La fuerte nevada, que ha tumbado árboles y anegado carreteras, podría retrasar también la contraofensiva de Zelensky al convertir en un lodazal los frentes de combate del este de Ucrania

La “Filomena” ucraniana que tiñe de blanco el Dombás paraliza las operaciones militares en Bajmut

María Senovilla - Dos soldados reparan un carro T-64 en los alrededores del frente de combate de Bajmut tras la intensa nevada de esta semana.

Este fin de semana no hay acceso al frente de combate de Bajmut para la prensa. Una brigada tras otra dice “no” ante cualquier petición de acercarse a sus posiciones. “Dentro de unos días podrás trabajar con nosotros”, confirma el último oficial de prensa preguntado. No dan explicaciones de por qué, pero sólo hace falta fijarse en el estado de los caminos para deducirlo: está todo paralizado por el fango.
 
La impresionante nevada que ha cubierto en los últimos días el Dombás con un manto blanco de más de medio metro, y que no se ha congelado debido a las temperaturas propias de finales de marzo, se ha mezclado con la tierra formando un inmenso cenagal en el norte de Donetsk.
 
Intentar avanzar por el fango y la nieve aplastada que cubre ahora las carreteras –muchas de ellas cuajadas de socavones por los continuos bombardeos de la artillería– es un suplicio. Para recorrer los pocos kilómetros que separan la ciudad de Kramatorsk de Chasiv Yar es necesario dedicar más de una hora en coche y sortear varios tramos anegados de agua. 
 
Por el camino te vas cruzando con vehículos militares –de todos los tipos y tamaños– remolcados, y con otros parados en las cunetas mientras los soldados intentan repararlos. Y no se ve ni un solo camión de suministros –que en circunstancias normales no dejan de pasar– rodando hacia primera línea.
 

MARIA SENOVILLA_ Dos personas se abren camino entre la nieve en la localidad de Chasiv Yar (Donetsk)


La nevada ha cogido por sorpresa a todos. Y si bien es cierto que en Ucrania la primavera trae lluvias y un tiempo cambiante que puede dejar algunos copos, los árboles caídos por el peso de la nieve y las enormes ramas arrancadas de cuajo cortando calles y caminos, ya indicaban que esta nevada no era normal. 
 
En esta parte del país están más que acostumbrados a la nieve y a las temperaturas extremas, y los árboles resisten tormenta tras tormenta sin ningún problema. Sin embargo, esta “Filomena” ha conseguido paralizar parte de las operaciones militares en curso, además de cortar la cadena logística de suministros hasta el frente de combate de Bajmut.
 
Ahora queda saber de qué manera va a afectar a las operaciones de las próximas semanas, porque el lodazal que se ha formado puede tardar más de un mes en secarse. Y eso impediría que la contraofensiva de primavera arranque a principios de mayo, tal y como se esperaba.
 
Más barro que nunca
 
En estos momentos es difícil imaginar una columna de carros de combate atravesando con éxito los caminos del norte del Dombás. Sólo a modo de ejemplo, los carros Leopard –de los que España va a enviar diez unidades a Ucrania próximamente– pesan más de 60 toneladas: tal vez los primeros vehículos lo consiguieran, pero a medida que van revolviendo el lodo, sería imposible para los de detrás.
 
La manera en la que la climatología afecta a un teatro de operaciones es contundente. En el caso de Ucrania, de fértiles y enlodadas tierras negras que cada otoño y cada primavera reciben agua a mansalva, el barro lo condiciona todo. Ya se tuvo en cuenta en la anterior contraofensiva, que se lanzó antes de que llegaran las lluvias. Y se tendrá que tener en cuenta ahora también.
 

MARIA SENOVILLA_ Un vehículo blindado YPR-765 regresa desde Bajmut por una carretera totalmente embarrada tras la intensa nevada de esta semana

De lo contrario, el desgaste de motores y de neumáticos, los carros de combate que se calan, además de la imposibilidad de avanzar deprisa por lugares expuestos directamente al alcance de la artillería del enemigo, pueden hacer fracasar de manera rotunda cualquier operación militar.
 
Además, para los combatientes ucranianos estos factores externos también hacen mella: ahora mismo, los soldados que sirven en las trincheras del frente este están cubiertos de barro hasta la cintura, y con unas condiciones de humedad nada deseables. 
 
En el caso de aquellos efectivos que hacen tareas de exploración, están asumiendo un riesgo mucho más elevado de ser detectados por un dron enemigo, ya que la movilidad no es la misma. Y así se podrían enumerar otros ejemplos de diferentes cuerpos y armas que están combatiendo en estos momentos.
 
