El presidente chino, Xi Jinping, puede dar otro salto de alegría en el mano a mano que mantiene en materia espacial con Donald Trump, el todavía presidente de Estados Unidos. La misión china Chang’e-5 escapó ayer tarde de la superficie de la Luna con dos kilos de muestras extraídas de su superficie y de las entrañas de su subsuelo.
China ya ha logrado lo más difícil: arrancar material sólido de la Luna y colocarlo en órbita, lo que refrenda a China como la gran potencia espacial que es y la encamina a alcanzar su sueño de convertirse en el líder mundial de un sector económico y estratégico en plena pujanza.
Pero cantar victoria todavía está lejos, ya que quedan varias etapas críticas que superar en los próximos doce días: trasvasar las muestras al módulo orbital, reentrar en la atmósfera terrestre y aterrizar sin contratiempos en la región autónoma china de Mongolia interior.

Con independencia de que Pekín logre concluir con pleno éxito las distintas etapas de la misión Chang’e-5, Xi Jinping y su equipo de Gobierno tiene la vista puesta en que China se convierta en 2049 en la nación líder del sector espacial mundial. El citado año no se ha fijado para poder alcanzar la meta deseada dentro de tres décadas. Es porque en el año 2049 se cumple el centenario de la fundación de la República Popular China.
Xi Jinping tiene camino de Marte a la sonda Tianwen-1, que llegará al Planeta Rojo en febrero de 2021, al igual que Mars 2020 de la NASA de Estados Unidos y Al-Amal de Emiratos. Pero su objetivo no es Marte sino la Luna, un lugar en el espacio de gran importancia estratégica. Su superficie sin atmósfera ni prácticamente gravedad lo convierte en el lugar más cercano para establecer una colonia o base de astronautas y poder saltar al espacio profundo.

Para tener dominio sobre la Luna resulta imprescindible controlar el llamado espacio cislunar, el camino existente entre la Tierra y nuestro planeta natural. Es por ese motivo que Pekín quiere establecer una estación orbital tripulada alrededor de la Luna, al igual que pretende Estados Unidos con la estación Gateway, un proyecto impulsado por Jim Bridenstine, el actual administrador de la NASA.
El hecho de que el país está tutelado por un Partido Comunista que se perpetúa en la dirección y el gobierno de las instituciones oficiales, facilita que sus máximos dirigentes puedan definir proyectos espaciales a muy largo plazo, algo muy difícil de conseguir en las democracias occidentales.

Prueba de lo anterior es que Xi Jinping ha logrado potenciar en gran medida el sector espacial que heredó de sus antecesores. En sus siete años de liderazgo ha logrado reforzar la capacidad autónoma de acceso al espacio del país, crear un incipiente sector espacial privado y completar una constelación nacional de navegación y posicionamiento por satélite (Beidou), equivalente al GPS de Estados Unidos y Galileo de la Unión Europea, todavía sin concluir.
Por si fuera poco, ha sabido desarrollar una familia de sistemas de armas antisatélite, crear una Fuerza Espacial militar de carácter independiente, ampliar una potente industria de fabricación de satélites de todo tipo y dedicar muchos recursos económicos a transferir la inteligencia artificial y la tecnología 5G y 6G al campo del cosmos. Y, como guinda del pastel, ha conseguido que una importante cantidad de países de todo el mundo en vías de desarrollo confíen, se adhieran y adquieran las capacidades espaciales que les China brinda.
A pesar de ser plenamente consciente de la repercusión internacional de sus logros espaciales, Pekín dosifica la información que difunde al exterior del país, facilita muy pocos detalles de interés y mantiene el secreto la mayor parte de la misión Chang’e-5. Pero se sabe que el módulo de superficie alunizó de forma suave el 1 de diciembre, que a las 48 horas completó su labor de recogida de sedimentos lunares y que todo el material arrancado se encuentra almacenado en pequeños contenedores herméticos de forma cilíndrica.

El módulo de ascenso de Chang’e-5 despegó con éxito el jueves, 3 de diciembre, a las 16:10, hora peninsular española, desde la parte superior del módulo de superficie que ha extraído las muestras y que ha quedado abandonado sobre la Luna. Durante los dos días anteriores, su cámara panorámica, su espectrómetro y su radar de penetración han estudiado el entorno del lugar, han analizado la estructura del subsuelo y han determinado el lugar exacto en que debía efectuarse el sondeo.
A continuación, los técnicos chinos que supervisan la misión desde el Centro de Control de Pekín activaron una taladradora y extrajeron medio kilo de distintas capas del subsuelo hasta una profundidad de dos metros, según fuentes oficiales chinas. Después, utilizaron su brazo robótico articulado para recoger 1,5 kilos de rocas y polvo de la superficie lunar en distintos puntos alrededor del entorno más inmediato en que la sonda se había posado.

La maniobra de acercamiento y encuentro entre el módulo orbital y el que almacena las muestras lunares es otro de los escenarios críticos de la misión. Está previsto que tenga lugar el 5 de diciembre, a las 22:40, hora peninsular española. A partir de ese momento, el material se transferirá al orbitador, que se encaminará de vuelta hacia la Tierra con su preciada carga.
Chang’e-5 despegó a bordo de un lanzador Larga Marcha 5 el pasado 24 de noviembre. En su recorrido efectuó las dos correcciones de su trayectoria que estaban programadas. Una cuando se hallaba a 160.000 kilómetros de la Tierra y la segunda cuando se encontraba a 270.000 kilómetros.

El 29 de noviembre la astronave quedó posicionada a una altura de 220 de altura sobre la superficie lunar. Poco después, el módulo de superficie comenzó su lento descenso por etapas, hasta que el 1 de diciembre logró posarse de forma suave sobre la superficie lunar, todo lo cual fue filmado por la cámara panorámica que lleva a bordo.