La periodista y analista internacional pasó por los micrófonos de “De cara al mundo” para analizar la situación de Israel tras la victoria de Netanyahu en las elecciones parlamentarias

Marta González Isidoro: “Con Netanyahu al frente del Gobierno de Israel, Irán va a buscar un enemigo externo que aglutine a la población más allá de las protestas”

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En la última entrega de “De cara al mundo”, en Onda Madrid, contamos con la participación de Marta González, periodista y analista internacional, quien analizó la situación actual de Oriente Medio, tras la victoria en Israel de Netanyahu

A pesar de sus citas con la justicia, ¿podrá Netanyahu formar Gobierno?

Tiene papeletas para poder formar un Gobierno con toda probabilidad y formar un Gobierno estable, que es lo que Israel viene demandando desde hace años. Pero hay que tener en cuenta una cosa, y es que en Israel el partido que gana las elecciones no necesariamente gobierna. Lo que sí es posible es que en esta ocasión la formación de Gobierno sea más factible porque precisamente los apoyos que tiene son más sólidos, pero no necesariamente el partido que gana las elecciones o el líder que tiene más escaños es el que al final gobierna.

¿Qué significa el regreso de Netanyahu al poder? ¿Realmente el señor Netanyahu va a pasar a la historia de Israel como un primer ministro clave? Podríamos pensar en Ben-Gurión, en Golda Meier, en Beguín…

Yo creo que el tiempo al final pone a todos en su sitio. La izquierda en general en Israel lleva tiempo lanzando campañas acusadoras contra Bibi Netanyahu, pero por causa de su propia personalidad. Bibi no es un personaje estrafalario pese a toda la imagen que proyecta en el exterior; es una persona muy racional, con una visión muy estratégica de lo que significa el Estado, el Gobierno y también la presencia de Israel en la región.

Eso choca mucho con la concepción de la izquierda en los últimos diez o quince años y de los partidos árabes, que no terminan de entender que el nacionalismo palestino está intrínsecamente ligado al concepto que los árabes tienen respecto del sionismo y de la independencia de Israel como un Estado libre, soberano e independiente en la región. De ahí todos eso vaivenes a la hora de negociar con los partidos árabes, de meterlos en la coalición anterior, que es lo que yo creo que ha pasado factura a la coalición anterior.

Y a la pregunta de si pasará a la historia, con el tiempo yo creo que sí. No sé si a la altura de Ben-Gurión y de los personajes que citas, pero sí ha dado pasos muy significativos en su legislatura, que con el tiempo se van a poner en situación. Por ejemplo, el Acuerdo de Wye Plantation en el año 1997, que fue fundamental para establecer las siguientes bases de acuerdos posteriores. Los Acuerdos de Abraham los ha terminado de tejer él, lo que respecta al acuerdo nuclear con Irán o la posición de los países sunitas respecto a Israel, separándose de la causa palestina, que también es un logro y que con el tiempo dará frutos.

Hablando de la causa palestina, en la cumbre de la Liga Árabe celebrada en Argel hemos visto cómo emergían reivindicaciones antiguas por parte de los palestinos. Quizá una reacción de los países más radicales ante la ausencia de Emiratos Árabes, de Marruecos, de Bahréin, de Arabia Saudí. En este caso se ha abierto paso a esas viejas reivindicaciones que lo que hace es complicar el diálogo o la posible negociación con Israel.

El nacionalismo palestino sigue sin entender que la causa palestina hoy no es solamente residual, sino que no le importa prácticamente a nadie, y menos en el interior de Israel. Es decir, es una causa que nace muerta desde el principio, y que se mantiene desde un punto de vista legal y jurídico con pinzas.

Lo que está usted diciendo es muy contundente.

Es muy contundente, pero es así. Además, el nacionalismo palestino ha perdido muchas oportunidades. Yo no digo que no haya habido desincronización de tiempos y que no se hayan puesto de acuerdo los líderes israelíes y los líderes palestinos a la vez a la hora de establecer acuerdos, pero independientemente de quién gobierne en Israel, el nacionalismo palestino no entiende el tema de la independencia jurídica de Israel en la zona, y eso es un grave problema porque no va a aceptar ninguna frontera de Israel en la zona. Por lo tanto, la causa palestina, como se entiende de dos Estados nacionales independientes en un mismo territorio, nace muerta, se mantiene muerta y ya no hay posibilidades de resucitarlo.

