Emmanuel Macron reconoció el martes, "en nombre de Francia", que el abogado y líder nacionalista Ali Boumendjel fue "torturado y asesinado" por el Ejército francés durante la guerra de Argelia en 1957, según anunció el Elíseo, un asesinato que en su momento se hizo pasar por suicidio. Este reconocimiento, que el propio jefe de Estado anunció a los nietos de Ali Boumendjel al recibirlos el martes, es uno de los gestos de apaciguamiento recomendados por el historiador Benjamin Stora en su informe sobre la colonización y la guerra de Argelia, para resolver las tensiones en torno a la memoria de este conflicto.
La ecuación es intelectual, política y conmemorativa. ¿Cómo se puede contar el pasado cuando se ocupa el cargo más alto de Francia? ¿Cómo se puede interpretar y abundar en la narrativa francesa cuando no se ha experimentado, más que a través de la lectura, la huella de los grandes dramas?
Nacido el 23 de mayo de 1919 en una familia rica argelina, Boumendjel fue un alumno brillante graduado en Derecho, con un espíritu abierto y humanista, inspirado en la Ilustración, según el Elíseo, que reconoce además sus intervenciones públicas en favor de la paz.
Durante la Batalla de Argel, Boumendjel fue arrestado por el ejército francés, torturado y asesinado el 23 de marzo de 1957. El exgeneral de la armada Paul Aussaresses había ya reconocido haber dado la orden de matarlo y camuflar el crimen de suicidio.

Emmanuel Macron había confiado al historiador Benjamin Stora una misión sobre "la memoria de la colonización y la guerra de Argelia", con el encargo de que este especialista presentara al presidente un informe con recomendaciones prácticas con el fin de promover "la reconciliación entre los pueblos francés y argelino". El intento de reconciliar la memoria franco-argelina parece encontrar luz al final del túnel. Casi un mes después de su entrega a Emmanuel Macron, el informe del historiador Benjamin Stora sobre el apaciguamiento de los recuerdos de la colonización y la guerra de Argelia parece encontrar salida política.
Se esperaba este informe. Por un lado, porque el tema es muy inflamable, tanto que desata pasiones, mientras que Argelia es independiente desde hace casi 60 años, y por otro lado, por la personalidad de Benjamin Stora, que ha dedicado su carrera a la historia de Argelia y de la inmigración magrebí, no puede considerarse un observador insignificante, hasta el punto de que sus compromisos pasados -con la extrema izquierda en su juventud, con la izquierda en sus años de madurez- no pueden separarse totalmente de su obra científica, que lleva la marca de un anticolonialismo de principios y de una empatía no disimulada con el nacionalismo argelino.
El informe de Stora propone apaciguar los recuerdos rivales en torno a la guerra de Argelia, que envenenan el vínculo entre los dos países, así como el debate público dentro de la sociedad francesa. Los medios de comunicación franceses citaron al Palacio del Elíseo: “El informe no significa dar un paso hacia una disculpa a Argelia”.
El reto de esta pacificación de los imaginarios arrancados de la " retórica del pasado " es geopolítico, ya que concierne a la percepción, y por tanto a la influencia, de Francia en el área mediterránea. También es una cuestión de cohesión nacional, que tiene todo que ganar con "la transición de una memoria comunitarizada a una memoria común", en palabras de Stora. Siete millones de franceses que habían vivido, personalmente o en sus familias, los dramas de la descolonización en Argelia (pieds- noirs, inmigrantes, soldados, harkis, etc.) se habían desgarrado hasta entonces en una "competición de víctimas" en la que cada "grupo de la memoria" había erigido su herida como "superior al otro". Ha llegado el momento de salir de este "encierro".
Este es, en cualquier caso, el objetivo de la reflexión encomendada a Stora por el jefe del Estado, que querría tener éxito donde sus predecesores han fracasado. En la carta de misión dirigida en julio de 2020 al historiador, reconocido especialista en la guerra de Argelia y en la inmigración magrebí a Francia, Macron le pedía que le ilustrara sobre los gestos susceptibles de contribuir "al apaciguamiento y a la serenidad de aquellos a quienes [la guerra de Argelia] ha herido, (...) tanto en Francia como en Argelia".
Paralelamente, el presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, anunció que había nombrado al Dr. Abdelmadjid Chikhi, director general del Centro Nacional de Archivos de Argelia, para llevar a cabo un trabajo de "verdad" sobre cuestiones de memoria entre ambos países.
Las autoridades argelinas y los historiadores afirman que este periodo fue testigo de asesinatos de casi 5 millones de personas, así como de campañas de desplazamiento y saqueo de riquezas, así como el robo de miles de documentos y artefactos, algunos de los cuales se remontan a la época otomana (1515- 1830).
Los funcionarios franceses reiteraron en varias ocasiones la necesidad de pasar una nueva página en las relaciones, pero Argelia exigió repetidamente a París el reconocimiento oficial de los crímenes coloniales.

