Irak, Irán, Siria y Líbano, conocidos como el Eje de la Resistencia, afrontan 2023 más amenazados que nunca por la escasa liquidez debido a las sanciones de Estados Unidos

Las sanciones a Irán sacuden a la asociación de la “Media Luna Chií”

photo_camera PHOTO/Official Khamenei website/Handout via REUTERS - El líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, pronuncia un discurso durante en Teherán, Irán, el 8 de enero de 2020

La “Media Luna Chií” creada por Irán e integrada por Irak, Líbano y Siria atraviesa una mala etapa que podría ser fatal por una razón más relacionada con la insolvencia que con las agresiones militares de sus rivales. En todos los años desde la década de 1960, los islamistas en Irán han estado luchando para crear una super unidad política a partir de la población chií de Medio Oriente, que generalmente se distribuye en Irán, Irak, Siria, Líbano y Bahréin. La forma en que esos países están ubicados en el mapa de Oriente Medio puede considerarse como una curva que va desde el país iraní en el noreste hasta Líbano en el suroeste. La “Media Luna Chií” es un término político y sectario utilizado por Irán para encubrir sus ambiciones expansionistas y expresar su ambición de engullir a Irak, Siria y Líbano para encontrar una salida en el Mediterráneo. 

El término fue acuñado en 2004 por el rey Abdullah II de Jordania, previo a la interferencia de Irán en las elecciones de Irak en 2005. En los últimos años, el término ha llegado a identificar áreas bajo la influencia o el control iraní, ya que la República Islámica de Irán ha buscado unir a todos los musulmanes chiíes bajo una sola bandera. Si miramos más de cerca el mapa, podemos ver que Siria se encuentra justo en el medio de la curva. Como tal, constituye el punto más estratégico de la Media Luna. Si Siria cae, la Media Luna Chií se dividirá por la mitad, lo que equivale a su perdición.No solo Siria sería arrebatada de las garras del islamismo chií, sino que también se cortaría la vena de la vida de Hezbolá en el Líbano. Por otro lado, este concepto muestra el creciente peso político de los chiíes en el Medio Oriente. 

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A la luz de la desestabilización de la “Media Luna Chií”, Irán está haciendo todo lo posible para salvarla. Las ideologías y las arengas de resistencia, los paralelismos sectarios y las teorías de la conspiración están siendo demolidas lenta, pero seguramente, siendo sustituidas por preocupaciones económicas y aspiraciones grandiosas hacia la ciudadanía y las identidades. Después del declive de la Media Luna Chií, la hegemonía de la región recaería en Arabia Saudí. Son razones de peso por las cuales la República Islámica en muchas ocasiones considera a Siria como su 35ª provincia por delante de la provincia rica en petróleo en el suroeste del Estado islámico iraní que solía ser un importante escenario de conflicto durante la Guerra Irán-Irak (1980-1988), Juzestán. Los analistas creen que la llamada “Media Luna Chií” está amenazada de colapso debido a la exacerbación de las crisis de escasez de dólares, el caos institucional y las crisis económicas, además de los conflictos civiles. 

Mientras que Irán y Siria están sujetos a duras sanciones estadounidenses e internacionales relacionadas con la política y la economía, Irak disfruta de una gran cantidad de dinero del petróleo, pero no está bajo su control directo para disponer de él, dado que está depositado en la Reserva Federal de Estados Unidos. A la luz de las sanciones impuestas a Irán, Estados Unidos ejerce un estricto control sobre el movimiento de fondos disponibles para el Gobierno de Bagdad, mientras que recientemente este control se ha endurecido lo suficiente como para estrangular al régimen iraní. Las sanciones han calado tanto, hasta el punto de que Irán se vio obligada a pagar sus compras a Teherán en dinares, lo que provocó una fuerte caída en el valor del dinar iraquí y el colapso del riyal iraní.

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Los ingresos del petróleo iraquí están registrados en la Reserva Federal de los EE.UU., y la mayoría de los tratos comerciales iraquíes con el exterior se facilitan electrónicamente bajo su supervisión directa, para que los EE. UU. garanticen que ninguna transferencia oficial llegue a Irán o Siria, en el marco de las sanciones impuestas, sobre ellos. En el verano de 2015, las autoridades estadounidenses congelaron la cuenta del Banco Central de Irak en el Banco de la Reserva Federal para evitar que Daesh se beneficiara de estos fondos. En cuanto al Líbano, la clase política dominante en él, que en su mayoría es mafiosa, trabaja unida para llevar a cabo un saqueo sistemático del país. Además, el Líbano está paralizado institucionalmente y en bancarrota financiera desde 2020. 

Para obtener acceso a las instituciones estatales, Irán forjó alianzas con figuras y partidos políticos locales. No basta con formar milicias y apoderados armados, si no pueden controlar las decisiones y la infraestructura del Estado. Para Irán, siempre es fácil forjar alianzas con políticos corruptos, ya sea sobornándolos directamente o prometiéndoles puestos a través de los cuales pueden acceder a los recursos del Estado. Por ejemplo, no es coincidencia que los aliados de Hezbolá en el Líbano sean las figuras corruptas a las que los manifestantes quieren responsabilizar. Esos aliados, como el presidente del Parlamento, Nabih Berri, y el exministro de Relaciones Exteriores, Gebran Bassil, se beneficiaron de esta alianza con Bagdad, pero también brindaron a Hezbolá el acceso que deseaba. 

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El partido tiene 13 escaños de 128 en el Parlamento libanés. Sin embargo, gracias a sus aliados, controla más de 70 diputados. Lo mismo se aplica al Gobierno y otras instituciones estatales. Irán ha colocado a Siria en el primer lugar de su estrategia regional e internacional, ya que controlarla le garantiza asediar a sus oponentes del Golfo y Turquía y colocarlos entre las fauces de unas tenazas en preparación para aislarlos y reconocer la influencia iraní en la región, y fortalecer la posición de Irán. Por otro lado, el control de Siria garantiza convertir la idea del proyecto de la Media Luna Chií en una realidad geográfica y social bien establecida y un recurso estratégico coherente que puede emplearse en el marco de las relaciones regionales e internacionales. 

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