Las pruebas del modelo, programadas para este mes, han sido aplazadas desde 2017

El Pentágono congela la producción de cazas F-35

photo_camera PHOTO/FUERZA AÉREA DE EE.UU via REUTERS - Un 35 Lightning II, realiza la maniobra de "paso a alta velocidad" a aproximadamente 0,95 mach, que está justo por debajo de la velocidad del sonido, en el Salón Aeronáutico de Fort Lauderdale de 2020 en Fort Lauderdale, Florida, EE.UU. 22 de noviembre de 2020

El Departamento de Defensa de Estados Unidos ha pospuesto la producción de más cazas F-35 por parte de la compañía Lockheed Martin Corp. La decisión se ha tomado, en parte, por la incapacidad de los funcionarios encargados de la producción de estimar la fecha en que el avión de combate estará listo para las pruebas. Estas vienen siendo aplazadas desde 2017, y tendrían que haber ocurrido este mes, según fuentes del Pentágono. Aún no se ha concretado el tiempo de espera hasta su aprobación.

La oficina del programa F-35 del Departamento de Defensa espera tener fechas confirmadas para la prueba, así como una posible decisión en cuanto a su producción para el próximo 28 de febrero, según Laura Seal, portavoz del programa. “Los desafíos técnicos y el impacto de la COVID-19 han retrasado la preparación de la instalación de simulación donde se llevarán a cabo las sofisticadas pruebas del sistema de armas más caro de EEUU”, dijo Jessica Maxwell, portavoz del Pentágono. Maxwell señaló, además, que una nueva fecha “se basaría en una revisión técnica independiente”.

El último acuerdo de Estados Unidos con la contratista, publicado el pasado 29 de diciembre por el Departamento de Prensa del Pentágono, incluía un acuerdo para una modificación de todos los sistemas ACURL para incluir consumibles para el avión F-35 en apoyo de los Gobiernos de Australia, Canadá y Reino Unido. El departamento estima que el trabajo haya finalizado en diciembre de 2021 y que su precio ronde los 19 millones de dólares, cobrados tras la adjudicación.

Un día antes, el Pentágono publicaba otro contrato con Lockheed Martin Corp por valor de 1.300 millones de dólares para la realización de “servicios de logística recurrentes” y actividades para “apoyar la capacitación inicial de pilotos y encargados de los sistemas aéreos del caza de combate conjunto F-35 en servicio de la Fuerza Aérea, el Cuerpo de Marines, la Marina, participantes no pertenecientes al Departamento de Defensa de los Estados Unidos (DOD) y clientes de Ventas Militares Extranjeras (FMS)”. 

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Trump obstaculiza la transición en Defensa

Biden y su equipo elevaron una queja al secretario interino de Defensa, Christopher Miller, alegando que los apoyos a Trump dentro del Departamento de Defensa obstruyen la transición negándose a proporcionar informes. Miller rechazó las críticas pese a las declaraciones de Maxwell, la portavoz del Pentágono, quien señaló que “es posible que el equipo de Biden sea informado, pues previamente hemos proporcionado información sobre el F-35 como parte de los libros de transición iniciales, y desde entonces hemos proporcionado información adicional sobre el programa F-35”.

Sin embargo y en lo referido a este tema, el Pentágono no dispondrá de la información necesaria para tomar una decisión sobre la producción del F-35 hasta dentro de 2 o 3 meses. Después de las pruebas son necesarias varias semanas adicionales para transferir y analizar los datos, y posteriormente redactar un informe final para los líderes del Pentágono y del Congreso. El informe es obligatorio por ley antes de una decisión. Por tanto, el tema tendrá que esperar. Una mala noticia para la contratista Lockheed Martin Corp, pues se trata de la la fase más lucrativa del proceso. 

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Un modelo polémico

Ya se han entregado más de 600 de los 3.200 aviones potenciales del programa F-35, y el caza está siendo utilizado por el Ejército en nueve países, incluida la Fuerza Aérea y el Cuerpo de Marines de Estados Unidos. Sin embargo, todavía no ha demostrado su eficacia contra los sistemas y aviones de defensa aérea rusos y chinos más desafiantes. 

El modelo F-35 entró en combate por primera vez en septiembre de 2018 sirviendo al Ejército estadounidense en un ataque contra los talibanes. Con un precio de 100 millones de dólares por avión, su programa había sido criticado con dureza por varios miembros del Congreso a raíz de una serie de problemas relacionados con retrasos y sobrecostes. Durante las primeras pruebas tampoco respondió tal y como se esperaba. 

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