Varios convoyes militares penetraron este fin de semana en la capital libia para forzar a Dbeibé a revertir la sustitución de Sanalla al frente de la NOC, en medio de un bloqueo de la industria petrolera por las fuerzas de Haftar

Las tensiones crecen en Trípoli tras la destitución del director de la principal entidad petrolera

photo_camera AFP/ABDULLAH DOMA - Tanque en el puerto petrolero de Al-Sidra, a unos 25 kilómetros al este de la ciudad norteña de Ras Lanuf

Un nuevo episodio de violencia armada en Trípoli ha estado a punto de producirse. Durante la noche del sábado y la madrugada del domingo, varios convoyes militares se posicionaron a las puertas occidentales de la capital libia, en el contexto de una nueva crisis institucional producida por la decisión del Gobierno de Unidad Nacional, dirigido por Abdul Hamid Dbeibé, de reemplazar al director de la principal entidad petrolera del país, Mustafá Sanalla.

De acuerdo con The Libya Observer, varios vehículos militares provenientes de la ciudad de Al Zawiya se dirigieron hacia la sede del Gobierno para forzar a Dbeibé a revertir su decisión. Las fuerzas de seguridad leales al primer ministro también se desplegaron para cortarles el paso, pero finalmente se pudo impedir un choque frontal, y, tras unas negociaciones, ambos bandos se retiraron. Aparentemente, estos convoyes habrían estado afiliados con Hussein Zaeett, un líder local, y Mohamed Koshlaf, un miliciano sancionado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por su participación en el tráfico de personas. Mientras el resto de actores del país han negado cualquier tipo de conexión. 

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Dbeibé había ordenado la destitución, previamente, de la junta de gobernadores de la National Oil Corp (NOC), sustituyendo a Sanalla, en el cargo desde 2014, con Farhat Bengdara, exgobernador del Banco Central Libio hasta el inicio de la Guerra Civil. No obstante, Sanalla se rebeló contra el Gobierno de Trípoli, rechazando su destitución y afirmando que el mandato del propio Dbeibé había expirado. Este, por su parte, advirtió que quienes amenazaran con usar la violencia y las armas para recuperar sus cargos serían respondidos por la fuera.

Tanto el Consejo de Estado Superior, con sede en la capital libia, como la Cámara de Representantes, establecida en Tobruk, enfrentados entre sí por representar la legitimidad parlamentaria del país, rechazaron la decisión de Dbeibé, y apoyaron a Sanalla. Posteriormente, la NOC denunció en un comunicado que varios soldados enmascarados actuando en nombre de Bengdara habían ocupado su sede, tras lo cual se instaló la nueva junta elegida por Dbeibé. 

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Este último llegó al poder en 2021, durante un proceso de paz impulsado tras la declaración de un “alto el fuego permanente” a finales de 2020, después de 9 años de guerra civil que había divido de facto el país en dos, entre el este y el oeste. En diciembre de 2021, se deberían haber producido elecciones presidenciales y parlamentarias, pero fueron bloqueadas por la falta de acuerdo de las principales figuras de la nación árabe.

Ante el impase político, la Cámara de Representantes de Tobruk movió ficha y eligió un Gobierno alternativo, dirigido por Fathi Bashagha, quien, desde entonces, se ha disputado el poder con Dbeibé, estableciendo su Ejecutivo en la ciudad de Sirte, en el centro del país. Ya en mayo, las milicias leales a Bashagha intentaron penetrar en Trípoli, siendo entonces rechazadas por las fuerzas de Dbeibé. Ahora, el Ejecutivo de Sirte ha negado cualquier participación en el nuevo incidente en la capital libia. 

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La fiebre del crudo

El petróleo es la base de la economía libia, y desde 2011 los distintos bandos de la guerra civil se han disputado el control de sus ingresos. La NOC ha tratado de mantener una posición equilibrada, pero después de que en abril Dbeibé anunciará que utilizaría el botín obtenido por la exportación de crudo para financiar su Gobierno, una oleada de supuestas protestas populares se desencadenó en la región productora del país, el conocido como “creciente petrolero”, bloqueando el sector y forzando a la NOC a reducir la extracción de este recurso por motivos de “fuerza mayor”.

Detrás de estas manifestaciones se hallaría el mariscal Jalifa Haftar, el hombre fuerte del este de Libia y desde febrero aliado de Bashagha, con el objetivo de presionar y forzar a dimitir a Dbeibé. Como consecuencia, la producción de crudo libio cayó en picado, situándose en junio a su nivel más bajo en casi dos años, produciendo unos 865.000 barriles diarios menos de lo que haría en condiciones normales, lo que le está suponiendo al país pérdidas económicas cuantiosas, así como apagones y problemas de suministro. 

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El nombramiento de Bengdara, antiguo aliado de Haftar, ha sido, por su parte, interpretado como un gesto de Dbeibé al mariscal. Este viernes, en una de sus primeras acciones al frente de la NOC, Bengdara se reunió con varios líderes tribales del creciente petrolero cercanos a Haftar en Bengasi, la principal ciudad del este del país y sede del poderoso militar.

Tras este encuentro, la nueva gran figura del petróleo libio anunció el desbloqueo del suministro, tanto en los yacimientos como en los puertos, en un acuerdo que podría haber contado con la sanción tanto de Dbeibé como de Haftar. Los líderes tribales, por su parte, afirmaron que la destitución de Sanalla había satisfecho varias de sus demandas, pese a la no dimisión de Dbeibé. Además, este lunes, el jefe del Estado Mayor del mariscal Haftar, el general Abdel Razek al-Nadori, se desplazó a la capital libia para reunirse con sus homólogos del oeste del país, en otro signo de posible acercamiento entre Trípoli y Bengasi. 

Aún no está claro que este anuncio suponga una reanudación del suministro, que podría, no obstante, paliar la crisis energética global, aumentando la oferta de crudo en medio de una tensión alcista de los precios impulsada por el fin de la pandemia y por la guerra en Ucrania. 

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