Semanas después de que Francia anunciase la retirada de sus tropas de Mali, el Ministerio de Defensa ha confirmado la muerte de un destacado terrorista de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), Yahiba Djouadi, conocido como Abou Ammar al Jazairi. Este yihadista, de origen argelino, era asesor militar de Abdelmalek Droukdel, líder del grupo asesinado también por el Ejército galo en junio de 2020.
En 2015 Al Jazairi se trasladó a Libia donde se encargó de la gestión de fondos y entrenamiento de combatientes. Posteriormente, en 2019, se instala en Mali y desde la región de Tombuctú “coordina el suministro de materiales en beneficio de los altos mandos de AQMI y GSIM (Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes) de logística y finanzas”, según informa el Ministerio francés.

El yihadista, que en sus orígenes se formó en el GIA (Grupo Islámico Armado), estuvo involucrado en varios atentados que buscaban expandir el yihadismo hacia el norte de África. Por este motivo, Al Jaizairi estaba sancionado por Naciones Unidas. “AQMI ha llevado a cabo varios actos de terrorismo en la región y ha reivindicado la autoría del secuestro de dos turistas austríacos ocurrido en el sur de Túnez el 22 de febrero de 2008. Los dos turistas austríacos fueron trasladados al norte de Malí, donde actúa Yahia Djouadi”, explica la ONU. AQMI también fue responsable de los ataques terroristas de 2015 y 2016 contra dos hoteles, uno de Bamako y otro de Uagadugú, capital de Burkina Faso.

Al Jaizari fue “neutralizado” en una operación llevada a cabo durante la noche del 25 al 26 de febrero, en un lugar a 100 kilómetros al norte de la ciudad de Tombuctú. En la misión participaron militares de tierra en colaboración con un helicóptero Tigre y dos drones. Asimismo, el Ejército francés destruyó un almacén de armas y municiones.
Este hecho supone, de acuerdo con París, “un nuevo éxito táctico significativo para la fuerza Barkhane, que sigue determinada a continuar la lucha contra los grupos armados terroristas junto a sus aliados del Sahel, europeos y norteamericanos”. Por otro lado, la muerte de Al Jazairi “permite debilitar una vez más” a Al Qaeda y a GSIM.

París continúa demostrando su compromiso con la lucha antiterrorista en la inestable región del Sahel. A pesar de anunciar la retirada de tropas, el Elíseo ha señalado que la retirada durará “hasta seis meses”. En este sentido, se mantendrán “las operaciones contra los terroristas armados, especialmente contra los principales líderes de Al Qaeda, GSIM y ISGS (Daesh en el Gran Sáhara)”.
Francia ha mantenido tropas en Mali desde 2013, año en el que inició la intervención militar Serval, antecedente de la Operación Barkhane. No obstante, tras el golpe de Estado de 2020 en Mali se deterioraron considerablemente las relaciones entre París y Bamako. El pasado mes de febrero, la junta militar maliense instó a Francia a retirar sus tropas “sin demora” del país. De acuerdo con un portavoz del Gobierno, los nueve años de presencia francesa “no fueron satisfactorios”.

El vacío de poder que deja Francia lo ha aprovechado los paramilitares del grupo ruso Wagner, que buscan expandir su influencia en la zona del Sahel. Esta organización, que se ha vinculado en varias ocasiones al Kremlin, ha sido bien recibida tanto por las autoridades militares como por una gran parte de la sociedad.
Tras el golpe de Estado en Burkina Faso, por ejemplo, los partidarios de la nueva junta militar celebraron el acontecimiento portando banderas rusas. “No queremos más Francia”, declaró un ciudadano al medio de comunicación estadounidense VOA. “Estamos aquí porque queremos la defensa de Rusia. Francia no ha hecho nada que nos dé éxito”, añadió.

Los militares de Mali, por su parte, pidieron ayuda los mercenarios de Wagner para hacer frente al integrismo islámico ante la “ineficacia” de las tropas francesas. Sin embargo, este grupo, que también ha participado en otras zonas conflictivas como Siria, Libia o el Donbás, está en el foco de la polémica por sus acciones militares.
La ONU acusa a estos paramilitares rusos de “crímenes de guerra” como “torturas, ejecuciones, asesinatos indiscriminados de civiles desarmados, ocupación de escuelas y saqueos”. Por estos motivos, la Unión Europea decidió sancionarlo por su acción “desestabilizadora”. Las medidas aprobadas por Bruselas afectan a 8 personas, incluido Dmitri Utkin, considerado el fundador de Wagner.