Dos años después, nadie ha asumido responsabilidades de una detonación que acabó con la vida de 218 personas, hirió a más de seis mil y arrasó la capital libanesa

El Líbano conmemora el segundo aniversario de la devastadora explosión en el puerto de Beirut: “Debe revelarse toda la verdad”

photo_camera PHOTO/ARCHIVO - Así quedó el puerto de Beirut tras la explosión del 4 de agosto de 2020

Más de 2.700 toneladas de nitrato de amonio, una sustancia potencialmente explosiva utilizada de forma habitual como fuente de fertilizantes, se encontraban almacenadas desde hacía seis años en el puerto de Beirut, amontonadas en los silos desde el año 2014. Al parecer, nadie conocía su origen ni procedencia, ni tampoco sabía que se encontraban allí. Nadie, salvo varios miembros del Gobierno del ex primer ministro Hassan Diab, vinculados al Movimiento Amal, socio chií de la milicia afín a Irán de Hizbulá, que habían sido avisados en reiteradas ocasiones de los peligros que suponía concentrar ese volumen de material en la zona. 

Las alertas de poco sirvieron. Un día como hoy, pero de 2020, esa vasta cantidad de nitrato de amonio detonó, provocando una de las mayores explosiones no nucleares de la historia. Al menos 218 personas murieron y 6.500 resultaron heridas, más allá de los incontables daños materiales. La capital libanesa, antaño apodada como la perla del Mediterráneo, quedó arrasada, reducida a cenizas. Y dos años después del mortífero acontecimiento, siguen existiendo dudas sobre quién y cómo pudo prender la mecha. No se han depurado responsabilidades, nadie ha asumido la culpa y la causa incoada para esclarecer el suceso sigue bloqueada. 

El juez de instrucción del caso, el señalado Tarek Bitar, lleva siete meses sin poder avanzar en las pesquisas. El procedimiento ha sido suspendido hasta en cuatro ocasiones, la última vez en diciembre de 2021 como resultado de las reiteradas demandas presentadas contra el magistrado por los antiguos miembros del Ejecutivo libanés implicados en la explosión, pertenecientes en su mayoría al Movimiento Amal, cuyo líder, Nabih Berri, preside desde hace tres décadas el Parlamento. Así, los exministros intentan descabalgar de la causa a un juez correoso dispuesto a juzgar a quien haga falta en un sistema judicial corrompido de raíz como el libanés. 

Antes, los perfiles relacionados con la explosión consiguieron tumbar al magistrado Fadi Sawan siguiendo el mismo ‘modus operandi’ en cuanto este intentó sentarles en el banquillo para declarar. Es precisamente esta falta de respuestas lo que genera aún más descontento y animadversión en los libaneses con respecto del sistema, una arquitectura institucional que les ha sumido en una espiral de crisis. ¿Qué hacía semejante cantidad de nitrato de amonio en un almacén portuario sin medidas de seguridad? ¿Por qué el presidente Michel Aoun y el entonces jefe de Gobierno Hassan Diab eran conocedores y no reaccionaron? 

Para conmemorar el segundo aniversario de la tragedia en Beirut y exigir respuestas, centenares de personas han tomado este jueves las calles de la capital en tres marchas diferentes para después confluir en el puerto, el centro neurálgico de la deflagración, en torno a las 14.00 horas GMT, las 17.00 hora local. Ataviados de blanco con manchas de pintura roja para simular la sangre derramada en la tragedia, portando banderas, imágenes y pancartas con reivindicaciones variadas, los manifestantes han pedido justicia para las víctimas. 

La amenaza de derrumbe registrada esta semana en los silos del puerto después de la acaecida el domingo, provocada a su vez por la fermentación de restos de trigo almacenados antes de la tragedia, no ha detenido la movilización. Este jueves, los silos volvieron a sufrir un colapso parcial cuando los centenares de manifestantes se aproximaban a la zona. Las autoridades habían exhortado a los ciudadanos a cubrirse con mascarillas y meterse en lugares cerrados de derrumbarse total o parcialmente los graneros, además de evacuar “inmediatamente” las zonas a un radio de 500 metros de los almacenes de grano. 

Ecos de una investigación independiente 

El miércoles, un grupo conformado por 37 expertos en materia de derechos humanos procedentes de diversas ONG, como Human Rights Watch o Amnistía Internacional, exigieron a la Comisión de DDHH de Naciones Unidas la creación de una investigación internacional para aclarar la devastadora explosión en Beirut. Una investigación “rápida e independiente”, reza el comunicado, que “conduzca a la justicia y la rendición de cuentas”. “El mundo no ha hecho nada para averiguar por qué sucedió –se lamentaba la misiva–. En el segundo aniversario de la explosión, nos desalienta que la gente en el Líbano aún espera Justicia, y pedimos que se inicie una investigación internacional sin demora”. 

El octogenario Michel Aoun también ha solicitado este jueves que se revele “toda la verdad” sobre el mortífero suceso del 4 de agosto de 2020. “Les garantizo mi compromiso a la hora de lograr justicia a través de la revelación de toda la verdad por parte de un proceso judicial imparcial que vaya hasta el final, alejado de todo fraude o injusticia”, trasladó el presidente a los libaneses, antes de señalar hacia el denominado ‘Partido de Dios’ y el Movimiento Amal, tándem chií, como principales sospechosos. Estos se han desmarcado del suceso, acusando incluso a la misión de la ONU en el país de haber transportado los explosivos.  

Pero Aoun, un cristiano maronita que vive quizá sus últimos meses en el cargo, carece de la fuerza y legitimidad necesarias para plantar cara a Hizbulá, una organización que ha creado una estructura paralela en el seno del Estado y que cuenta incluso con un Ejército propio superior al del Estado libanés. Menos aún teniendo en cuenta la alianza política entre Aoun y las plataformas chiíes rubricada hace ya 14 años en el complejo tablero de juego nacional, donde el poder queda repartido en cuotas entre varias sectas. De hecho, Aoun es presidente desde 2016 gracias al respaldo inestimable de Hizbulá. La rendición de cuentas se antoja complicada. 

Más en Política