El retorno del que fuera presidente entre 2012 y 2017 pone fin a la parálisis institucional y facilita un nuevo despliegue militar de Estados Unidos

Hassan Sheikh Mohamud recupera el poder en Somalia y despeja el bloqueo político

photo_camera PHOTO/HASSAN SHEIK MOHAMUD - El nuevo presidente de Somalia, Hassan Sheikh Mohamud, después de la votación durante una reunión con los comandantes de las Fuerzas Armadas y la Policía somalí

Somalia conoció el domingo a su próximo líder. El que fuera presidente entre 2012 y 2017, Hassan Sheikh Mohamud, recuperó la presidencia tras vencer al mandatario en ejercicio, Abdullahi Mohamed, conocido como Farmajo, por una amplia mayoría en la tercera y definitiva ronda electoral. De esta forma, Mohamud se convirtió en el primer presidente en conseguir la reelección y, de paso, se cobró la revancha por los últimos comicios celebrados hace cinco años, en los que Farmajo apeó del poder al ahora presidente entrante.

Mohamud asume el cargo un lustro después en un escenario crítico. La galopante inflación, el período de sequía, la hambruna masiva y la debilidad estructural del Estado, golpeado sin descanso por la acuciante división interna y el extendido dominio del grupo yihadista Al Shabab, han destrozado el presente de Somalia y han hipotecado su futuro. Los retos a los que deberá hacer frente, sin embargo, no difieren mucho de los que se encontró hace 10 años cuando entró por primera vez en el palacio presidencial.

El nuevo presidente llega con retraso. La cita electoral debió de haberse celebrado hace más de un año, en febrero de 2021, cuando expiró el mandato del ya expresidente Farmajo. Pero este se aferró al cargo gracias a una maniobra parlamentaria que prorrogó dos años su estancia en el poder y la vigencia del Gobierno federal, una acción polémica que, un mes después, desembocó en un tiroteo entre soldados partidarios y detractores del presidente por lo que consideraban un golpe contra la legalidad.

Farmajo Mohamud

El legado presidencial de Abdullahi Mohamed alias Farmajo, un burócrata que renunció a su nacionalidad estadounidense y que antes había servido como primer ministro, ha quedado marcado además por las violaciones masivas de los derechos humanos mediante detenciones y ejecuciones arbitrarias, la represión contra la disidencia y la persecución de los medios de comunicación. Su marcado nacionalismo combinado con su forma de gobernar, profundamente centralista en un Estado federal, tensaron las relaciones a nivel externo con la vecina Kenia y también a nivel interno.

Las profundas desavenencias con su primer ministro, Mohamed Hussein Roble, a quien destituyó en diciembre, protagonizaron los últimos compases de su presidencia. Y es que Roble, un ingeniero civil formado en Suecia, prácticamente un neófito político, contravino las directrices de su jefe en varios temas clave y rivalizó de forma directa con Farmajo, a quien acusó incluso de haber saboteado las elecciones después de despojar a la figura del jefe de Gobierno que ostentaba de las prerrogativas para organizar las citas electorales.

Las continuadas presiones de la comunidad internacional sobre la parálisis política somalí, cristalizadas con la aparición en escena del Fondo Monetario Internacional (FMI), que amenazó con suspender el programa millonario de ayudas si no quedaba establecida una nueva administración antes del 17 de mayo, impulsaron finalmente la celebración de unos comicios poco ortodoxos, cuyo sistema de votación indirecta poco o nada tiene que ver con los procesos habituales. Este está basado en clanes y otorga privilegio a los mayoritarios, facilitando por el camino la manipulación del voto.

Los miembros de las Cámaras alta y baja del Parlamento escogieron al nuevo presidente durante una votación secreta celebrada en una tienda de campaña ubicada en un hangar del aeropuerto militar de Halane, en Mogadiscio. Un enclave protegido de los ataques terroristas por las fuerzas de paz de la Unión Africana (UA). La capital se encontraba sumida en un bloqueo de seguridad, una suerte de toque de queda, vigente desde las 09.00 hora local del sábado hasta la primera hora del lunes.

Los testigos oyeron disparos en varias partes de la capital en forma de celebración cuando se conoció la victoria de Hassan Sheikh Mohamud, de la misma forma que hace cinco años con la victoria de Farmajo. Aunque también se produjo una explosión en una zona próxima al recinto donde se llevó a cabo la votación, al parecer sin víctimas mortales. Mohamed y Mohamud conocieron el resultado al momento, sentados frente a frente, el primero reconoció su derrota y el segundo juró el cargo.

