Los ministros de Defensa de la Alianza han acordado establecer en Alemania el primer núcleo de una futura Fuerza Espacial

La OTAN amplía su mirada para vigilar el espacio ultraterrestre ante ataques de Rusia y China

photo_camera PHOTO/Business Today - l Centro Espacial pretende proteger los indefensos satélites de los países miembros, que emplazados en órbita son cada vez más vulnerables

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha dado el primer paso en firme para materializar y afianzar la vigilancia del espacio exterior, un nuevo dominio operativo que se suma al terrestre, naval, aéreo y del ciberespacio.

En su reunión por videoconferencia celebrada el 22 de octubre, el secretario general de la Alianza Atlántica, el noruego Jens Stoltenberg, y los ministros de Defensa de los 30 países miembros ‒entre ellos la española Margarita Robles‒ acordaron establecer un Centro Espacial en la base aérea de Ramstein, el mayor complejo militar que la OTAN y Estados Unidos comparten en Alemania y en el conjunto de Europa.

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Enorme aeródromo militar localizado a unos 350 kilómetros del Cuartel General de la Alianza en Bruselas (Bélgica) y a poco más de un centenar de Fráncfort, la capital económica de la Unión Europea, la creación de la nueva estructura se debe a la preocupación que existe entre los aliados por el “incremento percibido en las capacidades de Rusia y China para cegar, desactivar y destruir satélites”, asegura Jens Stoltenberg, lo que tendría un “impacto severo” en las actividades militares y civiles sobre el terreno.

La primera de las misiones enumeradas por Stoltenberg que se asignan a la nueva organización es la de “garantizar una mayor coordinación” de las actividades espaciales aliadas, en especial la observación de zonas de la Tierra de especial interés estratégico. Los distintos países miembros de la organización tienen “diferentes capacidades en el espacio y conciliarlas ayudará a fortalecer la Alianza”.

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Otra responsabilidad que se le ha atribuido a la nueva estructura militar que se va a constituir en Ramstein es asegurar que las misiones y operaciones de la OTAN puedan recibir el adecuado apoyo a través de las transmisiones vía satélite y de la observación de la Tierra. El espacio aporta precisión y letalidad a las capacidades de ataque y defensa, aunque hace hincapié en que la Alianza no tiene intención de militarizar el espacio.

Proteger la vulnerabilidad de los satélites

El Estado Mayor de la Alianza quiere tener plenas garantizas que las fuerzas militares de los diferentes países que operan de forma conjunta bajo su mando en misiones aeroterrestres, aeronavales y operaciones de vigilancia aérea ‒como ocurre en Afganistán, Kosovo y en los países bálticos‒, disponen de acceso seguro, fiable y continuado a la información, imágenes y comunicaciones que proporcionan los satélites.

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Una tercera misión se corresponde con proteger los sistemas espaciales de los países miembros. Emplazados en órbita e indefensos, los satélites son cada vez más vulnerables, por lo que se pretende suscribir acuerdos y protocolos que permitan “compartir información sobre amenazas potenciales”, ha subrayado el jefe político de la Alianza. De manera muy especial la OTAN teme la proliferación de sistemas anti satélite que pueden derribar satélites y crear en órbita un mayor número de escombros peligrosos.

Situada en el estado federado de Renania-Palatinado y a menos 60 kilómetros de la frontera con Francia, la elección de la gran base aérea de Ramstein se debe a que tiene capacidad para albergar nuevas instalaciones y es la sede del Mando Aéreo de la OTAN que manda el general de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF), el teniente general Jeffrey L. Harrigian. A sus órdenes también está la Fuerza Aérea de Estados Unidos en Europa y la Fuerza Aérea del Mando de África, todo lo cual suma más de 9.000 efectivos y cerca de dos centenares de aviones de combate, transporte y reabastecimiento en vuelo. 

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Considerada la mayor instalación de la USAF fuera del continente americano, Ramstein hace las veces de puente aéreo que conecta Estados Unidos con Europa, Oriente Medio y el oeste de Asía. Su privilegiada ubicación la hace idónea para acoger el embrión de lo que en un futuro próximo se convertirá en el Mando Aeroespacial de la Alianza o en el brazo espacial de la OTAN, una versión de la Fuerza Espacial creada oficialmente en diciembre de 2019 por el presidente Donald Trump, al mismo tiempo que los aliados reconocían al espacio como un nuevo dominio operativo.

Jens Stoltenberg no ha precisado cuando estará operativo el nuevo Centro Espacial, aunque si ha concretado que va a empezar a funcionar “con el conocimiento que posee el personal especialista con que ahora cuenta el Cuartel General del Mando Aéreo Aliado”. Respecto a su futuro inmediato ha adelantado que “planeamos expandir y aumentar su tamaño e importancia a medida que avanzamos”. 

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España se adhiere a lograr la interoperabilidad de su defensa aérea terrestre

Los debates internos sobre la puesta en marcha de una estructura en el seno de la OTAN centrada en los asuntos espaciales se vienen produciendo desde hace algo menos de una década. Su primera manifestación efectiva data de julio de 2018, cuando los análisis de inteligencia identificaron que no solo cada año era mayor el número de naciones y de satélites que se posicionaba en el espacio extraterrestre, sino que también aumentaba el volumen de basura espacial que creaba riesgos de accidentes letales en las órbitas.

“Las comunicaciones, la navegación y localización, la telefonía móvil intercontinental, la transmisión de datos, y otras muchas actividades y aplicaciones dependen en gran medida de los satélites”, recalca el alto representante político de la OTAN. Es por ello que lo que sucede en el espacio es “esencial” para las sociedades civiles de las 30 naciones adheridas al Tratado, al igual que también influye en las capacidades militares”. 

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La transparencia que ofrece la observación de la superficie terrestre y los mares desde satélites aporta un buen conocimiento de lo sucede en su área de acción. Por ejemplo, puedan recopilar inteligencia de movimientos por tierra, mar y aire y detectar lanzamientos de misiles con capacidad nuclear, un desafío “serio y que crece en escala y complejidad en el arsenal de Rusia”, recalca el secretario general de la Alianza.ç

En la videoconferencia entre los titulares de las carteras de Defensa de la OTAN, la ministra española, Margarita Robles, puso el acento en “el trabajo conjunto interno e internacional en la lucha contra el coronavirus”, en “crear un cuerpo de sanidad militar europeo” para mejorar la contribución de las Fuerzas Armadas “a los países que sufran una pandemia” y en el “apoyo militar a los esfuerzos de las autoridades civiles para luchar contra la COVID-19”, puntualiza un comunicado del departamento español. 

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La reunión ministerial se prolongó el día 23 de octubre, en la que la ministra española, Margarita Robles, al igual que sus homónimos de Alemania, Bélgica, Dinamarca, Eslovenia, Hungría, Italia, Letonia, Países Bajos y Reino Unido firmaron una Carta de Intención para lograr la interoperabilidad de las capacidades nacionales de defensa aérea contra misiles basadas en tierra. En ambas sesiones, la ministra estuvo acompañada por la secretaria de Estado de Defensa, Esperanza Casteleiro, y el secretario general de Política de Defensa, Almirante Juan Francisco Martínez Núñez.

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