La tensa calma que envuelve a Rusia y Ucrania en sus posiciones en la frontera sigue siendo objeto de suposiciones y contradictorias conjeturas. Mientras que, por un lado, los esfuerzos diplomáticos entre ambos Gobiernos –junto a representantes de Washington, la Unión Europea y la OTAN– parecen querer alejar la idea de un posible enfrentamiento militar; las voces de discordia alzadas en el seno de las Administraciones rusa y estadounidense podrían hacer virar el rumbo en otra dirección.
El presidente Joe Biden ha mantenido que la invasión rusa en el territorio ucraniano podría ser “inminente”, y ha incentivado entre sus socios el envío de tropas al país. Sin embargo, y pese a que el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, se pronunciase escéptico y “sin optimismo” sobre alcanzar un acuerdo con Washington, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, declaró en una entrevista con los medios radiofónicos del país que “si depende de Rusia, no habrá guerra”.

“No queremos guerras. Pero tampoco permitiremos que se pisoteen nuestros intereses de forma grosera, que se ignoren”, agregaba el funcionario moscovita, en referencia a las demandas de Rusia para retirar a las decenas de miles de soldados que el Kremlin había trasladado hasta la frontera con Ucrania, así como dos divisiones de carros de combate. La lista de exigencias incluía, entre otras, la prohibición de la adhesión de Kiev a la OTAN, las garantías de que la organización no se expandirá más hacia el Este, o la retirada de las tropas. Unas peticiones a las que la Alianza del Atlántico Norte se ha negado en redondo, y a las que Washington ha respondido recientemente de manera oficial y en línea con la postura de la OTAN. Ahora, en medio de unas tensiones que crecen por horas, el presidente ruso, Vladimir Putin, parece que se tomará con calma la deliberación frente a este rechazo.
No obstante, el envío de unidades médicas rusas a la frontera con Ucrania ha hecho cobrar fuerza a las especulaciones sobre un posible ataque por parte de Putin. En este sentido, también se han hecho públicos importantes ejercicios de entrenamientos médicos por parte del ejército ruso, en los que han participado cerca de 1.200 policías militares y médicos de las Fuerzas Armadas.

Estos movimientos suponen un nivel de preparación que, hasta el momento, no se había alcanzado en la escalada de tensiones, y ha hecho pensar a muchos líderes occidentales que se encuentran ante los últimos preparativos antes de la invasión. Bien es cierto que este acontecimiento no significa un ataque ineludible, pero esto no ha evitado que el debate entre los países aliados se haya intensificado profundamente.
Además, los precedentes sentados por la anexión de Crimea, en 2014, y la injerencia de influencia y fuerzas rusas en la guerra del Donbás, no han hecho más que incrementar el sentimiento de amenaza por parte de Ucrania, EEUU y la Unión Europea.
En esta escalada de tensiones, los aliados occidentales han aunado sus fuerzas para apoyar a Ucrania. A pesar de que el país de Europa del Este no es un miembro de la OTAN, y los Estados miembro no están obligados legalmente a prestarle ayuda en materia armamentística y de defensa, todos los firmantes de la Alianza se han posicionado política y económicamente en favor de Kiev. Y, aunque han sido escasos – y muy comedidos – los países que han suministrado material militar a Ucrania, varios Estados se han movilizado para llevar a cabo medidas de disuasión contra el Kremlin.

Entre ellos se encuentra España, que ha adelantado a la semana que viene el envío de cuatro cazas Eurofighter del Ala 14 del Ejército del Aire equipados con misiles Meteor –unos proyectiles aire-aire con seguimiento activo de última generación. Según Margarita Robles, ministra de Defensa, los aviones “saldrán en febrero” de la base de Los Llanos, en Albacete, rumbo a Bulgaria, y colaborarán en la vigilancia del espacio aéreo europeo. Así, después de que la fragata Blas de Lezo, el cazaminas Sella y el Buque de Acción Marítima Meteoro zarpen en dirección al Mar Negro, las fuerzas españolas en la región superarán los 650 soldados.
A estos se sumarán las 8.500 tropas estadounidenses preparadas para el combate pero que, según recoge las declaraciones del Pentágono la BBC, solo se desplegarán su la OTAN toma la decisión de activar fuerzas de reacción rápida. Y, del mismo modo, Reino Unido ya proporcionó un cargamento de armas al país, mientras que otras potencias como Polonia, Chequia, Lituania o Canadá colaborarán con el envío de más armamento, así como aportaciones económicas.
Alemania, por su parte, ha anunciado que no se unirá a los otros Estados miembro de la OTAN en el suministro militar, aunque ha aportado un centro médico de campo. “Durante muchos años, el gobierno alemán ha buscado una estrategia unificada sobre esta cuestión, y eso incluye no exportar armas letales”, afirmó el canciller Olaf Scholz en una rueda de prensa en Berlín, junto al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.