Los talibanes, en el poder afgano desde el año 1996, socios de Al Qaeda, cedieron el territorio a modo de refugio y base de operaciones a los muyahidines de Bin Laden.
Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos exigió a los talibanes la entrega del líder de la organización y de los terroristas buscados por su participación en los atentados, además de la expulsión de Al Qaeda de Afganistán, recibiendo por respuesta la negativa de los talibanes. Este hecho supuso la chispa que estimuló la puesta en marcha de lo que derivaría en la invasión de Afganistán ese mismo año.
Antes de la GWOT, el 10 de septiembre de 2001, la Administración de Seguridad Nacional del Gobierno de Bush planteaba una medida para dar captura a Bin Laden: el ultimátum a los talibanes, quienes de no ofrecer al líder de Al Qaeda a las autoridades dejarían de recibir “ayuda”, transfiriéndose a grupos antitalibanes y emprendiéndose una acción militar directa contra ellos con tal de derrocar su régimen.
Tras el 11-S, lo hablado el día anterior se materializa, siendo el ultimátum rechazado por los talibanes; el presidente George W. Bush anuncia la Global War On Terrorism (GWOT), consiguiendo el apoyo de la OTAN. En octubre de ese mismo año nace la Operación Libertad Duradera.

Realizando un análisis, una vez más el uso de la fuerza no ha conseguido acabar con el problema, todo lo contrario. Al igual que ha sucedido en el resto de territorios en los que actualmente se libran guerras o insurgencias, la vía de la guerra únicamente ha servido a corto plazo como venganza y achante, pero a largo plazo como caldo de cultivo para el refuerzo de organizaciones terroristas o grupos guerrilleros.
Los talibanes, por muy temidos y odiados que puedan ser por parte de la población afgana, han visto sus tropas y sus apoyos reforzados gracias a las muertes desmedidas de civiles por culpa de los bombardeos occidentales. La perspectiva de “salvación” puesta en un principio en las fuerzas de ocupación se ha tornado al apoyo de lo “local”. De igual forma ha sucedido con el ejército afgano, constituido al estilo occidental mediante un conglomerado tribal, pasando por alto confortaciones históricas entre las diferentes tribus afganas, siendo éste un motivo más que sumar a los factores push en pro a los talibanes.
La intromisión occidental ha jugado una vez más en nuestra contra: reforzando aun más la perspectiva anticolonial, reforzando la base de los discursos extremistas, consiguiendo un mayor apoyo social, y enfureciendo a la población local, cada vez más cercana a los grupos guerrilleros locales.
Dejando a un lado la metodología bélica, nuevamente se ha desarrollado una estrategia superflua, más mediática que inteligente. Se derrocó al régimen talibán y se asesino al líder de Al Qaeda, Bin Laden. ¿Mejoras tras ello?
Los talibanes fueron expulsados del poder, pero jamás exterminados, no se llevó a cabo un programa social que impidiera el desarrollo de un caldo de cultivo que llevara a la radicalización, no se implantaron medidas prospectivas que erradicaran o paliaran los apoyos y fuerzas de los talibanes con el fin de evitar su retorno. Este grupo de guerrilleros se aislaron a zonas rurales donde, durante estos últimos veinte años, han seguido creciendo logística y económicamente, a través del mercado negro, esperando el momento perfecto para volver a dar el golpe. Ese instante llegó Estados Unidos pactó la retirada de las tropas de Afganistán en 2020, replegándose poco a poco hasta el 31 de agosto de este año.
Por otro lado, el asesinato de Bin Laden. Un hecho histórico que acaparó las portadas de los medios de comunicación de todo el mundo, coronando a Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo. Sin embargo, Al Qaeda continúa intacta, de hecho incluso más fuerte, habiendo actuado de manera inteligente al extender un sistema de redes que ha afianzados sus posiciones. Asesinar a Bin Laden, justo diez años después del 11-S y en plenas Primaveras Árabes, propició que Ayman Al Zawahiri se posicionara a la cabeza de la organización.
