Mientras, la situación humanitaria empeora cada día

Calma relativa ante el nuevo alto el fuego en Sudán

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AFP/SHRAF HAZLY - El jefe del Ejército sudanés, Abdel Fattah al-Burhan (izq.) y el comandante de las Fuerzas de Apoyo Rápido paramilitares sudanesas (FAR), el general Mohamed Hamdan Daglo (Hemedti)

El Ejército de Sudán y los paramilitares que asaltaron el poder en abril firmaron un alto el fuego de siete días en Yeda el 20 de mayo. Aunque la población tenía esta vez más esperanza de que se mantuviese por completo y permitiese la entrada de ayuda humanitaria, los combates prosiguieron durante la noche. La presión internacional no ha servido para que cesen todos los combates y se registraron ataques aéreos nocturnos después de que el alto el fuego comenzara el lunes. Por el contrario, los residentes de Jartum han informado de que existe una calma relativa en las últimas horas.

Sudán se encuentra en una situación sociopolítica inestable desde el derrocamiento de Omar al-Bashir, en abril de 2019, que acabó con 30 años de dictadura. El golpe militar de octubre de 2021 y la dimisión del primer ministro Abdallah Hamdok en enero de 2022 fragilizaron aún más el proceso de transición hacia una democracia. El 15 de abril de este año, Ejército regular de Sudán dirigido por Abdel Fattah al-Burhan y el grupo paramilitar de las Fuerzas de Apoyo Rápido a las órdenes de Mohamed Hamdan Dagalo, alias Hemedti, empezaron una lucha por el poder que lleva ya más de 850 muertos, aunque se estima que las cifras puedan ser mucho mayores.

El acuerdo renovó la esperanza de poner fin a la guerra que desarraigó a casi 1,1 millones de personas de sus hogares. Sin embargo, horas antes del comienzo del alto el fuego, se difundió un mensaje de audio del teniente general Dagalo en el que daba las gracias a Arabia Saudí y Estados Unidos, pero instaba a sus hombres a perseverar hasta la victoria o el martirio: "No retrocederemos hasta que pongamos fin a este golpe de Estado, procesemos a todos los que han cometido crímenes contra el pueblo sudanés y volvamos a la vía democrática", declaró.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, afirmó que “las conversaciones de Yeda han tenido un enfoque limitado. Una solución permanente de este conflicto requerirá mucho más”. Explicó que el mecanismo de monitoreo sería “remoto”, pero no detalló en que consistiría dicho sistema. “Si se viola el alto el fuego, lo sabremos, y haremos responsables a los infractores a través de nuestras sanciones y otras herramientas a nuestra disposición”, explicó.

Mientras, la situación humanitaria empeora cada día. En Jartum y en Darfur casi todos los hospitales están fuera de servicio porque han sido bombardeados, no disponen de insumos médicos suficientes o están ocupados por las fuerzas en conflicto. Según el Sindicato de Médicos del país, hay más de 3.500 personas heridas por el conflicto. Antes de la guerra, el país dependía de la ayuda humanitaria, es por ello por lo que la escasez de alimentos y la falta de asistencia médica ponen en un grave peligro a millones de sudaneses. Según Naciones Unidas, 25 millones de personas en todo el país necesitan ayuda humanitaria. El conflicto ha provocado que en cinco semanas más de un millón de sudaneses se hayan visto desplazados o hayan tenido que huir del país. Esta cifra podría duplicarse si la guerra continua, lo que generaría una mayor inestabilidad a los países vecinos como Chad o Egipto que se verían forzados a acoger a los refugiados que llegasen a sus fronteras.

Según las Naciones Unidas, si el conflicto continúa, un millón más de sudaneses podrían huir a los países vecinos, que temen el contagio de la violencia. Según ACNUR, Chad ha acogido ya entre 60.000 y 90.000 refugiados sudaneses en un mes.

Además, existen informes de violencia sexual contra mujeres y niñas, incluidas las denuncias de violación en Jartum y Darfur que están siendo investigadas por Naciones Unidas, según las declaraciones del Representante de Naciones Unidas en Sudán, Volker Perthes.

Naciones Unidas se ha fijado como prioridad inmediata lograr un alto fuego estable con un mecanismo de supervisión; prevenir que el conflicto degenere basándose en la confrontación entre las diferentes etnias, proteger a los civiles y proporcionar socorro humanitario.

Volker Perthes ha llamado a las partes enfrentadas a dialogar y, ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ha afirmado que “los líderes de las dos partes han optado por resolver su conflicto no resuelto, en el campo de batalla y no en la mesa. Es su decisión la que está devastando Sudán. Y pueden ponerle fin”.

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