Una década después del inicio de las tensiones en la cuenca del Nilo como consecuencia de la construcción de la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD, por sus siglas en inglés), Egipto ha decidido recalibrar su aproximación diplomática sobre el contencioso. El Cairo abandona la línea dura para apostar de nuevo por “la diplomacia y la paciencia” con el objetivo de desbloquear un acuerdo tripartito con las autoridades de Jartum y Adís Abeba, de acuerdo con las últimas declaraciones del presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi.
En una comparecencia ante los medios desde la ciudad industrial de Sadat, en la gobernación de Menufia, el líder egipcio reconoció haber hecho “todo lo posible” para alcanzar un acuerdo con Etiopía. “Hablamos con diplomacia, visión de futuro, paciencia y, al mismo tiempo, llevamos a cabo proyectos para aprovechar al máximo el agua y reciclarla una, dos y tres veces”, trasladó el que fuera ministro de Defensa tras la revolución de 2011. Pero también se mostró tajante: “Nadie comprometerá la cuota de agua de Egipto”.
A principios de junio, Al-Sisi avanzó que el país trabaja para ampliar sus recursos hídricos y “ahorrar hasta la última gota”, y que habían decidido no entrar en conflicto con sus vecinos para aumentar la cuota de agua “pese al aumento de nuestra población”. Una postura conciliadora que contrasta con las acciones unilaterales emprendidas por el Ejecutivo etíope, que no ha contado con la aprobación de Sudán ni Egipto para avanzar en la puesta a punto de la GERD.

El Gobierno de Abiy Ahmed puso en marcha en febrero la primera fase de producción energética de la presa ante las críticas de Egipto y Sudán, que acusaron al primer ministro de violar la declaración de principios firmada en 2015. Este documento contempla el compromiso de las partes para “no causar daños significativos en la utilización del Nilo azul”. Abiy, por su parte, tuiteó que el proceso “es una buena noticia para nuestro continente y para los países aguas abajo con los que aspiramos a trabajar”.
Etiopía llevó a cabo las dos primeras fases de llenado de forma unilateral, y se espera que durante la próxima temporada de lluvias las autoridades den comienzo a la tercera, concretamente entre los meses de agosto y septiembre. Sin embargo, está previsto que el llenado completo de la presa se dilate entre cinco y siete años. En este sentido, el director del proyecto GERD de la compañía eléctrica etíope, Kifle Horo, el proceso de llenado se ejecuta de forma automática, por lo que es imposible detenerlo.
Horo reconoció por primera vez que Egipto y Sudán podrían verse perjudicados por el llenado de la presa en unas declaraciones calificadas de “incendiarias” por el Ministerio de Exteriores sudanés. Jartum se había mostrado neutral desde el inicio del proyecto de la presa, sin embargo, en los últimos años se ha aproximado a las tesis de Egipto sobre el diferendo. Hasta las declaraciones del director de la GERD, la versión de Adís Abeba sostenía que no habría consecuencias para estos países. Ahora las autoridades etíopes reculan.
La nueva aproximación de Egipto responde a las duras condiciones hídricas que experimenta el país. Es uno de los Estados con mayor escasez de agua del mundo. Para satisfacer sus necesidades, El Cairo necesita cerca de 114.000 millones de metros cúbicos de agua anuales cuando los recursos disponibles se cifran en 74.000, lo que ha forzado a las autoridades a invertir miles de millones de euros en planes e infraestructuras hídricas como plantas de tratamiento, desalinización, racionalización, etc.
“La cuestión del agua es existencial para Egipto”, señala el analista Marcos Bosschart. “En el escenario más optimista, el 35% de las tierras cultivables se echarían a perder si el llenado se lleva a cabo en menos de cinco años”. Las últimas investigaciones estiman que el llenado del embalse no supera el 15% de su capacidad.
El presidente egipcio mantuvo un encuentro hace dos semanas con el comisario europeo de Vecindad y Ampliación, Olivér Várhelyi, para negociar la ayuda de la Unión Europea en el contencioso de la GERD. Al término del encuentro, Várhelyi mostró la disposición de la Comisión para encontrar una solución “aceptable” para todas las partes.

La Gran Presa del Renacimiento surgió en 2011 tras firmar un contrato de construcción por valor de 4.800 millones de dólares con la empresa italiana Salini Costruttori para ser la presa hidroeléctrica más grande del continente. Sin embargo, el ambicioso proyecto se ha convertido en objeto de innumerables disputas entre Egipto, Etiopía y Sudán. El Cairo y Jartum consideran que la presa amenaza sus reservas hídricas en el Nilo, de las cuales dependen para satisfacer sus necesidades.
Las tensiones han amagado con desatar un enfrentamiento militar en la región. Las amenazas han sido constantes en los últimos meses, pero la sangre no ha llegado al río. Egipto ha rechazado de plano cualquier intención de entrar en guerra con Etiopía por el contencioso de la presa, manteniendo abiertos los canales diplomáticos. Algo que el Ministerio de Exteriores etíope ha querido aprovechar para mostrar interés en reanudar las negociaciones.
Kinshasa, la capital de República Democrática del Congo, acogió en abril de 2021 la última ronda de conversaciones, que se saldaron sin avances significativos. Las partes se acusaron mutuamente de paralizar las negociaciones y estas quedaron encalladas hasta que, en verano, El Cairo y Jartum consiguieron elevar la disputa al Consejo de Seguridad de la ONU, que emitió una declaración presidencial en la que solicitaba a las partes continuar las negociaciones en el marco de la Unión Africana (UA), sin éxito.