Loretta Napoleoni/bez.es
Pie de foto: Fuerzas especiales estadounidenses adiestran a policías africanas para luchar contra el terrorismo yihadista
Nos encontramos una amplia gama de grupos armados autofinanciados con actividades ilegales. Los ataques en Malí y en Burkina Faso fueron dirigidos claramente contra su progreso económico y sus clases medias. El yihadismo africano está más cerca de los traficantes de droga sudamericanos que del nacionalismo del Daesh.
El último ataque terrorista en África, ocurrido en Costa de Marfil, confirma lo que muchos temieron, que el Sahel y el norte de África son terreno fértil para el proselitismo yihadista.
Se habla de terrorismo yihadista porque la denominación al Qaeda o Estado islámico es irrelevante ya que ninguno de los ataques ha sido organizado, planificado y ejecutado por estas organizaciones. En primer lugar, al Qaeda en el Magreb -conocida por sus siglas AIQM- no ha sido nunca una rama de al Qaeda, sino que es una organización autónoma, financiada con el contrabando (principalmente de cocaína) de exmiembros del GIA argelino. Por tanto, no ha recibido nunca órdenes de Bin Laden o de al Zawahiri (el actual líder), nunca ha abrazado su visión de la lucha armada, es decir, el ataque contra el lejano enemigo: Estados Unidos y Occidente. De al Qaeda solo ha tomado las siglas.
El Califato provee al yihadismo global -incluyendo Boko Haram, al Qaeda en el Maghreb, al Shabaab, al Qaeda en la península arábiga- una especie de paraguas ideológico, pero cada uno de estas organizaciones es independiente tanto financiera como políticamente.
Lo que Occidente no entiende es que el movimiento armado yihadista no es una entidad monolítica, un ejército transnacional que hace exactamente lo que es dicho por el califa porque él lo haya financiado. Al contrario, nos encontramos una amplia gama de grupos armados que no solo son autofinanciados con actividades ilegales -la principal el contrabando de drogas-, sino que no tienen ninguna intención de fusionarse entre sí.
En los últimos seis meses, de los ataques terroristas en África se han producido más de 200 en el Sahel. No se dirigen a la creación del Califato Sahel, pero son útiles para el mantenimiento de la actividad criminal que los sustenta. ¿Qué significa esto? Que organizaciones como Al Qaeda en el Magreb o Murabitum -que nació como una rama de la primera-, existen gracias a la inestabilidad política de la región, se alimentan de la anarquía que prevalece en algunas partes del Sahel. Por ello, tanto el progreso político, económico y social empeoran su situación y ponen en peligro su negocio y su supervivencia.
Ataques contra el progreso de las naciones africanas y sus clases medias
Los ataques en Malí y en Burkina Faso fueron dirigidos claramente contra un tipo de hombres y mujeres de negocios que viajan a lo largo del continente; se pusieron en marcha para desalentar a estos individuos, que pertenecen a la incipiente burguesía africana, la clase media sin la cuál África no logrará nunca modernizarse. El atentado en Costa de marfil, que ha elevado a 50 el número de las víctimas en los ataques contra los hoteles africanos, confirma esta estrategia y va más allá. El ataque ha querido, en efecto, golpear un país que ha logrado levantarse del caos político y que desde hace algún tiempo ha atraído el interés de los inversores extranjeros.
Desde finales de los años noventa hasta 2011, Costa de marfil experimentó grandes tensiones sociales, inestabilidad política y fue víctima de una grave crisis económica que, durante la crisis posterior a las elecciones del 2011, hizo que disminuyera un 4,7% su PIB. Desde entonces las cosas han cambiado. La economía creció una media del 9% en el período 2012-2013; el crecimiento se ralentizó posteriormente, estabilizándose alrededor del 7,9% en 2014 y 2015 y el PIB per cápita se incrementó en más de un 20% durante el período 2012-2014. Los principales sectores económicos han contribuido a la recuperación económica y del empleo.
Una combinación de buenas condiciones meteorológicas y la introducción de los precios mínimos por los cultivos de exportación han sustentado la producción agrícola. El rebote en agricultura ha sido impulsado por un aumento de la producción de cacao, de cacahuetes, de algodón, y de otros cultivos alimenticios, entre ellos el arroz y el maíz. La producción industrial también ha aumentado gracias también a la realización de grandes proyectos de infraestructuras públicas. Todo esto se verá amenazado si Costa de marfil es identificada con el avance del yihadismo africano que se está desplazando hacia las costas del África occidental de Malí, Burkina Faso y Níger.
En Malí, al Qaeda en el Magreb ha logrado destruir el floreciente turismo de Tombuctú y el de sus áreas circundantes mientras que en Burkina Faso se ha dirigido contra su naciente clase media. En Costa de marfil el objetivo es sabotear la recuperación económica de la nación africana y ahuyentar la inversión extranjera.
Por tanto, no es cierto que que la oleada de terrorismo de carácter yihadista en África esté motivada por la presencia francesa en la región, aunque es cierto que esta molesta a las diversas organizaciones yihadistas. Se estima que alrededor de 18.000 ciudadanos franceses viven en Costa de marfil y más 20.000 en Senegal. Francia también tiene 3.500 soldados en la región, que patrullan desde Senegal hasta el extremo oeste en Chad. Por último, una base militar francesa en Abidjan, con unos 800 soldados, sirve como centro logístico para las operaciones regionales contra las fuerzas yihadistas del Sahel. Pero no es Francia el verdadero objetivo de la lucha armada yihadista en África, sino la construcción del Califato del Sahel a imagen y semejanza del Estado islámico.
Pese a todo, a pesar de que algunos grupos han declarado fidelidad y lealtad al califa, el yihadismo africano está más cerca de los traficantes de droga sudamericanos que del nacionalismo del Dáesh. En otras palabras, los ataques de los últimos meses quieren defender el negocio principal con el que los grupos yihadistas se autofinancian: el contrabando de drogas que pasan a través de África occidental a Europa y al resto del mundo.