Por otro lado, Teherán ha condenado a prisión a dos periodistas que informaron sobre el asesinato de Mahsa Amini

La joven iraní Armita Geravand, en muerte cerebral tras una paliza de la policía de la moral

La policía moral toma el nombre de una mujer detenida durante una campaña contra la corrupción social en el norte de Teherán el 18 de junio de 2008
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photo_camera PHOTO/REUTERS - La policía moral durante una campaña contra la corrupción social en el norte de Teherán

A principios de octubre comenzaron a circular unas imágenes de una joven iraní que se desplomaba después de subirse al centro en Teherán. Posteriormente se daba a conocer la identidad de la chica: Armita Geravand, de 16 años. También se publicaron unas fotos de la adolescente en la cama de un hospital entubada que recordaban a las primeras fotos que se difundieron de la joven kurda Mahsa Amini, asesinada por la policía de la moral iraní por no llevar bien colocado el velo islámico.

Según la organización de derechos humanos Hengaw, Geravand sufrió una “grave agresión física” por parte de la “policía moral” por no cumplir las normas nacionales sobre el hiyab, al igual que le ocurrió a Amini. Activistas también informaron que Armita estaba siendo tratada en el hospital Fajr de Teherán bajo “estrictas medidas de seguridad”. Igualmente, confiscaron los teléfonos de todos los miembros de su familia. 

Por su parte, los medios estatales publicaron las imágenes editadas y afirmaron que la joven se había desmayado después de una bajada de tensión arterial, lo que la llevó a golpearse contra el vagón del tren. Semanas después del incidente, los medios iraníes han anunciado la “muerte cerebral” de la joven. 

Esta situación amenaza con avivar las multitudinarias protestas que estallaron el año pasado tras la muerte de Amini, unas manifestaciones lideradas por mujeres que han conseguido poner al régimen de Teherán contra las cuerdas

Además, recientemente un tribunal iraní ha condenado a prisión a dos periodistas por informar sobre el asesinato Amini en septiembre del año pasado. La agencia de noticias Mizan, vinculada con el poder judicial iraní, anunció que Niloofar Hamedi y Elaheh Mohammadi fueron sentenciadas a 13 y 12 años de cárcel respectivamente por cargos que incluyen la colaboración con el Gobierno de Estados Unidos, así como actividades contra la seguridad nacional.

Mohammadi, de 36 años, fue condenada a seis años de cárcel por colaborar con Washington y Hamedi, de 31 años, recibió una condena de siete años por el mismo delito. Por otro lado, las dos periodistas también recibieron sentencias de cinco años cada una por cargos relacionados con conspiración y uno por propaganda.

Tanto Mohammadi, reportera del periódico Ham Mihan, como Hamedi, fotógrafa del medio Shargh, llevan recluidas en la prisión de Evin de Teherán desde septiembre de 2022, tras cubrir la muerte de Amini. 

Hamedi fue arrestada después de sacar una foto de los padres de Amini abrazándose en el hospital de Teherán donde su hija yacía en coma, mientras que Mohammadi fue detenida tras cubrir el funeral de Amini en su ciudad natal kurda, Saqez, donde comenzaron las protestas que rápidamente se extendieron a todo el país y fuera de las fronteras.

Las autoridades iraníes también han condenado a un año de prisión al abogado de Amini, Saleh Nikbakht, por propaganda contra el Estado. Nikbakht fue acusado de hablar sobre el caso con medios locales y extranjeros. 

Las históricas protestas iraníes han supuesto un punto de inflexión en la sociedad iraní, que exige libertad, derechos humanos y el fin de la dictadura. Lo que comenzó como unas manifestaciones contra el hiyab se ha convertido en una autentica revolución que lucha por cambiar el sistema. 

Las protestas han recibido numeroso apoyo internacional, aunque los iraníes en la diáspora exigen a los gobiernos occidentales tomar medidas más firmes contra Teherán. Asimismo, estas manifestaciones han dejado cientos de asesinados por parte de las fuerzas de seguridad. De la misma forma, siete hombres también fueron ahorcados por sus vínculos con los “disturbios”, el término que utilizan las autoridades iraníes para describir las protestas.
 

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