.
Hay que precisar que las tres naciones lideran las actividades de la ESA. La suma de sus aportaciones al fondo común asciende a 2.627,7 millones. Si tenemos en cuenta que el presupuesto de la agencia europea en 2023 totaliza 4.900 millones de euros, las contribuciones de Berlín, París y Roma representan el 53,6% del dinero de la agencia. Con las citada carta de visita y una vez alcanzado el consenso trilateral, el pacto ha sido presentado y aceptado por los estados en su conclave sevillano ¿En qué consiste?

Un equilibrio en el que los tres ganan más que pierden
Francia, que apadrina a la sociedad ArianeGroup, contratista principal del Ariane 6, consigue sus dos principales objetivos. El primero, obtener un muy importante paquete de ayudas públicas ‒cifrado entre 290 y 340 millones de euros anuales‒ para cubrir los costes de explotación en la Guayana que deben financiar los vuelos del 16 al 42 del Ariane 6, que se prevé que ocurrirán a partir de 2026. El proyecto Ariane 6 supera con creces con 3.600 millones de euros y cada vuelo tiene un coste estimado mayor de 115.
En paralelo a la puesta a salvo del Ariane 6, el otro gran objetivo del Elíseo ha sido obtener el visto bueno de sus socios para, entre todos, remodelar y modernizar la base espacial de Kourou, en la Guayana francesa, y adaptarla al nuevo y creciente mercado de servicios de lanzamiento que se vislumbra.
Con visión de futuro, lo que París pretende es crear las infraestructuras y condiciones que permitan que jóvenes empresas europeas asienten allí sus rampas de despegue para sus nuevos cohetes, como sería el caso de la española PLD Space con su lanzador comercial Miura 5, en fase de desarrollo en las instalaciones de la compañía en Elche.

Por parte de Italia, la empresa Avio también ha logrado sus dos grandes pretensiones. Por un lado, obtener también subvenciones públicas para la explotación de su lanzador Vega-C. En este caso, de mucha menor entidad, tan solo de un máximo de 21 millones de euros al año para los vuelos del 26 al 42.
En segundo término, Avio consigue el plácet para romper su contrato con la sociedad francesa de servicios de lanzamiento Arianespace, que hasta ahora asume la comercialización con carácter exclusivo de los cohetes Vega. A partir de una fecha por determinar, será la propia Avio la que acuda al mercado sin necesidad de contar con la empresa gala que, por cierto, dispone de una extensa y muy profesional red comercial.

Acabar con el monopolio de ArianeGroup en la ESA
¿Y cuál es el beneficio que obtiene Alemania? Pues, como contrapartida a sostener con la parte del león la financiación que garantiza la continuidad del Ariane 6 y de la familia de cohetes Vega, Olaf Scholz arranca a la Francia de Macron y a la Italia de Giorgia Meloni que la ESA y la UE abran el camino de la libre competencia a su mercado de lanzadores espaciales.
Existe práctica unanimidad entre los países de la ESA e incluso en Bruselas, de que el modelo actual que impera en la ESA para desarrollar y sacar adelanta el Ariane 6 ha demostrado ser ineficiente y ya no es válido en un mercado en el que han entrado nuevos actores privados. Hasta el influyente y poderoso comisario europeo de Mercado Interior, el francés Thierry Breton, ha expresado en Sevilla que “no estar contento con lo ocurrido con el Ariane 6, han habido sucesivos retrasos y no se ha respetado el calendario de lanzamientos que no se nos había prometido”.

La estrategia de Alemania a largo plazo contempla que, dentro de no muchos años, la ESA comenzará el proceso de sustitución del Ariane 6, que a todas luces será un cohete reutilizable. Y Berlín aspira a que empresas espaciales germanas como OHB, Isar Aerospace, Rocket Factory Augsburg y HyImpulse tengan la posibilidad de concursar y sacar provecho de los proyectos que todas ellas tienen en marcha.
A los asuntos clave acordados en Sevilla hay que añadir que el director general de la ESA, el austriaco Josef Aschbacher, ha recibido el respaldo para dar los primeros pasos de un concurso para desarrollar una astronave de transporte y aprovisionamiento de ida y vuelta a la Estación Espacial Internacional, a su relevo y a futuros complejos orbitales comerciales.

La iniciativa sigue el camino del programa de Servicios de Transporte Orbital Comercial (COTS) de la NASA. Tal y como ha dicho Aschbacher en Sevilla, es “un pequeño paso, pero de gran impacto, para permitir una ambición mucho mayor”. La propia ESA y las naciones que comparten los puntos de vista de Francia, entre ellos España, tienen la confianza de que la nueva astronave sirva de base para una futura cápsula o mini transbordador espacial tripulado. De conseguirlo, abriría el camino de la exploración autónoma europea del cosmos, por lo que la agencia espacial francesa se autocalifica como “el motor de la Europa espacial reinventada”.
En definitiva, todos proclaman que la cumbre de la ESA en Sevilla “ha sido un éxito”. El presidente Macron ha tenido que dar su brazo a torcer ante el canciller Scholz y la primera ministra Meloni, pero ha logrado las ayudas imprescindibles para sostener la viabilidad económica del Ariane 6, que debe convertirse a partir de 2024 en el único lanzador pesado europeo.