La geopolítica nos demuestra en reiteradas ocasiones que el proverbio que asegura que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” se puede hacer realidad en determinados escenarios. “La historia es un incesante volver a empezar”, decía el historiador ateniense Tucídidies. Un volver a empezar en el que muchas ocasiones no se tiene en cuenta las lecciones aprendidas del pasado. Hace cuatro meses que Masoud Molavi Vardanjani, un disidente iraní conocido por criticar a los líderes y políticos de la República Islámica de Irán fue asesinado en Estambul. Teherán podría estar detrás de la muerte de este hombre, según han confirmado este sábado a la agencia de noticias Reuters dos altos cargos turcos.
“Dos oficiales de inteligencia del consulado de Irán en Turquía instigaron el asesinato de Masoud Molavi Vardanjani”, asegura Reuters en su publicación. El asesinato de Masoud Molavi Vardanjani tuvo lugar el 14 de noviembre de 2019. Sin embargo, los resultados de las investigaciones han comenzado a dar sus frutos hace apenas unas semanas. Un informe de la policía sobre este asesinato –publicado hace aproximadamente quince días—asegura que Vardanjani tenía un “perfil inusual”. Este mismo informe explica que Vardanjani trabajaba en el departamento de seguridad cibernética del ministerio de Defensa de Irán y que se había convertido en una persona crítica contra el régimen establecido en su país.

Las autoridades turcas han indicado que Vardanjani había publicado un mensaje en las redes sociales dirigido a la élite de la Guardia Revolucionaria de Irán en agosto, tres meses antes de ser asesinado. “Voy a erradicar a los líderes corruptos de la mafia”, aseguraba en su publicación. “Rezad para que no me maten antes de que haga esto”, añadía. Sin embargo, la agencia de noticias Reuters ha explicado que no ha podido confirmar ni la posición de Vardanjani en el ministerio de Defensa iraní ni sus posts en las redes sociales. Una semana después de que Vardanjani fuera asesinado, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, describió su muerte como “otro trágico ejemplo en una larga serie de supuestos intentos de asesinato de disidentes iraníes respaldados por Irán”.
Un portavoz de la Policía de Estambul ha confirmado que la investigación continua. Mientras tanto, las autoridades del país no han acusado públicamente al gobierno de Irán de estar involucrado en este asesinato. El presunto autor del crimen y varios sospechosos, incluidos ciudadanos turcos e iraníes detenidos en las semanas posteriores al asesinato, han dicho a las autoridades que habían actuado por orden de dos agentes de inteligencia del consulado iraní. “Se reflejó en los testimonios de los sospechosos detenidos que estos dos iraníes, portadores de pasaportes diplomáticos, habían dado la orden del asesinato”, ha afirmado un alto cargo turco tras identificar a estos dos hombres por sus nombres e iniciales. Asimismo, otra fuente oficial turca ha insistido en que las pruebas que incluían las declaraciones de los sospechosos sugerían que “los iraníes desempeñaron un papel importante tanto en la instigación como en la coordinación” del asesinato.

Esta nueva acusación puede poner en peligro las relaciones diplomáticas entre Turquía e Irán. Tras el acercamiento a la UE durante sus primeros años en el poder, Erdogan dio un giro de 180 grados a su política exterior estableciendo alianzas con regímenes como el de Irán. En este sentido, Ankara y Teherán tienen un mismo objetivo común y ese es la cuestión kurda. “Turquía sigue poniendo el foco en el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), pero para Irán, que cuenta con una comunidad kurda de más de 6,5 millones concentrados mayoritariamente en cuatro provincias limítrofes con Turquía, Irak y Turkmenistán, la gran línea roja es la federalización de Siria”, explican Nicolás de Pedro, Irene Martínez y Melike Janine Sökmen, investigadores en CIDOB.
Las relaciones entre Turquía e Irán han sido puestas a prueba por la guerra civil en Siria, donde Ankara respalda a los rebeldes e Irán apoya al Gobierno de Bachar Al-Asad. Según ha informado el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR, por sus siglas en inglés) durante los últimos días, varias milicias financiadas por Irán se han establecido en la zona de desescalada de Idlib.

Vardanjani estaba en el radar de las autoridades iraníes por haber desafiado una advertencia de los Guardianes de la Revolución de no cooperar con empresas turcas en varios proyectos de desarrollo de drones. Dos portavoces de las fuerzas de seguridad iraníes han indicado que también se había acercado a Estados Unidos y a los estados europeos para trabajar para ellos, aunque Reuters no pudo corroborar esta información. Además, estas mismas fuentes han insistido en que Vardanjani había publicado documentos online que había pirateado u obtenido de contactos en Irán. Asimismo, antes de ser asesinado, Vardanjani había ignorado las solicitudes de contactar con la embajada iraní en Ankara, y se había reunido con representantes estadounidenses y un diplomático israelí, según han explicado.
Una investigación conjunta de la policía de Estambul y la inteligencia turca revisó más de 320 horas de filmación, registró 49 locales y habló con 185 personas, según el informe de la policía al que ha tenido acceso la agencia de noticias Reuters. Las imágenes de vídeo emitidas por la televisión turca después del asesinato de Vardanjani mostraban a un hombre armado pasando por delante de otros dos hombres mientras caminaban por el barrio de Sisli, en el centro de Estambul, a las diez de la noche del 14 de noviembre del pasado año. Las autoridades policiales turcas han asegurado que el compañero que caminaba con Vardanjani había entablado amistad con él y había estado informando sobre las actuaciones del mismo a las autoridades iraníes.
La mañana anterior al asesinato, el compañero, que según el informe policial y los funcionarios turcos se llamaba Ali Esfanjani, fue al Consulado iraní. Más tarde se reunió con el autor del crimen para discutir los detalles de la operación, según la Policía turca. El asesinato de Vardanjani podría ser un claro ejemplo de la represión que ejerce Irán contra la disidencia más allá de sus fronteras. Este hecho podría poner en peligro las relaciones diplomáticas entre Ankara y Teherán, dos de las grandes potencias de la región.