La celebración de la Fiesta del Trono en Marruecos, que coincide con el 22 aniversario de la llegada de Mohamed VI, tras la muerte de su padre, Hassan II, representa una demostración de estabilidad política y social en el Reino y de afinidad del pueblo marroquí con la monarquía alauí. En su momento, a principios del siglo pasado, la implantación de esta celebración supuso un hito frente al colonialismo francés. En estos momentos de ofensiva islamista para hacerse con el poder en muchos países como Túnez, por ejemplo, la reacción de su presidente ha sido necesaria para preservar la convivencia, los valores de la Constitución consensuada entre todos los sectores políticos, económicos y sociales y para superar la grave crisis provocada por la pandemia de coronavirus y una nefasta gestión del gobierno islamista de En-hada. En Marruecos, la cohabitación entre el poder del Rey que controla los denominados ministerios de Soberanía: Interior, Defensa, Asuntos Exteriores y Asuntos Islámicos, con el gobierno islamista moderado del partido Justicia y Desarrollo se mantiene en unos cauces adecuados desde hace dos legislaturas, pero con muchos recelos.

El próximo 8 de septiembre están convocadas las elecciones generales y veremos si se produce algún cambio o se mantienen los islamistas moderados en el Gobierno con el apoyo del partido liberal RNI. Durante estos 22 años de reinado de Mohamed VI se ha registrado una evidente modernización de Marruecos, con nuevas infraestructuras viarias, tren de alta velocidad, evolución de las energías renovables con la gran planta fotovoltáica de Ourzazate, la transformación de Tánger con las dos fases del puerto Tánger Med, las fábricas de automóviles, las inversiones científicas y aeroespaciales y todo con un crecimiento sostenido del 3,5% de media. Más allá de los logros económicos y comerciales, donde, por cierto, España se ha convertido en el primer socio comercial del país magrebí, destaca la decisión real de impulsar los derechos de las mujeres, las oportunidades de los jóvenes y cambiar el modelo de producción en la economía con el objetivo de luchar contra uno de los grandes problemas que tiene Marruecos como es la desigualdad que lastra en muchas regiones del país la vida diaria de los ciudadanos.
La pandemia del coronavirus ha golpeado también la economía marroquí tras el cierre del país para evitar la expansión de los contagios. Sin turismo durante año y medio, miles de trabajadores y empresas están sin ingresos. Marruecos intenta que la solución al conflicto del Sáhara sea el de una amplia autonomía bajo su soberanía, como ha reconocido Estados Unidos. Es su gran objetivo, pero también, recomponer las relaciones con España, sobre todo la confianza. Es imprescindible el entendimiento entre dos reinos estables.