El Gobierno argelino ha pedido en repetidas ocasiones el "reconocimiento de los crímenes coloniales de Francia". "No favoreceremos las buenas relaciones en detrimento de la historia y la memoria, pero los problemas se resuelven con inteligencia y calma, y no con eslóganes", declaró el lunes por la noche el presidente argelino Abdelmadjid Tebboune.
La reconciliación entre París y Argel debe inscribirse en un reconocimiento mutuo que no sea "ni negación ni arrepentimiento", dijo, por su parte, el martes por la mañana el embajador de Francia en Argelia, François Gouyette, en una entrevista al diario francés L'Expression, cercano al Gobierno.
Con la perspectiva que dan los años vivido, parece razonable ver esta fecha como un momento de inflexión en que ambos países, a través de sus presidentes, han decidido poner sobre la mesa este problema de memoria. “Es una muy buena iniciativa. No podemos prolongar situaciones que impidan a los dos países, a los dos pueblos, enfrentarse. Debemos tratar de superar esta situación, independientemente del dolor que sientan ambas partes. También debemos saber qué entendemos por "memoria" y "gestión de la memoria".

En 1962, centenares de miles de europeos de Argelia o familiares enraizadas desde hace siglo en el norte de África que se identificaban con Francia, emigraron a Europa. Era los llamados Pieds-noirs, o pies negros.
Así terminó una guerra que había estallado en 1954 y que dejó heridas todavía abiertas entre Francia y la nueva Argelia independiente después de 130 años de dominio francés. De aquel conflicto nació la V República, el actual régimen constitucional en Francia, y ahí se gestaron resentimientos que desde entonces han alimentado a la extrema derecha y el yihadismo autóctono francés.
La guerra separó a Argelia de Francia, pero también dividió a argelinos —los harkis, que lucharon junto a las tropas francesas, fueron víctimas de masacres en su país y tuvieron que abandonarlo— y a los propios franceses. Según estimaciones citadas en el informe, hubo en torno a medio millón de muertos.
En 1974, el Gobierno francés decidió suspender la inmigración de trabajadores permanentes, aunque reconociendo el derecho de asilo y la reagrupación familiar. La idea del retorno había sido un elemento central de la emigración magrebí. Sin embargo, con el cierre de las fronteras y el fin oficial de la política migratoria francesa, paradójicamente ocurrió lo contrario, contribuyó a una instalación definitiva. En la década de los años ochenta la cuestión migratoria tomó un nuevo matiz político-social y se enfatizó la necesidad de otorgar derechos a los inmigrantes, lo que provocó la reacción xenófoba de un sector de la población francesa. A partir de ese momento la cuestión de la ciudadanía y la identidad francesa han estado en el centro de los debates públicos, con reformas de “integración”, reflejo de las profundas divergencias entre los inmigrantes, así como entre la población francesa. La integración de los musulmanes en Francia se ha convertido, durante más de tres décadas, en uno de los temas centrales de la política y la sociedad francesa.
¿Pasará por fin este pasado? El embrollo, al ser diplomático (vicisitudes de la relación entre París y Argel), identitario (integración de jóvenes de origen inmigrante) e historiográfico (archivos insuficientemente abiertos), condensa una complejidad cuando menos delicada de desentrañar.
La redacción del informe de 160 páginas es la culminación de toda una vida marcada por el colonialismo, ante la proximidad del 60º aniversario del final de la guerra y de la independencia de Argelia, París y Argel han hecho de esta "reconciliación de las memorias" una cuestión prioritaria, así como Macron y Tebboune se han comprometido a trabajar juntos en este asunto.