Estados Unidos ha lanzado una ofensiva aérea en el este de Siria sobre las instalaciones utilizadas por milicias chiíes respaldadas por Irán en torno a las 2 pm hora local. El ataque fue autorizado por el presidente Joe Biden en respuesta a los “recientes ataques contra el personal de Estados Unidos y de la coalición en Irak, y a las amenazas en curso”, según las declaraciones del secretario de prensa del Pentágono, John Kirby.
Al menos dos aviones estadounidenses habrían formado parte del lanzamiento de siete bombas de 500 libras que destruyó múltiples infraestructuras situadas a lo largo de la frontera que separa la ciudad siria de Bukamal de su homóloga iraquí Al-Qaim, en la provincia de Deir Ezzor. En esa misma zona, las milicias proiraníes de Kataib Hizbulá y Kataib Sayyid al-Shuhada contaban con un punto de control fronterizo.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR) ha confirmado la muerte de 22 milicianos de las Fuerzas de Movilización Popular, una organización apoyada por el régimen de Teherán que incluye a integrantes de varias milicias. La emisora estatal de noticias iraní, IRIB News, emitió que 17 “combatientes de la resistencia” murieron en los ataques. Sin embargo, las autoridades estadounidenses no han confirmado por el momento víctimas mortales.
Un convoy de camiones que trasladaba armamento y municiones a los almacenes ubicados en Abu Kamal, zona siria fronteriza con Irak, era el objetivo del bombardeo. “Los ataques destruyeron tres camiones que transportaban municiones”, confirmó el director del SOHR, Rami Abdul Rahman, a la agencia AFP. Las milicias progubernamentales habrían iniciado procedimientos para evacuar las armas a otros edificios en la zona.

La operación sirve como respuesta al lanzamiento de cohetes del pasado 15 de febrero sobre la base estadounidense ubicada en Erbil, capital de la región semiautónoma kurda en Irak. El ataque dejó una víctima mortal y seis heridos, sin embargo, fue la milicia chií Saraya Awliya al-Dam –poco conocida en la región– quien se atribuyó la responsabilidad del ataque.
Tan solo una semana después del ataque, una nueva ofensiva con cohetes alcanzó la Zona Verde de Bagdad, que alberga la Embajada de Estados Unidos y otras misiones diplomáticas. Aunque no hubo ningún herido.
Las autoridades iraquíes estaban investigando la autoría de los ataques, aunque la organización Kataib Hizbulá es señalada como una de las culpables. Sin embargo, Kataib está separado de la organización libanesa de Hizbulá y, según un alto comandante del grupo, es “extraño” que Estados Unidos les haya atacado por una serie de ofensivas que habían sido incluso condenada por la propia milicia.

Los grupos respaldados por Irán se han dividido significativamente desde el ataque dirigido por Estados Unidos que acabó con la vida del general iraní Qassem Soleimani y al líder de la milicia iraquí Abu Mahdi al-Muhandis en Bagdad hace más de un año. Ambas figuras fueron clave para dirigir y controlar una amplia gama de grupos respaldados por Irán que operan en Irak. Desde su asesinato, las milicias atacaron con mayor frecuencia, aunque esta disminuyó a fines del año pasado antes de la inauguración de Biden.
Ante esta reacción, varios funcionarios occidentales e iraquíes afirman que los ataques, a menudo reivindicados por grupos poco conocidos como Saraya Awliya al-Dam, son llevados a cabo por milicianos vinculados a milicias proiraníes como Kataib Hizbulá como vía de hostigamiento a las fuerzas estadounidenses sin rendir cuentas. Es decir, se han fragmentado como táctica para reclamar ataques con diferentes nombres y, de esta forma, enmascarar su participación.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, afirmó que “no hay mucho más que pueda añadir en este momento, aparte del hecho de que estamos seguros del objetivo que perseguimos, sabemos lo que alcanzamos”. Y añadió: “Estamos seguros de que el objetivo estaba siendo utilizado por la misma milicia chií que realizó los ataques”.

Esta es la primera acción militar bajo el mandato de Joe Biden, tan solo 35 días después de ocupar la Presidencia. El propio secretario de Defensa reconoció haber recomendado al presidente tomar la decisión y, según fuentes del Pentágono, la respuesta militar se llevó a cabo previa consulta a los socios de la coalición. El ataque no responde, por tanto, a una decisión unilateral por parte de Estados Unidos.
“El presidente Biden actuará para proteger al personal estadounidense y de la coalición. Al mismo tiempo, hemos actuado de una manera deliberada que apunta a reducir la situación general tanto en el este de Siria como en Irak”, manifestó el secretario de prensa del Pentágono, John Kirby. Esta acción también ha tenido como objetivo “desescalar la situación general tanto en el este de Siria como en el de Irak”, añadió el portavoz.
El representante Michael McCaul, el principal republicano en el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, elogió la acción de Biden: “Respuestas como esta son un elemento de disuasión necesario y recuerdan a Irán, sus representantes y nuestros adversarios en todo el mundo que no se tolerarán los ataques a los intereses de Estados Unidos”.
La catedrática de la Facultad de Derecho de Notre Dame, Mary Ellen O'Connell, señaló el ataque estadounidense como una violación del derecho internacional: “La Carta de las Naciones Unidas deja absolutamente en claro que el uso de la fuerza militar en el territorio de un Estado soberano extranjero es lícito solo en respuesta a un ataque armado contra el estado defensor del que es responsable el estado objetivo”, y añadió que “ninguno de esos elementos se encuentra en el ataque de Siria”.

Algunos expertos dijeron que el ataque establece un punto medio estratégico que evita nuevas tensiones diplomáticas con el Gobierno iraquí, que ayuda a Estados Unidos en la lucha contra Daesh y podría ver un ataque en Irak como una violación de su soberanía. El martes, Biden discutió los recientes ataques con el primer ministro iraquí Mustafa al-Kazemi y acordó que los responsables “deben rendir cuentas”.
Por su parte, la portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, Maria Zajarova, ha destacado que Moscú condena “enérgicamente” los bombardeos y ha solicitado el respeto absoluto a la soberanía y la integridad territorial de Siria. Asimismo, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, ha manifestado que las autoridades rusas “siguen atentamente la situación sobre el terreno” y ha confirmado que Moscú mantiene el contacto con las autoridades sirias.
El ataque se produce en un momento delicado en que Estados Unidos e Irán buscan una vía para reactivar el acuerdo nuclear de 2015. La Administración Biden ha tendido la mano al régimen de Teherán, sin embargo, las autoridades persas exigen la retirada de las sanciones antes de sentarse a negociar. Mientras el Pentágono busca cambiar su enfoque en Siria e Irak, donde aún se mantienen 2.500 soldados estadounidenses para apoyar las operaciones contrainsurgentes, y menos de 1.000 respectivamente.