Antes, Mohamud hubo de derrotar a tres decenas de candidatos en liza por la presidencia. Los delegados de los numerosos clanes que dirigen la votación eligen en primera instancia a los 328 legisladores que se encargan después de seleccionar al presidente. Del total de 36 aspirantes en la primera ronda, solo cuatro pasaron a la segunda. Y de ahí a la tercera, en la que bastó la mayoría simple para elegir al ganador. 

Mohamud Farmajo

Mohamud consiguió clasificarse únicamente con 52 puntos en el primer balotaje, pero en la segunda ronda se puso en cabeza con 110 y remató en la tercera gracias a los “peces gordos” de la oposición, liderados por el presidente del Estado de Puntlandia, Said Abdullahi Mohamed, y Alí Jare, el ex primer ministro que, de la misma forma que Roble, también rivalizó con Farmajo durante su mandato, que sellaron su alianza en contra del presidente saliente para arrojar una victoria histórica en una reñida competición electoral.

¿Quién es Hassan Sheikh Mohamud?

Miembro del clan Hawiye, uno de los más importantes de Somalia, Mohamud cuenta con experiencia previa en la jefatura del Estado. Nació hace 66 años en la provincia de Hiran, ubicada en el centro del país, en un barrio de clase media de la capital. Graduado en ingeniería técnica en la Universidad Nacional de Somalia en 1981, Mohamud destacó como un activista por la paz en su país tras unirse a Unicef como educador y ser testigo de la masacre de la guerra civil finalizada en 1991.

Líder de la Unión por la Paz y el Desarrollo, una formación conservadora de corte nacionalista con mayoría en ambas cámaras del Parlamento, Mohamud es percibido como un islamista moderado en un país islamizado casi por completo. Su primer mandato destacó por un favorable historial diplomático, que consiguió restablecer las relaciones bilaterales con países africanos y occidentales, así como por una mejora de la cohesión territorial. Pero los casos de corrupción durante su administración acabaron por ensombrecer su legado.

Con un mensaje de unidad, el presidente electo reunió el martes a los presidentes de los cinco Estados de los seis que ‘de iure’ conforman el país, con la excepción de Somalilandia, que opera ‘de facto’ como un territorio independiente, para amainar la división interna agravada en los últimos años. Un primer gesto con el que Mohamud trató de reconciliar a las partes y marcar distancias con respecto de su predecesor en el cargo. 

Somalia tiene nuevo presidente, pero son en realidad los terroristas los que amasan el poder en el país del Cuerno de África. Los militantes de la organización terrorista Al Shabab, filial de Al Qaeda en la región, controlan en la actualidad una gran parte del territorio y llegaron incluso a dominar Mogadiscio. Sus miembros, además, recaudan impuestos, llevan a cabo procedimientos judiciales, fuerzan a los menores de edad a integrarse a sus filas y, sobre todo, cometen atentados mortíferos, el último perpetrado hace escasos días.

Joe Biden
Estados Unidos vuelve a Somalia

En pleno escenario poselectoral, todavía con la resaca de la victoria de Mohamud, el presidente de Estados Unidos Joe Biden aprobó el requerimiento del secretario de Defensa, Lloyd Austin, que solicitaba el despliegue en Somalia de centenares de soldados pertenecientes a las fuerzas de operaciones especiales. La petición del Pentágono incluía, además, un permiso para atracar hasta una docena de presuntos líderes de Al Shabab afincados en el Cuerno de África.

La CNN cifra en 500 el número de militares destinados a la misión. Se trata, por lo tanto, del mayor despliegue de efectivos acometido durante la Administración Biden, cuyo objetivo pasa por combatir la amenaza terrorista latente en Somalia, que cuenta a su vez con graves implicaciones para la seguridad regional. Así, Biden revierte la decisión tomada por Trump durante sus últimas semanas como inquilino de La Casa Blanca. El expresidente retiró entonces del país africano a unos 700 soldados.

El portavoz del Pentágono, John Kirby, matizó que las tropas estadounidenses no participarán de forma directa en el terreno, sino que únicamente llevarán a cabo labores de asistencia y asesoramiento para reducir al máximo la amenaza yihadista que representan los casi 10.000 miembros de Al Shabab. Hasta ahora, el caos político había impedido a Washington mover ficha. Con la llegada de Hassan Sheikh Mohamud las cosas parecen haber empezado a cambiar.

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