Transcurridos sus primeros cinco meses en la Casa Blanca, el presidente Joe Biden ha concluido su primer y largo periplo transatlántico. Se ha reunido en Bruselas con sus 29 aliados europeos de la OTAN y en Ginebra con el líder ruso Vladimir Putin, su principal preocupación en el viejo continente.
Pero mientras la inmensa mayoría de los dignatarios de Europa estaban pendientes de las palabras y los gestos de Biden y Putin, el presidente chino Xi Jinping ultimaba un nuevo paso en su política de plena autonomía estratégica, lo que confirma la intranquilidad de los occidentales respecto a China puesta de manifiesto el pasado 14 de junio en la cumbre de la Alianza Atlántica en Bruselas.

Y es que al día siguiente de finalizar las conversaciones entre Joe Biden y Vladimir Putin en su intento por normalizar las relaciones diplomáticas y militares entre los dos países, Xi Jinping llamaba la atención de ambos e incluso del mundo entero al enviar a los primeros inquilinos al complejo orbital que China tiene en construcción alrededor de la Tierra.
El despegue del lanzador Larga Marcha 2F con los tres astronautas a bordo tuvo lugar en la madrugada del jueves, 17 de junio, desde la base espacial de Jiuquan, en pleno desierto de Gobi, en el noroeste de China. En poco más de seis horas y media, la capsula Shenzhou-12 con el trio de pilotos militares reconvertidos en astronautas ya estaba acoplada al módulo Tianhe ‒en español, Harmonía Celestial‒ de la estación espacial Tiangong ‒Palacio Celestial‒, que órbita nuestro planeta azul a unos 400 kilómetros sobre el nivel del mar.

Tianhe está en órbita desde el pasado 29 de abril. Pieza central del futuro complejo orbital chino, tiene 16,6 metros de largo, 4,2 metros de diámetro y su volumen habitable es de 50 metros cúbicos. Es cuatro veces más pequeña que la Estación Espacial Internacional promovida por Estados Unidos, Rusia y la Agencia Espacial Europea, que está habitada de forma permanente y que en estos momentos permanece ocupada por 7 astronautas de la expedición 65, de los que 3 son norteamericanos, 2 rusos, 1 francés y otro japonés.
La primera tripulación que ya habita Tianhe es una mezcla de astronautas veteranos, menos veteranos y bisoños, todos varones. El comandante de la misión es Nie Haisheng, de 56 años, que ha participado en dos misiones anteriores en los años 2005 y 2013. Le acompaña Liu Boming, de 54 años, que voló al espacio en 2008 y protagonizó el primer paseo espacial. El tercero y más joven es Tang Hongbo, de 45 años, que inicia su carrera en órbita.

Salvo que surja algún impedimento técnico, las previsiones de la Agencia espacial de Pekín son que los tres primeros inquilinos con vistas a la Tierra de Tianhe permanezcan algo más de tres meses a bordo. Su principal objetivo es batir el record chino de permanencia en el espacio, que data de 2016 y está situado en 33 días.
A la vez que van sumando días en órbita, entre sus cometidos se encuentra la verificación del buen funcionamiento de los equipamientos instalados en el complejo orbital, entre los que se encuentran los sistemas para regenerar el aire y el agua, así como un brazo robótico para ayudar a la descarga y acoplamiento de material. Después, dos de ellos saldrán al exterior para comprobar que todo está en correcto estado fuera del módulo.

Cumplido lo anterior, los técnicos del Centro de Control de Vuelos Tripulados de Pekín darán su autorización para que comiencen a realizar experimentos científicos. Su trabajo lo compaginarán cada día con largas sesiones de ejercicios físicos para evitar la pérdida de masa ósea que provoca la ingravidez.
Las previsiones actuales son que en septiembre les visite la astronave no tripulada de reaprovisionamiento Tianzhou-3 con repuestos, combustible, alimentos y nuevos equipos. Un mes más tarde se acoplará la capsula tripulada Shenzhou-13, con tres astronautas de relevo, muy posiblemente dos varones y una mujer ‒también piloto de la Fuerza Aérea China‒, pero cuyos nombres todavía no se han dado a conocer.
La finalización de la construcción del primer complejo espacial operativo chino se producirá en 2022. Concebida para estar operativa entre 10 y 15 años, el conjunto totalizará alrededor de 90 toneladas cuando en acoplen los módulos Wentian y Mengtian. Uno de ellos estará equipado con un potente telescopio de observación astronómica, y entre los dos sumarán nuevos equipos para experimentos tecnológicos, médicos, de biotecnología, para física de fluidos y de combustión en micro gravedad.
El vuelo del día 17 de junio es la primera misión espacial tripulada china desde hace cinco años. Según la Agencia espacial china, sus tres astronautas han sido sometidos a 6.000 horas de entrenamiento para acostumbrarles a permanecer una larga temporada en condiciones de micro gravedad.

Pekín rechaza de plano que su interés por el espacio exterior sea por el hecho de competir con Estados Unidos en una nueva carrera espacial. Asegura que construye su estación espacial para que se convierta en un puesto avanzado desde el que ampliar la exploración del Universo. En segundo lugar, para lograr que el espacio ultraterrestre sea una importante esfera de cooperación internacional basada en el uso pacífico de las nuevas tecnologías. Con el apoyo de Naciones Unidos, 17 naciones, muchas de ellas en vías de desarrollo, tienen programados experimentos en el complejo orbital.
Pekín acusa al Senado norteamericano de establecer obstáculos legales para impedir la puesta en marcha de iniciativas de cooperación espacial entre los dos países, pero subraya que Estados Unidos no logrará socavar los avances de su ambicioso programa espacial.
Solo hay que recordar que el pasado mes de mayo logró posar sobre Marte una astronave y un vehículo todo terreno. Que lo mismo había hecho antes en la cara oculta de la Luna. Que ha conseguido traer a la tierra muestras de la superficie lunar. Y que ahora acaba de inaugurar su primera estación espacial tripulada de forma permanente, todo lo cual deja constancia de su más que probada autonomía espacial.