En el espacio de una semana, tres grandes acontecimientos han sido ocultados por los canales de comunicación oficiales. Como señala nuestro colega Youcef Rezig, periodista argelino exiliado en Francia.
El primer acontecimiento fue la presencia en Argelia del general ruso Sergei Sourovikin, estrecho colaborador de Wagner. Se presentó en una mezquita de Orán, capital de Argelia occidental. Bien protegido por los fieles de la mezquita y rodeado de una gran buena voluntad. Sin embargo, el hombre está acusado de crímenes de guerra en Siria, Chechenia y Afganistán.
Esta incongruente presencia intrigó a muchos observadores, incluidos los rusos. La información se publicó en la página de Facebook de la mezquita de Abdelhamid Benbadis y fue recogida en todo el mundo excepto por la prensa argelina, por razones que todo el mundo conoce en Argelia. Los medios de comunicación nacionales nunca difunden información sensible, a menos que reciban órdenes o instrucciones “de arriba”. Los funcionarios mantienen la boca cerrada.
El segundo acontecimiento silenciado por los canales oficiales del Ministerio de Comunicación y de la Dirección de Comunicación de la Presidencia de la República, así como por todos los medios de comunicación argelinos, fue la visita de Tebboune a Nueva York, prevista para el 16 de septiembre. Sin embargo, fue anunciada en la escalinata del palacio presidencial de El-Mouradia por el embajador estadounidense el 13 de septiembre, tras la audiencia que le concedió el jefe del Estado. Nadie consideró útil repetir la información dada por un funcionario. Pero así funcionan las cosas en Argelia. Hace algunas semanas, la prensa argelina recibió una mordaz advertencia de la Dirección de Comunicación de la Presidencia de la República. Este organismo, que no es muy bueno comunicando, recordó a la prensa que estaba prohibido difundir cualquier información relativa a las actividades del presidente que no fuera la de su oficina.

Por ello, los argelinos no se enteraron de la partida del presidente Tebboune hacia Nueva York hasta unos minutos antes de que despegara su avión. Este ha sido el caso de todos sus viajes desde que su visita a Francia fue cancelada con poca antelación el 2 de mayo.
El tercer error de comunicación de la semana fue el anuncio por el presidente de la patronal, Karim Moula, de una importante decisión tomada por los poderes públicos y comunicada a éstos por el presidente de la República durante su encuentro con los representantes de la patronal argelina. La decisión se refiere a la congelación del comité interministerial creado el pasado mes de mayo por Tebboune y encargado de gravar “arbitrariamente” a los empresarios que han importado mercancías durante los últimos 15 años, sometiéndoles a diversas formas de chantaje: exigiéndoles enormes sumas de dinero extrajudicialmente, con la amenaza de encarcelamiento y de ser sometidos al ISTN. Se trata de una decisión muy importante. Pone en tela de juicio una medida adoptada por el presidente que revocó 3 meses después.
La decisión se anunció cuatro días después de la reunión entre el presidente de la República y los representantes de los empresarios. Y fue Karim Moula, jefe de la organización patronal CGEA, quien se erigió en portavoz del presidente. Y toda la prensa se hizo eco de la noticia como si hubiera sido autorizada por fuerzas ocultas “de arriba”.
Así pues, a la drástica censura y autocensura se añade la incapacidad del Estado para comunicar sobre asuntos de la mayor importancia, como acabamos de ver. Es cierto que las dos personas que dirigen este delicado sector, Kamel Sid Saïd en la Presidencia de la República y Mohamed Laagab en el Ministerio de Comunicación son la antítesis de lo que debe ser la comunicación.