Después de un año de impase política tras los comicios que resultaron en la -insuficiente- victoria de Muqtada al-Sadr, Irak logra formar Gobierno y poner fin a la situación de bloqueo político en el país.
Mohamed Shia al-Sudani, primer ministro propuesto por el Marco de Coordinación, la alianza de partidos cercanos a Irán y con mayoría en el Parlamento, fue consagrado por el parlamento durante la sesión de votación celebrada ayer jueves por la tarde. El poder legislativo dio así luz verde a al Ejecutivo de al-Sudani, compuesto por 21 ministros. Algunos de estos se mantienen en el cargo, como es el caso de Hayan Abdul Ghani, titular de la cartera de Petróleo; Taif Sami, al frente de Finanzas; y Fuad Hussein como jefe de la diplomacia.
Junto con el nuevo presidente, el veterano kurdo Abdul Latif Rashid, el nuevo Gobierno de Irak se enfrenta a una serie de desafíos marcados por sus difíciles relaciones con Irán, su pobreza energética, una débil economía marcada por el desempleo y unas instituciones gangrenadas por la corrupción.

En Irak, tres de los principales cargos del Estado, presidente del Parlamento, presidente de la República y primer ministro han de ser respectivamente un musulmán suní, un kurdo y un musulmán chií. En el caso de al-Sudani, la regla se cumple, y en concreto forma parte de la rama chií más cercana a Irán. Al-Sudani ya fue ministro de Derechos Humanos de 2010 hasta 2014 durante el Gobierno del anterior primer ministro pro-iraní, al-Maliki. En su juventud destacó por hacer parte de la oposición a Saddam Hussein y parte de su carrera académica se desarrolló en Teherán.
De acuerdo con los análisis de los diarios locales, la elección del candidato del Marco de Coordinación son una consecuencia de la habilidad del ex primer ministro al-Maliki para negociar con los partidos kurdos de la región norte de Irak, que votaron en sintonía por la elección de Rashid como presidente, este último convencido de la necesidad de nombrar un primer ministro del Marco de Coordinación, empujando así al clérigo chií al-Sadr fuera de la carrera por la jefatura de Gobierno.
Al-Sadr renunció al poder a principios de septiembre, cuando las maniobras políticas del Marco de Coordinación le dejaron sin opciones. Un acuerdo de entendimiento pudo ya vislumbrarse cuando en verano, varios enviados de la coalición proiraní visitaron Arabia Saudía para entrevistarse con Mohamed bin Salman y obtener su apoyo para lograr una solución política en Irak.

En un comunicado, Muqtada al-Sadr anunció que se retiraría de la política, provocando graves disturbios en la capital Bagdad durante lo que se lanzaron granadas contra edificios en la conocida como “Zona verde” que alberga la mayoría de las sedes institucionales del Estado y delegaciones internacionales. El Parlamento llegó a estar ocupado durante varios días por los seguidores de al-Sadr, opuestos a la elección del candidato del Marco de Coordinación como primer ministro. Uno de los pronósticos más preocupantes en este momento es que al-Sadr tome el rol de oposición en las calles, un arte en el que el clérigo chií tiene especial destreza gracias a su gran capacidad de movilización.
Estados Unidos, que reformó el país tras su invasión y destitución de Sadam Hussein en la década de los 2000, celebró el nombramiento del nuevo Gobierno y aseguró que comparte sus mismos intereses por garantizar la estabilidad y la seguridad en el maltrecho país. El Departamento de Estado anunció en un comunicado que el Gobierno iraquí podría contar con Estados Unidos como socio para llevar a cabo las reformas necesarias en el Irak.
Naciones Unidas también reaccionó al nombramiento del Ejecutivo de al-Sudani, urgiendo al Gobierno a trabajar para combatir los sangrantes problemas de corrupción que sufre Irak. Fue contra esa misma corrupción que el primer ministro al-Sudani dedicó buena parte de su discurso en el Parlamento, garantizando que se trata del peor enemigo de Irak en estos momentos.