El PJD vuelve a ganar las elecciones en Marruecos

Hamid Bellahcene/correomadrid.com
Escrutado más del 90% de los votos, los islamistas vuelven a ganar las elecciones en Marruecos. Según las cifras ofrecidas por el ministro del interior en funciones Mohand Laenser el Partido de Justicia y Desarrollo se ha hecho con la primera posición con 99 escaños mientras el Partido de Autenticidad y Modernidad ocupó la segunda posición con 80 escaños.
Los partidos tradicionales, surgidos tras la independencia de Marruecos, siguen retrocediendo en los resultados. El Partido Istiklal ocupa la tercera posición con 31 escaño, La Agrupación Nacional de los independientes 30 escaños, El Movimiento Popular 21 escaños y Unión Constitucional 21 escaños.
La ley electoral marroquí da pie a un panorama político muy fragmentado donde el primer partido más votado es incapaz de gobernar en solitario lo que obliga al conjunto de los partidos políticos a buscar alianzas y pactos de gobierno. En esta tarea, el palacio real se reserva la última palabra, tanto mediante la influencia que influye en los partidos, donde algunos deben su existencia a la intervención del palacio y su deseo de ejercer influencia en la política marroquí con el fin de asegurar el protagonismo exclusivo de la casa real.
Los resultados provisionales pueden sufrir notables cambios después del cómputo definitivo. Algunos cálculos elevan el número de escaños obtenido por el PJD a 129 y los conseguidos por el PAM a los 103 mientras el Istiklal 40 y la Agrupación Nacional de los Independientes 39 escaños, Unión constitucional 22 escaños, el Partido Socialista de las Fuerzas Populares 19 escaños.
Independientemente de los cambios de última hora, los resultados de las elecciones de ayer viernes dan lugar a una futura rivalidad entre el Partido de Justicia y Desarrollo y el Partido Modernidad y Autenticidad, aunque el primero lleve una notable ventaja, el PAM tiene una mayor capacidad de influir en el seno las instituciones del Estado. Otra tendencia que se ha confirma es el retroceso de los partidos tradicionales que, aunque serán decisivos en la gobernabilidad del país, pierden su fuerza electoral. El drama lo representa el partido socialista de las fuerzas populares, que ha sacado sus peores resultados y se ha convertido en un partido marginal.