Trump ha desplegado 80 satélites espía en sus 100 primeros días en la Casa Blanca

- Lo que se sabe de la constelación Starshield de satélites espía
- Cuadruplicar en cinco años el número de ojos y oídos electrónicos
Donald Trump acaba de cumplir el primer centenar de días de su segundo mandato presidencial en la Casa Blanca tras haber posicionado en el espacio nada menos que 80 nuevos satélites espía.
En los poco más de tres meses que Trump ocupa por segunda vez el despacho oval de la Casa Blanca, ya ha puesto en órbita casi tantos como los poco más de un centenar que Biden lanzó al espacio ultraterrestre durante todo el año 2024. Y es que Donald Trump quiere crear la constelación gubernamental de satélites “más grande y con mayores capacidades de la historia de Estados Unidos”.
Desde que el 20 de enero juró el cargo de 47º presidente de Estados Unidos ante el juez de la Corte Suprema, John Roberts, Trump ha pedido acelerar el despliegue de una nueva tela de araña de ojos y oídos electrónicos, que se suman a los más de 200 de todo tipo, tamaño y tecnologías que el departamento de Defensa y varias agencias de inteligencia tienen colocados sobre nuestras cabezas.

La organización militar responsable de situar en órbita los satélites norteamericanos vinculados con la seguridad nacional es la Fuerza Espacial, que desde noviembre de 2022 está bajo el mando del general Chance Saltzman. Y la agencia del Pentágono encargada de operar y extraer datos de inteligencia de la totalidad de los ingenios espía militares es la llamada Oficina Nacional de Reconocimiento o NRO, por su acrónimo en inglés.
La NRO se encuentra bajo la dirección del ingeniero civil Chris Scolese, nominado por Trump y ratificado por el Senado hace pocos meses. Scolese ya ocupó el cargo durante toda la presidencia de Joe Biden (2021-2025), aunque fue Trump quien lo nombró para el puesto el 5 de agosto de 2019, durante su primer mandato presidencial (2017-2021), lo que acredita que Scolese goza de prestigio como servidor público por encima de opciones políticas.

Lo que se sabe de la constelación Starshield de satélites espía
Según explica Scolose en sus intervenciones públicas, la NRO atiende las necesidades prioritarias “de observar y escuchar” que le traslada tanto el departamento de Defensa como la Comunidad de Inteligencia, en especial la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial (NGA). Son peticiones que recopila la citada Oficina y se encarga de gestionar con las distintas constelaciones de satélites espía que tiene posicionadas en el espacio.
La más importante y amplia red espacial que la NRO tiene en proceso de despliegue está integrada por los satélites Starshield, la versión militar de la famosa mega constelación de comunicaciones en banda ancha Starlink del multimillonario Elon Musk, que ya cuenta con más de 7.200 ingenios operativos en órbita baja, a unos 550 kilómetros de altura.

La última misión secreta de Starshield despegó el 20 de abril en un cohete Falcón 9 desde la base espacial de Vandenberg, en California. Catalogada NROL-145, fue el décimo lanzamiento de la llamada Arquitectura Proliferada, cuyas plataformas son semejantes en peso y dimensiones a los Starlink. Pero se diferencian unos de otros en que los de la NRO están equipados con avanzados sensores desarrollados por la poderosa corporación tecnológica Northrop Grumman, con capacidad para captar imágenes de alta resolución en los espectros visible y radar desde los 310 y 500 kilómetros de altura.
El concepto de “Arquitectura Proliferada” se refiere a la nueva tendencia del departamento de Defensa de Estados Unidos de “utilizar una constelación de varios centenares de pequeños satélites en lugar de pocos y grandes”, subraya Chris Scolese. De este modo, la red se convierte en “prácticamente invulnerable” a los ataques con sistemas de armas antisatélite. Los enemigos potenciales de Estados Unidos, como Rusia, China, Corea del Norte o Irán “podrán destruir uno o varios grandes y costosos satélites espía, pero neutralizar una constelación completa es mucho más complicado”, razona Scolese.
Con varios centenares de Starshield ya en órbita “hoy en día podemos ver, oír y percibir lo que pasa en la Tierra mejor que cualquier otra nación del mundo”, subraya Scolese. Y es que la NRO ya tiene capacidad para revisitar con gran frecuencia un mismo objetivo terrestre fijo o móvil y comprobar sus movimientos o su evolución en el tiempo, lo que le faculta para rastrear y seguir en tiempo casi real cuanto ocurre en amplias zonas de la Tierra y, de ese modo, vigilar y extraer información de inteligencia de utilidad para los altos mandos militares y las autoridades políticas.

Cuadruplicar en cinco años el número de ojos y oídos electrónicos
La red de “Arquitectura Proliferada” de la NRO basada en los satélites Starshield crece con mucha rapidez para conseguir tener cobertura global y, en su caso, poder sobrevivir a ataques potenciales. Al tratarse de ingenios de escasas dimensiones y bajos costes que pueden ser fabricados en serie, el tiempo de producción de cada Starshield es reducido y, por tanto, son fáciles de reemplazar, siempre que exista suficiente capacidad para acceder al espacio.
En lo que va de año ya se han posicionado en órbita 77 Starshield y otros tres satélites espía de inteligencia de señales. Para lo que resta de 2025, la Fuerza Espacial y la NRO tienen programados en torno a una decena de lanzamientos, “la mitad de los cuales están dedicados a misiones de la “Arquitectura Proliferada”, que continuarán hasta 2029”, ha precisado el responsable directo de los lanzamientos, el coronel Jim Horne, con lo que la NRO confía en “cuadruplicar la cantidad de sus satélites para la próxima década”.

Para conseguir tan ambiciosa meta, la Fuerza Espacial tiene que disponer de capacidad para llevar a cabo frecuentes despegues con los diferentes cohetes que tiene contratados a través del programa de Lanzamiento Espacial de Seguridad Nacional ‒NSSL, por su acrónimo en inglés‒, “que garantiza el acceso continuado al espacio de las misiones de seguridad nacional”, afirma el coronel Horne.
Con un presupuesto del orden de los 1.800 millones de dólares, la Fuerza Espacial cuenta para tal labor con las más fiables compañías norteamericanas de servicios de lanzamiento, en primer lugar, con SpaceX y su cohete Falcón 9, pero también con los Electrón de Rocket Lab, Vulcan de ULA y Minitaur IV de Northrop Grumman. Cada uno de los diferentes modelos de cohetes contratados debe poder transportar al espacio no sólo uno, dos o tres Starshield sino una cantidad mucho mayor, entre 17 y 22.

Y para los despegues cuenta con cuatro bases espaciales. Una de las principales está en Vandenberg (California), en la costa del Pacífico, otra en Cabo Cañaveral (Florida) y una tercera en la isla de Wallops (Virginia), ambas en la costa del Atlántico. La NRO y la Fuerza Espacial también disponen de las instalaciones del operador privado Rocket Lab en Nueva Zelanda, en la península de Maia, al suroeste del océano Pacifico.