Los tambores de guerra resuenan más fuerte que nunca tras la reciente escalada de tensión marcada por las hostilidades del fin de semana, y las provocaciones posteriores, entre la milicia libanesa Hizbulá y el Ejército de Israel.
El líder del grupo chií, Hassan Nasralá, respaldado por Irán, aseguró el lunes que el intercambio de fuego haya marcado el inicio de una "nueva fase" en la guerra con el país vecino. Nasralá, advirtió de que con el ataque del domingo a Israel rompieron "la mayor línea roja", que era atacar dentro de la frontera establecida sobre territorio palestino tras la creación del Estado israelí en 1948.
"Tocar las fronteras del 48 era de las mayores líneas rojas (...) La Resistencia libanesa (el brazo armado de Hizbulá) rompió con la operación de ayer la que era la mayor línea roja israelí desde hace décadas. Esto ya no es una línea roja, esto se acabó", sentenció en un discurso emitido en canales locales.

Desde la última guerra librada por Israel y Hezbolá en 2006, los militantes normalmente lanzaban incursiones transfronterizas contra las fuerzas israelíes desde las disputadas granjas de Sheba (Chebaa), situadas en territorio libanés desde 1967. Así, el grupo extremista abandonó su procedimiento habitual de atacar a las tropas israelíes solo en las granjas de Sheba por lo que el ataque transfronterizo marca un cambio de ritmo en el conflicto entre ambos.
Como en toda escalada de tensión sigue el cruce de declaraciones, acusaciones y provocaciones. Hizbulá quiso desmentir al Ejército israelí que aseguró que los ataques recibidos el domingo, cuando la milicia lanzó dos misiles antitanque contra una base y vehículos militares israelíes desde Maroun Al Ras en el Líbano hacia la aldea fronteriza israelí de Avivim, no habían causado ninguna baja. El lunes, las agencia de noticias de Al Manar, afiliada a Hizbulá, publicó imágenes del ataque llevado a cabo el domingo desde el lado libanés de la frontera que refutaba "todas las afirmaciones de que el ataque no alcanzó a los soldados sionistas"
Poco después de ese incidente, el Ejército de Israel anunció que había respondido "con fuego" en el país vecino, disparando cien proyectiles de mortero contra objetivos y puntos en el sur del Líbano. Según Israel, el Ejército fingió las lesiones de los soldados para detener cualquier inclinación de Hizbulá a intensificar las hostilidades.

Un alto funcionario de defensa israelí aseguró el lunes que si bien evitar que Irán obtenga una bomba nuclear sigue siendo la principal prioridad de Israel, frustrar el programa de misiles de precisión de Hizbulá se ha convertido en el segundo objetivo principal, según The Jerusalem Post.
Israel, la semana pasada, calentó el ambiente cuando acusó a Irán de intensificar los esfuerzos para proporcionar a Hizbulá de instalaciones de producción de misiles guiados con precisión, algo que la milicia niega. Irán, por su parte, ha mantenido un perfil muy bajo en respuesta a los recientes combates fronterizos entre la milicia chií e Israel, diciendo solo que la política de Hizbulá apunta a salvaguardar los intereses del Líbano. Irán tiene una serie de frentes abiertos y problemas internos que están limitando su capacidad de influencia.
Los intercambios de tiros ocurridos de una parte y otra de la Línea Azul (trazada por la ONU tras la retirada israelí del año 2000), provocaron las reacciones de la comunidad internacional. Fuentes militares libanesas y de las fuerzas de la ONU en el Líbano (FINUL) - la fuerza de la ONU que supervisa la Línea Azul para mantener el cese de hostilidades entre ambos países - dijeron el lunes a Efe que reina una "calma tensa" en la zona, adonde la actividad ha vuelto a la normalidad. El repunte de la violencia registrado los últimos días ha llevado a la organización a pedir "la mayor contención" y a "trabajar para un apaciguamiento rápido de las tensiones" por lo que aseguró estar en contacto con las partes.
Según la FINUL, ambas partes reiteraron ayer su compromiso a respetar la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, que puso fin en 2006 a 34 días de guerra entre Israel y Hizbulá, en la que murieron 1.200 libaneses -la mayoría civiles- y más de 150 israelíes - casi todos militares. Ninguna de las partes puede permitirse el regreso a 2006 tanto por motivos internos como externos. Por su parte, el primer ministro libanés, Saad Hariri, pidió la intervención de Washington, París y la comunidad internacional.

Líbano sigue buscando estabilidad política mientras que Israel culpa cada vez más a Líbano por permitir que Hizbulá, que es parte del gobierno de coalición libanés, crezca en poder militar y político. Hizbulá es muy consciente de que un nuevo conflicto podría dañar la frágil economía y generar resentimiento entre los libaneses.
Los próximos pasos, tanto por parte de Israel como de la milicia, apuntalarán la posibilidad de que el conflicto se convierta en un choque abierto y directo como se viene perfilando en los últimos tiempos. Por ahora domina la maquinaria de propaganda que alimenta a las bases fervientes de uno y otro lado, pero eso puede que no sea suficiente si la escalada continúa en la frontera israelí-libanesa.
Coincidentemente, los líderes políticos del Líbano declararon el lunes un estado de emergencia económica después de una reunión destinada a encontrar una solución a la crisis económica del país, lo que generó la preocupación de que se impongan más impuestos. El Gobierno trabaja para acelerar las reformas de las finanzas públicas para evitar profundizar aún más la crisis.
El Líbano tiene una de las deudas públicas más altas del mundo, con un 150% del producto interno bruto (PIB). El crecimiento se desplomó y el déficit presupuestario alcanzó el 11% del PIB a medida que las actividades económicas disminuyeron y las remesas de los libaneses que viven en el extranjero se redujeron. El gobierno espera reducir el déficit presupuestario a 7.6% del PIB este año y a 6.5% en 2020, según la agencia AP.