Sin un nombre tan carismático como el de Bin Laden, Al Zawahiri ha conseguido mantener no sólo a flote a la organización sino expandir su sistema de franquicias durante los últimos años. En un tiempo tan complicado en lo relativo a la rivalidad terrorista, habiendo puesto el foco mundial en su escisión Daesh, Al Qaeda más que derrumbarse ante la pérdida de popularidad, ha conseguido trabajar en la sombra de manera inteligente siendo a día de hoy la organización más fuerte a nivel mundial. Como menciono en mi anterior artículo “Victoria estratégica de Al-Qaeda frente a Daesh”: “El protagonismo mediático acaparado por Daesh, ha sido utilizado en beneficio propio por Al-Qaeda, quien ha realizado un cambio estratégico en la sombra, de manera sutil, inadvertida y, sobre todo, inteligente, resultando ser, a pesar de todo, una opción más fuerte y madura para aquellos seguidores de la yihad”.
En miras al panorama afgano actual, es de vital importancia volver a remontarnos 20 años atrás y tornar la mira en la organización madre, quien además de poseer nexos con los talibanes, puede unificar fuerzas y apoyos con el resto de filiales circundantes y empoderarse como nunca antes lo habría hecho. Tras años de silencioso empoderamiento puede ser “su momento”.
Mientras tanto, es curioso analizar la posición “comunista” ante el conflicto. La postura rusa se mantiene al margen, intentado evitar revivir su pasado, limitándose a acotar y reducir la actuación talibán al territorio afgano, aprovechando la pérdida de prevalencia estadounidense y manteniendo su papel de mediador en la escalada del conflicto. Su principal preocupación se centra en la situación de los países de Asia Central, aquellos de interés ruso, siendo éstos el límite de actuación militar del Kremlin. El fracaso americano y de la OTAN en Afganistán podría ser utilizado en beneficio ruso.
En segundo lugar y no menos trascendental se encuentra China. La situación geoestratégica de Afganistán suscita los intereses chinos, quienes aprovechando la retirada estadounidense, reforzaran sus lazos tanto con el Gobierno talibán como con el ruso, impulsando sus relaciones en la región. Haciendo frontera con Afganistán (el Paso de Wakhan de 76 km) justo en la región de Xinjiang, donde se encuentran los campos de “reeducación” que vulneran de manera repetida los derechos humanos de la etnia uigur, musulmanes de origen turco (más información en el artículo “¿Terrorismo yihadista o terrorismo de Estado? La problemática china en Xinjiang“). Siendo más que probable el surgimiento de movimientos terroristas en la zona, fruto de la represión llevada a cabo por el Gobierno y la consecuente diáspora uigur, teniendo como uno de sus principales destinos Afganistán o Pakistán, con una posible interacción con Al Qaeda y otros grupos yihadistas, algo por ahora nunca probado pero posible. Este paso fronterizo se consolida como un punto estratégico fundamental para la Ruta de la Seda y el ambicioso proyecto a desarrollar en la zona, siendo Afganistán un importante yacimiento de diferentes minerales y materias primas, entre ellos el litio.
Cabe resaltar las palabras de Wang Yi en relación con la ayuda humanitaria propuesta a los talibanes: “Acogemos con satisfacción la actitud positiva de los talibanes hacia la construcción política, la lucha contra el terrorismo y las relaciones con los países vecinos tras su entrada en Kabul, pero la clave está en ponerlas en práctica; Hay dos puntos clave: el primero es ser inclusivo; y el segundo es luchar decididamente contra el terrorismo. Esperamos que los talibanes puedan aprender del pasado, interactuar activamente con todos los grupos étnicos y facciones bajo el Gobierno interino, cumplir sus promesas al mundo exterior y ser más reconocidos a nivel mundial", como señala France 24 en un artículo publicado el pasado 9 de septiembre .
Así las cosas, se puede comprobar el nuevo tablero de ajedrez en el que se ha convertido Afganistán, un caramelo realmente apetecible para diversas potencias y sobre el que Rusia y China han puesto el ojo aprovechando la retirada y pérdida de poder norteamericana. La partida a penas acaba de empezar en el juego geoestratégico, pero lo importante a esperar de ella es que el terrorismo sea el enemigo común.
Bibliografía
- Borger, J. (24 de Marzo de 2004). Bush team `agreed plan to attack the Taliban the day before September 11´. The Guardian.
- Doñate, M. (24 de Agosto de 2021). Afganistán, el pistoletazo de salida para la hegemonía de China. RTVE.
- Sedano, R. (9 de Septiembre de 2021). China hace millonaria donación a Afganistán sin obviar la amenaza terrorista. Frnce 24.