La dificultad de predicción a muy largo plazo
 
Si los periodistas llevamos semanas hablando de la esperada contraofensiva ucraniana de primavera, es lógico que los responsables de las Fuerzas Armadas lleven meses trabajando en ella. Y entre los factores que habrán tenido en cuenta, sin duda, la meteorología es uno de ellos. El problema es que esta copiosa nevada que nos ha sorprendido a todos no era predecible en el largo plazo. 
 
De 15 días en adelante es la más difícil realizar un estudio climatológico con precisión, porque éstos se basan en modelos climáticos estacionales y mensuales. Las predicciones para menos de cinco días o incluso para las próximas horas se hacen con herramientas muchos más precisas que incluyen fuentes de información, radares e incluso satélites.
 

MARIA SENOVILLA_ Aspecto de la carretera que discurre desde Kramatorsk hasta Bajmut tras la última nevada

Cabe entender que una operación de la envergadura de una contraofensiva –ya vimos las dimensiones de la que Ucrania llevó a cabo en septiembre– requiere de meses de preparación. Y por tanto la información meteorológica que se maneje en un principio será la “predicción a muy largo plazo”, como se denomina.
 
Pero es obvio también que, a medida que se acerque el inicio de la operación, van a recalcular estos parámetros –que son absolutamente determinantes– y adaptarán si es necesario el inicio del curso de las operaciones. 
 
La importancia de la meteorología en el campo de batalla
 
No se trata de saber cómo va a ser la meteorología, si no de determinar el impacto que va a tener en el teatro de operaciones. Es decir, no se trata de saber si va a llover o si va a nevar, si no de entender cómo afectará esa lluvia o esa nieve al terreno: carreteras, caminos, trincheras, árboles que sirven para camuflar a personas o vehículos de la vista de los drones, y un sinfín de elementos más.
 
Las condiciones climatológicas especialmente adversas, como temperaturas extremas o precipitaciones masivas, generalmente derivan en que las operaciones se ralenticen y bajen de intensidad. Y más aún si estamos inmersos, como es el caso, en una guerra de posiciones como la que pelea hoy Ucrania
 

MARIA SENOVILLA_ Una calle de la localidad de Chasiv Yar (Donetsk) tras la nevada de esta semana

 Al final los factores meteorológicos limitativos van a determinar el ritmo de las operaciones de una manera muy significativa. Y podrían pesar tanto o más que el envío de armamento por parte de los países occidentales, porque por muchos carros de combate que lleguen, si el resto de vehículos de ruedas no pueden avanzar entre el barro con el personal a bordo, la contraofensiva no se producirá.
 
Todas de las fuentes militares preguntadas a lo largo de los últimos meses coincidían en que antes de mayo no iban a producirse movimientos significativos. Ahora están centrados en mantener las posiciones y el secretismo que rodea los detalles de la contraofensiva es absoluto. Pero esta “Filomena” ucraniana podría retrasar todo. 
 
Más de cien años mirando al cielo
 
La importancia de las condiciones climatológicas para las operaciones militares no es algo nuevo. Las estructuras de Defensa de casi todos los países se llevan apoyando en las agencias de meteorología desde principios del siglo pasado, teniendo en cuenta sus predicciones para diseñar y programar los movimientos de sus ejércitos. 
 
Con el desarrollo de la aviación, a partir de los años 50, esta información cobró aún más importancia. En el caso de España, el Centro Nacional de Predicción de Defensa (CNPD) no se creó hasta 1987, pero la valoración de estudios meteorológicos llevaba décadas produciéndose. 
 

MARIA SENOVILLA_ Los accesos a los frentes de combate del norte de Donetsk estaban embarrados y rodeados de nieve tras las últimas precipitaciones

Desde entonces, el CNPD sigue operativo en Madrid y da apoyo diario a las FAS junto a las Oficinas Meteorológicas de Defensa. Antes de cada operación –nacional o internacional–, esta red de centros se encarga de elaborar un informe climatológico. Y en algunas misiones en el exterior, incluso incorporan a un meteorólogo entre los efectivos desplegados. 
 
Cabe imaginar el salto cuantitativo que se dio en esta disciplina a raíz de los avances tecnológicos que han marcado el final del siglo XX y el comienzo del XXI. Ahora la mayor parte del trabajo lo desarrollan los ordenadores, aunque también se preparan informes personalizados. Pero la importancia de mirar al cielo antes de comenzar cualquier misión militar no ha cambiado.

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