Necesitaríamos muchas horas para discutirlo. En este momento yo quería hablar más del papel del próximo Gobierno de Netanyahu frente a Irán en un momento en el que la República Islámica intenta extenderse por el Magreb, donde está intensificando sus lazos con Hizbulá en el Líbano, Hamás en Gaza, el tema de los hutíes en Yemen, que están utilizando su armamento. ¿Cuál va a ser la posición de Netanyahu y el Gobierno de Israel?

Para empezar, hay que esperar el tiempo prudente que la legislación israelí tiene para que se determine un Gobierno, y en función de quiénes sean los apoyos finales se va a decantar por una posición más dura o pragmática. En cualquier caso, la posición de Bibi se mantiene desde el principio de Israel, incluso la de Lapid, o la de Benny Gantz o la de cualquier primer ministro. Aquí no hay partidos, está el interés de Israel. En este sentido, salvo partidos que hoy no están en el Gobierno, o ni siquiera en el Parlamento porque no han entrado porque no han pasado el límite del 3%, como sería Meretz, Hogar Nacional, que son más radicales, o incluso Balad, que es el partido árabe considerado más islamista, la posición de Israel como Estado y de Bibi, en particular, es muy contundente.

Israel no va a permitir bajo ningún concepto que Irán se haga con armamento nuclear por dos razones. La primera porque atenta y amenaza su seguridad nacional, y la segunda porque provocaría una guerra de armamentos en Oriente Medio que nadie quiere, porque el siguiente país en querer un armamento nuclear va a ser Arabia Saudí, que ya ha manifestado ese interés, y no le interesa a nadie en la región.

Rusia está de acuerdo con Arabia Saudí en el tema de petróleo, algo que no ha gustado nada a Estados Unidos que su antiguo aliado esté apoyando a Putin, pero los drones iraníes están haciendo un papel importante en Ucrania, ¿cómo sucede todo esto? ¿Hay un galimatías donde ideológicamente o por una serie de principios y valores las cosas no cuadran?

Arabia Saudí está en un proceso de transformación muy interesante, tanto interno como a nivel geoestratégico. La privilegiada relación que ha mantenido con Estados Unidos desde el principio de su creación se ha basado en dos principios: sacaba petróleo a un precio favorable y Estados Unidos le garantizaba la seguridad.

En un determinado momento, y nos podemos retrotraer a la época de Obama, cuando decide sacar las tropas, irse y virar estratégicamente hacia el Pacífico, Arabia Saudí se da cuenta de que necesita diversificar su economía, pero también ser independiente estratégicamente de Estados Unidos. Y en ese sentido busca otro tipo de estrategias que no tienen por qué ser favorables a Estados Unidos, porque no le interesa en ese momento cuadrar sus intereses con los de la potencia americana. Es independiente y foja vínculos con China, con Israel y con Rusia.

En este momento está en una situación complicada porque mantiene una guerra con Irán por interposición en Yemen a través de los hutíes. Irán la ha amenazado directamente. De hecho, los drones han incurrido en su espacio aéreo y ha habido impactos directos. Por lo tanto, ahí tienen un problema, pero, por otro lado, le está diciendo a Estados Unidos “tú no eres quién me dicta a mí mi política interna o externa”.

Hace pocas semanas, usted a esta pregunta me dijo no, pero ahora, con las protestas, ¿cree que puede caer el régimen de los ayatolás?

A pesar de todo, lo veo difícil. Hay muchos intereses externos en que cambie, pero hay un elemento interno que no se valora y es el auge del fundamentalismo islámico de corte suní, que sería un elemento que no se está valorando lo suficiente, pero que abriría la puerta de una descomposición de un país de ochenta millones de habitantes, que nadie quiere. Además, con Netanyahu al frente del Gobierno de Israel, Irán va a buscar un enemigo externo que aglutine a la población más allá de las protestas. Por lo tanto, el régimen yo creo que sigue estando muy unido a pesar de todo.
 

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