Donald Trump consigue una importante victoria antes de las elecciones con el nombramiento de la jueza Amy Coney Barrett para el Tribunal Supremo

La jueza ultraconservadora Barrett, confirmada por el Senado de Estados Unidos

REUTERS/JONATHAN ERNST - La juez Amy Coney Barrett presta juramento como jueza asociada del Tribunal Supremo de los Estados Unidos mientras su esposo Jesse Barrett y el Presidente Donald Trump

Este lunes el Senado de Estados Unidos votó para confirmar a la jueza ultraconservadora Amy Coney Barrett, nominada por el presidente, Donald Trump, para cubrir la vacante que la muerte de la magistrada progresista Ruth Bader Ginsburg dejó en el Tribunal Supremo. Después de una sesión nocturna que se prolongó mas de 30 horas, el Senado confirmó a Barret por un voto de 52 a 48, y solo la senadora conservadora Susan Collins se puso del lado de los demócratas. Durante la votación, los demócratas abandonaron la cámara inmediatamente después de registrar su voto, mientras que los republicanos permanecieron en su mayoría sentados hasta la conclusión. 

La juez Amy Coney Barrett tras prestar juramento como jueza asociada del Tribunal Supremo de los Estados UnidosLa juez Amy Coney Barrett tras prestar juramento como jueza asociada del Tribunal Supremo de los Estados Unidos

Con este nombramiento, Trump cambiaría el equilibrio de la corte hacia unas posiciones más conservadoras y sería su tercera nominación en sus cuatro años de mandato. Su confirmación culmina la remodelación de Trump y Mitch McConnell -líder de la mayoría del Senado- del poder judicial federal durante los últimos cuatro años; Barrett es el juez federal nominado por Trump número 220 y confirmado por el Senado, un logro que repercutirá mucho después de las elecciones de 2020. Trump ha nombrado a un tercio de los nueve jueces de la corte: Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Barret.

A solo ocho días de las elecciones, este nombramiento es visto para Trump y sus adeptos como una victoria, al lograr una mayoría conservadora en el Tribunal Superior durante una generación.

Esta votación pone fin a 30 días de intensa carrera para la nominación en el Senado. Trump nominó a Barrett, una jueza federal de 48 años ultraconservadora, para suplir la vacante que la muerte de la jueza Ginsburg, icono liberal y progresista, había dejado en la Corte.

La Jueza Asociada de la Corte Suprema de los Estados Unidos Amy Coney Barrett posa junto a su esposo Jesse Barrett, y el Presidente de los Estados Unidos Donald Trump y la primera dama Melania Trump,

Durante la ceremonia de juramento en la Casa Blanca, Barret se comprometió a actuar “independientemente de las ramas políticas y de mis propias preferencias”, reiterando que en las audiencias dejará a un lado sus creencias personales.

Los republicanos vieron en Barrett a una jurista brillante y altamente cualificada que defendería el Estado de derecho y se adheriría a la filosofía judicial “originalista” del difunto juez Antonin Scalia. Los conservadores consideran la confirmación de Barrett como una "victoria histórica" para quienes se oponen al aborto, porque la jueza es contraria a ese derecho garantizado en EEUU desde 1973, aunque no ha querido aclarar si votaría para socavarlo. 

Por el contrario, los demócratas, que han sentido la impotencia de tener una minoría en el Senado que no les permita frenar el nombramiento, han criticado el proceso de confirmación y lo han tildado de ilegítimo y un flagrante abuso de poder por parte de McConnell. Los demócratas argumentan que colocar a Barrett en el Tribunal Superior amenaza la atención médica de millones de estadounidense, el derecho al aborto, el control de armas y otros problemas.

l presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, junto a la jueza Amy Coney Barrett pronunciando unas palabras después de que prestara juramento

"Hoy ... será uno de los días más oscuros en los 231 años de historia del Senado de los Estados Unidos", dijo el líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer. “Dejemos que el registro demuestre que el pueblo estadounidense, sus vidas, derechos y libertades sufrirán las consecuencias de esta nominación durante una generación”.

En 2016, cuando otra muerte dejó una vacante en el Supremo ocho meses antes de las elecciones, la mayoría republicana en el Senado ignoró al sustituto que había elegido el entonces presidente Barack Obama y ni siquiera programaron una votación al respecto, con el argumento de que no tenía sentido aprobarlo en un año electoral.

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